El nuevo coronavirus Covid-19 tuvo su origen en la ciudad de Wuhan, en China. A mediados del mes de diciembre de 2019, las autoridades sanitarias de Wuhan detectaron una serie de casos de neumonía producida por una causa desconocida.
En ese momento se originó una alarma sobre una nueva enfermedad desconocida hasta el momento. Tres meses después se han producido más de 150.000 casos y cerca de 6.000 muertos en todo el mundo, según los datos del Centro Europeo para el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés).
Los coronavirus son una serie de virus llamados así por su forma, ya que tienen una especie de corona (como la de un reloj) alrededor del virión, del ‘núcleo’ del virus. Estos organismos conviven con el ser humano desde siempre, y hay muchos tipos de ellos, tanto animales como humanos.
Sin embargo, el primer análisis comparativo de esta nueva enfermedad determinó que el 2019-nCov (nombre provisional del virus que finalmente fue denominado SARS-CoV-2), era “suficientemente distinto” de los otros dos betacoronavirus de gravedad detectados en humanos, el SARS y el MERS, para ser considerado como una nueva enfermedad: el Covid-19.
Si bien a las autoridades globales el virus los “tomó por sorpres” lo cierto es que ya se venían investigando estas familias virales desde hace bastante tiempo.
Una investigación publicada en Clinical Microbiology Review; una revista académica que publica la American Society for Microbiology, da evidencia de que ya en 2007 se conocían y esperaban nuevas cepas de coronavirus.
“Antes de la aparición del coronavirus del síndrome respiratorio agudo severo (SARS) (SARS-CoV) en 2003, solo se conocían otros 12 coronavirus humanos o animales. El descubrimiento de este virus fue seguido pronto por el descubrimiento del SARS-CoV de civeta y murciélago y los coronavirus humanos NL63 y HKU1. La vigilancia de los coronavirus en muchas especies animales ha aumentado el número en la lista de coronavirus a al menos 36“, comienza el resumen del artículo que predijo la pandemia.
“La naturaleza explosiva de la primera epidemia de SARS, la alta mortalidad, su resurgimiento transitorio un año después y las interrupciones económicas llevaron a una gran cantidad de investigación de los aspectos epidemiológicos, clínicos, patológicos, inmunológicos, virológicos y otros aspectos científicos básicos del virus y la enfermedad. Esta investigación dio como resultado más de 4,000 publicaciones, de las cuales solo algunas de las obras más representativas podrían revisarse en este artículo. El marcado aumento en la comprensión del virus y la enfermedad en tan poco tiempo ha permitido el desarrollo de pruebas de diagnóstico, modelos animales, antivirales, vacunas y medidas de control epidemiológico y de infecciones, que podrían ser útiles en ensayos de control aleatorio si El SARS debería regresar”, se afirmaba en el artículo, sobre los conocimientos previos respecto a virus similares al coronavirus.
Más increíble aún, es que los investigadores ya sabía que uno de los posibles focos sería China. “Los hallazgos de que los murciélagos de herradura son el reservorio natural del virus similar al SARS-CoV y que las civetas son el anfitrión de la amplificación destacan la importancia de la vida silvestre y la bioseguridad en las granjas y los mercados húmedos, que pueden servir como fuente y centros de amplificación para infecciones emergentes”, afirma en paper en su párrafo final.
Más adelante el articulo vuelve a hacer hincapié en el caso de China.
“El coronavirus del síndrome respiratorio agudo severo (SARS) (SARS-CoV) es un virus nuevo que causó la primera pandemia importante del nuevo milenio. El rápido crecimiento económico en el sur de China ha llevado a una demanda creciente de proteínas animales, incluidas las de animales de caza exóticos, como las civetas. Grandes cantidades y variedades de estos mamíferos salvajes en jaulas superpobladas y la falta de medidas de bioseguridad en mercados húmedos permitieron el salto de este nuevo virus de animales a humanos. Su capacidad de transmisión de persona a persona, la falta de conciencia en el control de infecciones hospitalarias y los viajes aéreos internacionales facilitaron la rápida difusión global de este agente. Más de 8,000 personas fueron afectadas, con una tasa bruta de mortalidad del 10%. El impacto agudo y dramático en los sistemas de atención de la salud, las economías y las sociedades de los países afectados en solo unos meses a principios de 2003 no tuvo paralelo desde la última plaga. El pequeño resurgimiento del SARS a fines de 2003 después de la reanudación del mercado de vida silvestre en el sur de China y el reciente descubrimiento de un virus muy similar en los murciélagos de herradura, murciélago SARS-CoV, sugirió que el SARS puede regresar si las condiciones son adecuadas para la introducción, mutación , amplificación y transmisión de este virus peligroso“.
El artículo también llegó a adelantar cuáles serían los síntomas más comunes.
Fuente: Infotechnology