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sábado, 23 de noviembre de 2024
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Tendencia: apuesta por influencers y youtubers

El dueño del Picadilly, en Buenos Aires, y otras salas en Mar del Plata y San Pedro cambia hacia otro tipo de actuación, apuntando a redes sociales.

Daniel Igoillo tiene 65 años y dice con orgullo: “En realidad, hago lo que me gusta”. Su pasión es el automovilismo y su trabajo empresario teatral. Productor de obras y dueño de varias salas (Picadilly, de la calle Corrientes, desde 2014), Teatro Carrera, en Mar del Plata, desde el 2010 (allí su socio es Nito Artaza) y del cine teatro La Pampa, en San Pedro, desde 2012. Además es vicepresidente de la Asociación Argentina de Volantes (AAV) y mano derecha de Juan María Traverso, que comanda esa mutual.

  • ¿Cómo llega el teatro a tu vida?

Fue culpa de Nito (Artaza)… Eramos muy amigos y él siempre me decía que apueste por el teatro. Un día me convenció. Siempre me gustó la cultura y vivir el teatro desde adentro. Por eso, en una de nuestras charlas sobre política, volvió a salir el tema del teatro y me animé, le dije que sí. Hoy estoy muy feliz de haberlo hecho.

  • ¿Cómo está el negocio del teatro en la Argentina?

La pandemia nos obligó a replantear todo. Hoy influyen mucho las redes sociales. Cuando estuvimos cerrados, sin facturar durante mucho tiempo, pensamos que los primeros en salir iban a ser los jóvenes. Y allí apuntamos.

Hoy, vamos con intensidad a ese público: Stand Ups y youtubers. Seguimos teniendo obras tradicionales, como Radjoska, por ejemplo, pero la producción es más costosa. Los youtubers, los influencers, venden por sus redes y son un éxito. Además, casi no tienen escenografía.

  • ¿En qué porcentaje la sala tiene que estar llena para que el negocio cierre?

Del 60 por ciento de la sala llena para arriba, la obra da superávit. Nosotros en el Picadilly tenemos 300 butacas, los youtubers y los influencers nunca venden menos de 220 entradas, es decir, están arriba del 70 por ciento.

Ellos, en las redes, tienen fans, hinchas, en cambio, los artistas tradicionales seducen por sus estudios, su historia en el mundo del espectáculo o en los medios de comunicación.

Igoillo, Artaza y Shuman.

Igoillo, Artaza y Shuman.

  • ¿Cómo se distribuyen las ganancias entre dueño del teatro, productor y artistas?

En general, todos vamos a riesgo. Por eso perdemos o ganamos de acuerdo al éxito de la obra. Son pocos los actores que tienen un cachet. Los que sí tienen sueldo son los técnicos, musicalizador, iluminador, vestuarista, entre otros. Otro detalle, la venta en boleterías hoy es muy baja. Casi todo el expendio es online.

  • ¿Cuántas personas requiere una obra tradicional?

Entre 20 y 25 personas. Nosotros, en Picadilly, tenemos 7 empleados fijos, después se van contratando a necesidad.

  • El mundo del teatro, ¿está en expansión o en retroceso?

Se está reconvirtiendo. El esparcimiento y la recreación son elementos fundamentales para las personas. El teatro tiene más de 200 años, nació con los griegos y está muy bien.

Hoy, vamos por el camino que recorrieron los cines hace varios años. Más oferta y salas más pequeñas, de no más de 500 personas. Carlos Rottemberg hizo eso. De un teatro, armó 3, con el Tabaris. Así podés apuntar a diferentes públicos y ampliar la gama de opciones.

  • ¿En números de entradas vendidas, volvieron a niveles de pre pandemia?

El verano está siendo raro. Por ejemplo, en Mar del Plata tenés 95 por ciento de ocupación y eso no se refleja en los teatros. ¿Por qué? Porque se enferman los actores, se contagian de Covid, tenés que reprogramar la obra y, el espectador que sacó la entrada, cuando puede ir, ya terminó sus vacaciones. Entonces es el día a día. Está OK la obra, yo puedo ir, saco la entrada. Por eso no se ven tantas salas llenas. No obstante fue una temporada buena, mucho mejor que la anterior.

  • ¿La calle Corrientes da para tener espectáculos cuántos días de la semana?

Viernes y sábado dos funciones, a las 21 horas teatro tradicional y a las 23 horas un espectáculo apuntado al público juvenil. Jueves y domingo, hay obras pero no a full. Después están las excepciones, en abril estrenan Drácula y eso está todo agotado. Y se ponés más funciones, también se venden.

  • El mundo del teatro, ¿qué personalidades te permitió conocer?

Soy de bajo perfil, es una excepción estar dando una nota. Le dejo las luces a los artistas. Estuve con Mirtha Legrand, cuando la invitamos a la Jaula de las Locas, edifiqué una linda relación con Lito Cruz y Ruben Stella, cuando hacíamos Guayaquil, una obra escrita por Pacho O’Donell. Con algunos artistas tenés más empatía que otros, pero supongo es normal. Sin embargo, en mi pasión, el automovilismo, sí conocí alguien inesperado.

  • ¿Quién?

Luca Di Montezomolo, cuando era presidente de Ferrari. Viajamos con Juan María (Traverso) a ver el circuito de Monza, para trasladar y copiar elementos de seguridad para el autódromo de Buenos Aires. Recorrimos la fábrica de Ferrari y Luca nos atendió 10 puntos, con mucha humildad, y me sorprendió el amor que tiene por la Argentina.

Eso fue en el 2014 y nos hablaba de los recuerdos imborrables del Gran Premio de Fórmula Uno de nuestro país, que se corrió por última vez en 1998. Incluso me regaló una réplica del auto de Fernando Alonso (en tamaño pequeño, obvio) para mi mujer, que es fanática del español.

  • ¿Cómo descubriste tu pasión por el automovilismo?

Un poco de casualidad. En 1997 me nombraron interventor de la Asociación Argentina de Volantes (AAV). Estaba muy mal económicamente y el objetivo era cerrarla. Cuando empecé a bucear en la historia, vi que tuvo socios impresionantes, como Froilán Gonzalez, Fangio, los hermanos Galvez y dije: esto no se puede cerrar. Empecé a buscar ayuda. Colaboró mucho Carlos Reutemann, por ejemplo. Y pasamos de tener 100 socios en aquel 1997 a los 12000 de hoy.

  • ¿Ahí conocés a Juan María Traverso?

En realidad, yo soy de San Pedro. En esa zona, Arrecifes, Ramallo, el automovilismo se palpa. Empecé a enamorarme de los fierros y me hice amigo de muchos, Pato Morresi, Fontona, Josito Di Palma y, obviamente, Traverso, con el que hoy, además, tengo lazos laborales y una amistad profunda. Juan María es el presidente de la AAV y yo el vicepresidente.

  • ¿Cuál es la función de la Asociación Argentina de Volantes?

Es una mutual, sin fines de lucro. Brinda cobertura médica a los pilotos de todas las categorías, es decir, cualquier piloto accidentado en una carrera es atendido por la AAV y no va a la atención pública.

A cambio, los corredores, pagan una especie de seguro solidario, para que lo use el que lo necesita. Además, Juan María de charlas de seguridad vial, como un compromiso social. Buscamos crear conciencia de la velocidad, del alcohol, del no uso del casco.

  • ¿Cómo estamos en relación a años anteriores?

Estamos mejorando, pero seguimos teniendo problemas, además del incremento vehicular de 700.000 motos por año.

Daniel está casado con Sandra Cortés, su pareja desde hace 40 años, con la que tienen cuatro hijos.

“Mi vida es un lío bárbaro. De lunes a viernes estoy en Buenos Aires, los fines de semana en San Pedro, cuando no hay carreras, y mis hijos viven en Rosario. Sería imposible sin el aguante, el orden y la ayuda de Sandra, que es empresaria de medios de comunicación y tiene la radio 92.3, la misma que era de Fernando Bravo y el canal local de San Pedro”, dice el hombre que es licenciado en ciencias políticas y fanático de Rosario Central.

  • Hablando de Central, ¿Vecchio tiene que retirarse?

No, es mucho más que un jugador de fútbol, es un referente, un motivador de grupos. Hasta que le den las piernas tiene que seguir. El penal que erró con Boca fue un accidente. Vecchio entendió lo que predicó en mi vida. Hay que ser ingenioso y laburador, así tenés muchas más chances que te vaya bien.

Fuente: A24 Pymes

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