Fue, desde noviembre, uno de los juegos más populares de iOS y Android, un fenómeno difícil de explicar si se observaba su mínima sofisticación: el arcade Flappy Bird ofrecía gráficos muy sencillos, una premisa poco original (lograr que el pájaro volara con toques en la pantalla sin chocar contra unos tubos verdes) y un funcionamiento que hacía difícil sumar puntos.
Que fuera un juego frustrante no evitó su popularidad, que lo llevó a la cima mundial durante semanas (sumó más de 50 millones de descargas), y también la polémica: nadie entendía muy bien cómo Flappy Bird lograba tantas críticas positivas en las tiendas de software de Google y Apple.
El juego no tenía costo; mostraba publicidad al inicio (como la mayoría de los títulos actuales) y según le dijo su creador a The Verge llegó a facturar 50.000 dólares por día. ¿El fruto de un enorme estudio de desarrollo de videojuegos? No: la invención de Dong Nguyen, un programador vietnamita de 29 años que, según había admitido, no había dedicado más que unas horas al juego.
Transformarse súbitamente en alguien que suscitaba la atención mundial (y algo de polémica) no parecía cuadrar con su estilo de vida: en su cuenta en Twitter el desarrollador anunció el sábado que quitaría el juego de las tiendas ( aunque sigue desarrollando juegos).
No por una cuestión legal, ni por la venta del juego; dice que la popularidad del juego arruinó su vida sencilla y ahora lo odia.
El domingo cumplió su promesa, haciendo que Flappy Bird desaparezca de las tiendas, agregando así una pizca más de misterio (y de drama, quizás) a la historia que rodea al juego..