El mundo de las startups está lleno de historias en donde la suerte juega un rol central; ideas y emprendimientos que estuvieron en el lugar correcto en el momento indicado. En el caso de Jamie Siminoff, su historia de éxito tiene una vuelta de tuerca más. Todo comenzó en septiembre de 2013, cuando participó del reality show estadounidense de emprendedores “Shark Tank”, en el que hay que presentar una idea en pocos minutos y, luego, cuatro potenciales inversores evalúan sus posibilidades de éxito y, en base a eso, determinan si van a invertir dinero en ella y bajo qué condiciones.
Siminoff presentó la idea en la que venía trabajando desde hacía tiempo: un portero eléctrico con cámara conectado a la Web, que permitía ver quién tocaba a la puerta en tiempo real desde un smartphone y responder, sin importar en qué lugar del mundo uno se encontrase. El producto ya estaba fabricado y tenía pocos pero muy fieles usuarios en todo el país, que le daban, por ese entonces, ventas anuales por US$ 1 millón. Su objetivo en el programa era lograr reunir el dinero necesario para pasar a la siguiente etapa, una ronda que les permitiese llegar a otros mercados, por ejemplo, el argentino. Había calculado salir del estudio de televisión de Shark Tank con US$ 700.000 para su compañía, DoorBot, a la que había tasado en potenciales US$ 7 millones.
Además de la comodidad de poder estar al tanto de lo que sucede en la puerta del hogar propio, la motivación detrás del dispositivo siempre fue la seguridad: las estadísticas indicaban que un alto número de ladrones tocan la puerta antes de entrar a robar una casa. Es una estrategia muy común que se puede desarticular de manera sencilla si se responde al timbrazo. Además, la cámara de este gadget puede registrar la imagen de quien toca.
Sin embargo, ninguno de los jurados del reality show quedaron impresionados por DoorBot y tres de ellos se negaron a invertir. A pesar del rechazo, la alta visibilidad que le dio el programa, le generó otros frutos. “Sólo durante la emisión del programa tuvimos ventas por US$ 5 millones. Y de la noche a la mañana estábamos en la agenda de todos los medios. Hoy, siento que haber ido es lo mejor que me pasó en el negocio, fue como un cheque en blanco”, contó a los medios en ese momento. En septiembre de 2014, la compañía realizó un rebranding completo como Ring y logró meterse en las góndolas de retailers como Home Depot, Target y Best Buy.
El último golpe de suerte se dio cuando, a comienzos de 2015, un usuario de Ring llamó, literalmente, a la puerta. Un amigo de Richard Branson, el fundador del grupo Virgin, estaba con él en su yate cuando un cartero llegó a entregar un paquete. Gracias a Ring pudo atenderlo desde el medio del océano y el millonario quedó fascinado con el producto. Al volver, envió a uno de sus asesores a discutir los términos de la inversión y, luego del obligado análisis del estado financiero y los planes a futuro de la empresa, se sumó a la segunda ronda con US$ 28 millones, lo que tasó a la compañía en US$ 60 millones.
Hoy, Ring se expandió de los porteros eléctricos a una línea de cámaras hogareñas y sistemas de luces de exterior que fue muy celebrada en la edición 2017 de la feria CES en Las Vegas. Se trata de soluciones de bajo costo que puede instalar cualquier usuario y que se conecta en minutos. Y, cuando son varios los vecinos de una misma cuadra que los utilizan, crean una protección mucho mayor frente a robos y hurtos. Además, y tal como comprobó Branson, es muy fácil de usar desde el teléfono.
En enero de 2017, Ring tuvo una tercera ronda de inversores, en la que levantó US$ 109 millones, gracias al aporte de DFJ Growth, Goldman Sachs y Qualcomm Ventures, y en febrero alcanzó los US$ 209 millones recaudados con la presencia de nombres como Kleiner Perkings, First Round y Amazon Alexa Fund, entre otros.
La conexión Argentina
Pero, en toda historia, siempre hay un argentino. Una de las preocupaciones de Siminoff era poder tener presencia en todo el mundo. Cuando se puso a pensar qué hacer con América latina encontró en Bruno D’Alleva a un socio. Con él había trabajado años atrás en otra startup, NobelBiz, especializada en soluciones de BI, por lo que ya se conocían. Hoy, el argentino es el responsable de toda la acción de Ring en el continente. Su objetivo inmediato fue desembarcar en la Argentina, además de Chile, México, Colombia y Panamá y ya está trabajando en ampliar los mercados y consolidarse, aunque reconoce que no es un camino que pueda hacerse rápidamente.
“América latina tiene un montón de particularidades, que no siempre son entendidas si se ven desde afuera, si no se conoce el terreno. Y todo empieza por su complejidad y diversidad: si creés que es un bloque homogéneo vas a equivocarte en tus acciones, porque somos tan distintos en culturas que a veces parece que sólo nos une el idioma. Y ni te digo las diferencias en cuanto a las regulaciones. No tiene mucho que ver Panamá con la Argentina, por ejemplo, pero algunas empresas estadounidenses ven todo lo que está debajo de México como una única unidad de negocios. Y hay que conocerlo en detalle, porque cuando lo entendés es un mercado muy lindo para trabajar, lleno de terrenos sin explorar”, cuenta D’Alleva.
El argentino entró hace menos de dos años a la compañía, dejando por primera vez el ámbito B2B, en el que se manejó por más de una década, trabajando en Nuance, y asumiendo un cambio al que sólo se animó porque confía plenamente en Siminoff y su particular forma de trabajar. “Siempre estuvimos en contacto de una forma u otra y él es muy abierto a asociarse con personas de backgrounds y nacionalidades muy diferentes. Te diría que su liderazgo es empático, porque quiere tener cerca a aquellos en los que confía”, explicó.
Mientras que los equipos de Ring ya se venden en las cadenas más importantes de Chile, México y Panamá, en donde encontró mayores dificultades fue en su propio país, la Argentina. “Esto lo digo con mucho dolor, porque me gustaría que aquí Ring esté brillando, algo que no tengo dudas que pasará tarde o temprano. Pero en el país a veces las cosas son más difíciles”, comenta. Para empezar, reconoce que los argentinos están detrás de Colombia o de México, tanto en términos de conectividad o en acceso a la tecnología. Sin embargo, el mayor problema es la mentalidad de negocios y el espíritu emprendedor con el que se encontró. “Ring es un producto que cuando lo ves, deslumbra. Entonces, cuando lo llevaba a otros mercados, inmediatamente se preguntaban cómo iban a hacer para venderlo: el display, los precios, la comunicación. En la Argentina, en cambio, cuando ven lo novedoso, sólo se preguntan cómo van a acomodarse para poder conseguirlo, porque las trabas para importar y las regulaciones impuestas siguen siendo muchísimas. El desgaste es tan grande que sólo se apuesta por lo que ya funciona, en conseguir lo que seguro se va a vender. ¿Quién quiere innovar si todo lo que encuentra son trabas?”, se sincera.
Lo cierto es que el cuadro que plantea D’Alleva se repite en otros casos y explica las dificultades que tiene el consumidor local para conseguir ciertos productos que ya se encuentran en países vecinos. No obstante, D’Alleva confía en que finalmente esas barreras desaparecerán. “Hoy, estamos vendiendo muy bien en Compumundo, en donde encontré gente que entiende hacia dónde va la cosa, por decirlo de algún modo, que se da cuenta no sólo el éxito de la compañía en el exterior, sino que la idea de ‘la casa conectada’ ya es una realidad, no es una promesa de las revistas tech”, agrega. Los planes para este año lo contemplan: tratar de evangelizar y concretar alianzas de negocios con otros retailers será clave para penetrar en el país de la misma manera que lo hicieron en los Estados Unidos. “Los retailers se tienen que animar a desarrollar seriamente el area de Connected Home”, concluye.
La historia tiene un final feliz: Amazon compró Ring a fines de febrero de este año por US$ 1.000 millones, según informó la agencia Reuters.
EN NÚMEROS
Fundación:
2012
Inversión inicial:
US$ 640.000
Facturación:
US$ 100 millones
Fuente: infotechnology.com