“No recuerdo dónde dejé las llaves del auto” u “Olvidé concurrir a la cita de hoy” son expresiones que reflejan situaciones de la vida diaria. La Dra. Miriam Stolfi, integrante del Servicio de Neurología de Grupo Gamma y del Centro de Neurociencias Los Manantiales, es especialista en Trastornos de la memoria, atención y otras funciones cognitivas. En esta oportunidad nos acerca información sobre la memoria y cómo preservarla.
En mi práctica diaria recibo muchas consultas sobre la importancia que pueden tener los olvidos que comienzan generalmente cuando avanza la edad.
Mi respuesta suele ser similar: si esos olvidos no le impiden o perjudican en el desarrollo de sus tareas habituales, no deben preocuparse.
Sin embargo, muchas personas confiesan temer al inicio del Alzheimer. Ahí estriba otro problema, la existencia del miedo. Cuando tenemos miedo a algo, ese algo ocupa nuestra atención, “nos concentramos” en ello y por esa razón atraemos a nosotros lo que tememos.
¿Por qué nos preocupa tanto nuestra memoria? Muy simple, nuestra memoria, en todas sus formas es lo que somos, nuestra identidad en el mundo, el nexo entre nuestras experiencias pasadas individuales y colectivas (de la especie y del clan familiar) y nuestro presente. Esto nos permite planificar nuestro futuro.
Como podemos apreciar, tan valiosa función de nuestro organismo, no se afectará sin una razón valedera y si queremos conservarla en toda su potencialidad deberemos buscar esas razones que pueden alterar el desempeño de nuestra memoria.
¿Dónde buscaremos? Obviamente, en nuestro organismo. Y allí ¿Dónde? ¿En el estómago?…No él se encarga de digerir el alimento. ¿En el pulmón quizás? No, él se encarga de la respiración…
La dirección adecuada será ir a la computadora del ser humano esa que, a pesar de todos los últimos adelantos electrónicos, no ha podido ser superada, pues maneja emociones: nuestro cerebro, la parte más evolucionada del sistema nervioso.
Para comprender mejor la actividad y utilidad del cerebro, recordemos que su primordial tarea es mantenernos vivos y sanos en cada instante. Para eso recaba millones de informaciones de nuestro interior y de nuestro ambiente, las procesa y emite las respuestas adaptativas ideales para cada situación, sea con respecto a las cifras de presión arterial, volumen sanguíneo, glucosa en sangre y memoria.
Entonces, si el cerebro toma las mejores decisiones en cada instante, ¿Para qué alterará en ocasiones a la memoria, introduciendo el olvido? ¿Por qué está equivocado?… ¿Por qué su estructura está “fallada”?…No, porque en esa situación el olvido implica que la persona se “salve“ de un mal mayor. Esos males mayores están constituidos por conflictos y duelos no elaborados que implican estrés emocional, angustia extrema para esa persona y que quedan ocultos de esta manera, no manifestándose como enfermedad orgánica grave en otra parte del cuerpo.
Vimos que esta computadora es esencial para nuestra memoria y nuestra vida toda y es emula de la computadora universal (la llamemos por el nombre que prefiramos, según nuestras creencias: metafísicas, espirituales y religiosas). Por tanto, responde a las leyes de la naturaleza, de la Biología.
¿Cómo la preservamos?
Dándole el material para funcionar: todo el oxígeno y la glucosa que necesite, eso implica controlar función cardíaca, respiración sin “humo”, presión arterial, peso, alimentación, horas de descanso adecuadas.
Ejercitándola con nuevos desafíos cognitivos que gratifiquen y diviertan (la plasticidad del cerebro es enorme).
Expresando las emociones que nos invaden, teniendo coherencia entre lo que pensamos y lo que expresamos o realizamos, cuestiones que nos van a conservar la salud, estado natural del individuo, en todos los órdenes, no sólo en la función mnésica.
Y considerando a la vida como un bien para cuidar, sí pero por sobre todo, para disfrutar a cualquier edad.