En el marco del Simposio Internacional “Controversias en Insuficiencias Cardíacas” que se realizará el 27 de mayo próximo, el Dr. Carlos A. Dumont (integrante del Servicio de Cardiología y Diagnóstico por Imágenes) y la Dra. Laura Sanziani (Jefa del Servicio de Arritmias Cardíacas y Dispositivos Implantables) de Grupo Gamma nos acercan información sobre una de las enfermedades que causa más invalidez y mortalidad.
¿Qué es la Insuficiencia Cardíaca Aguda?
La Insuficiencia Cardíaca (IC) se puede definir como una anomalía de la estructura o la función cardíaca que hace que el corazón no pueda suministrar la cantidad de oxígeno necesario para satisfacer las demandas del organismo. La Insuficiencia Cardíaca aguda se define como un cambio rápido o gradual en los síntomas o signos de IC que generan la necesidad de un tratamiento urgente. Como consecuencia directa, se presenta un cuadro clínico en el que pueden aparecer signos o síntomas relacionados con:
-una reducción de la cantidad de sangre expulsada por el corazón hacia el resto de los órganos como son una caída en la presión arterial, desmayo, y confusión mental, entre otros; o
– a un aumento de la congestión por retención de líquido ya sea a nivel pulmonar, provocando falta de aire, o a nivel sistémico manifestándose con edema de las piernas y distención del abdomen, entre otros. Puede ocurrir en pacientes en los que se desconozca una enfermedad previa del corazón o por empeoramiento de un cuadro de IC crónica preexistente.
¿Cuál es su prevalencia y su riesgo?
En los últimos años, la Insuficiencia Cardíaca Crónica aumentó su prevalencia y también lo hizo el número de hospitalizaciones por descompensación. Aproximadamente un 1 a 2% de la población adulta de los países desarrollados tiene Insuficiencia Cardíaca, pero la prevalencia aumenta hasta más del 10% entre las personas de 70 o más años. La Insuficiencia Cardíaca es una de las enfermedades cardiovasculares que causan más invalidez, más mortalidad y mayor gasto en los países occidentales. La mortalidad global durante la hospitalización es del 4% al 8% y es mucho mayor en cuadros de Insuficiencia Cardíaca secundaria a infarto agudo de miocardio. La tasa de re hospitalización es del 35% al 50% en el primer año, con una mortalidad del 25% al 35%. Diferentes condiciones cardiovasculares (síndromes coronarios agudos, hipertensión arterial, enfermedad valvular, arritmias, tromboembolia pulmonar) o no cardíacas (diabetes, anemia, insuficiencia renal) pueden ser causas desencadenantes o contribuir a la fisiopatología de la Isuficiencia Cardíaca Aguda.
¿Cuáles son las principales medidas de prevención?
Demostrar una causa cardíaca subyacente es esencial para el diagnóstico de la Insuficiencia Cardíaca. Habitualmente, es la enfermedad del músculo cardíaco la que produce el deterioro en la función de bomba que tiene el corazón, representando el estadío final de una variedad de enfermedades cardiovasculares. No obstante, las anomalías de la función de lleno cardíaco o de sus válvulas y trastornos del ritmo eléctrico también pueden causar Insuficiencia Cardíaca (y pueden incluso combinarse entre sí).
Identificar el problema cardíaco subyacente también es crucial por razones terapéuticas y preventivas, ya que cada afección concreta determina qué tratamiento específico utilizar. Por ejemplo: cirugía valvular para la enfermedad valvular, revascularización quirúrgica o percutánea en la insuficiencia coronaria, tratamiento farmacológico especifico para el deterioro de la función de bomba, y control de la presión arterial, entre otros.
¿Qué es la Miocardiopatía Dilatada? ¿A quiénes afecta?
Al menos la mitad de los pacientes con Insuficiencia Cardíaca tienen una función ventricular izquierda reducida. La enfermedad arterial coronaria es la causa de aproximadamente dos tercios de estos pacientes. Hay muchas otras causas de disfunción ventricular como una infección viral previa (reconocida o no), abuso de alcohol, quimioterapia (p. ej., doxorubicina o trastuzumab) o la Miocardiopatía Dilatada «Idiopática».
La Miocardiopatía Dilatada Idiopática o sin causa aparente, es una enfermedad familiar en un 30-50% de los casos. Hasta el momento se han identificado mutaciones asociadas con esta enfermedad en más de 25 genes diferentes. Los estudios de correlación entre genotipo y fenotipo muestran que ciertas características clínicas, como la presencia de trastornos de la conducción, miopatía esquelética o hipertrabeculación, pueden orientar hacia la causa genética (heredada) de la enfermedad.
¿Qué se entiende por Terapia de Resincronización Cardíaca?
Durante las últimas décadas, se han producido muchos avances del tratamiento farmacológico que han elevado la esperanza de vida de los pacientes con Insuficiencia Cardíaca y han mitigado los síntomas de este trastorno. No obstante, la mortalidad y la calidad de vida siguen siendo motivo de preocupación en la inmensa mayoría de los pacientes con Insuficiencia Cardíaca.
En la década de los 90, Mower introdujo en la práctica clínica el uso de los inicialmente llamados “Marcapasos Biventriculares” para el tratamiento de la disfunción miocárdica asociada a trastornos eléctricos que producen una falta de sincronía en el accionar entre el lado derecho y el lado izquierdo del corazón. Desde entonces, se ha producido una notable evolución de la Terapia de Resincronización Cardíaca (TRC), tanto en su desarrollo técnico como en el conocimiento de la fisiopatología de la disincronía electromecánica. Además, en los últimos 20 años, varios estudios científicos han contribuido a establecer y ampliar las indicaciones de la TRC en la población de pacientes con Insuficiencia Cardíaca tanto con síntomas de carácter leve como para los más graves, por su beneficio en reducir la mortalidad cardiovascular y las hospitalizaciones por Insuficiencia Cardíaca. A pesar de ello, hay entre un 25 y un 30% de los pacientes que no responden a esta terapia.
Un minucioso análisis de las características clínicas del paciente para seleccionarlo como candidato a recibir esta terapia, un creciente conocimiento fisiopatológico de la disincronopatía mecánica, sumado a la ayuda de nuevas herramientas diagnósticas para valorar la presencia de fibrosis miocárdica (Resonancia Magnética Cardíaca) y la anatomía venosa de cada paciente en particular (Angiotomografía multicorte) pueden ser útiles para aplicar una Terapia de Resincronización «personalizada», y lograr así reducir aun más la tasa de no respondedores a dicha terapéutica.
Fuente: Departamento de Marketing – Grupo Gamma