Los efectos perniciosos del tabaco sobre el sistema respiratorio afectan también a personas con enfermedades respiratorias no relacionadas directamente con el tabaco, pero cuya evolución sí que puede estar marcada por la exposición activa o pasiva al humo de tabaco.
En este sentido, el asma es una enfermedad compleja donde el tabaquismo no es el agente causal, sin embargo la exposición al tabaco sí influye en su frecuencia y, sobre todo, en su evolución.
A continuación resumiremos los principales efectos del humo de tabaco sobre el asmaanalizando en primer lugar los efectos del tabaco en el desarrollo de asma tanto en niños como en adultos, y en segundo lugar los efectos del aire contaminado con humo de tabaco en personas ya diagnosticadas de asma.
Efectos del humo del tabaco en el desarrollo de asma
En los primeros años de vida:
El tabaquismo materno es la mayor fuente de exposición a los componentes del tabaco para los niños “in útero”, así como durante la primera infancia. Los hijos de madres fumadoras, independientemente que desarrollen asma o no, tienen pruebas de función respiratoria menores en el momento del nacimiento respecto a niños de madres no fumadoras.
Además, múltiples estudios epidemiológicos han demostrado que la exposición del feto o del niño al humo de tabaco, especialmente si la madre es la fumadora, es un factor de riesgo para el desarrollo de asma infantil. Este riesgo aumentado de padecer asma en los hijos de fumadores está directamente relacionado con la dosis de tabaco que fuman los padres.
Por lo expuesto, es muy importante que las mujeres embarazadas no fumen y que se evite el aire contaminado con humo de tabaco de los padres en los primeros años de la vida, en aras de una prevención primaria eficaz del desarrollo del asma bronquial.
En la vida adulta:
Entre los fumadores adultos no se ha demostrado, al menos tan claramente, una mayor prevalencia de asma respecto a las personas no fumadoras, al contrario de lo que ocurre con otras enfermedades respiratorias directamente producidas por el tabaco.
Aunque las personas que fuman tienen mayor hiperreactividad bronquial inespecífica (espasmo de los bronquios producido por inhalación de sustancias irritantes) que los no fumadores, y mayor prevalencia de síntomas “asmatiformes” con sibilancias (silbidos en el pecho), tos o disnea, esto es debido a la inflamación bronquial producida por el tabaco, de distinta naturaleza que la inflamación alérgica o asmática, que tiende a remitir al dejar de fumar (al contrario que la inflamación alérgica o asmática que es persistente en el tiempo).
No obstante, a la hora de interpretar estos datos hay que tener en cuenta que la mayor parte de los asmáticos adultos son personas que han tenido asma en la infancia y que tras un periodo sin síntomas la enfermedad se reactiva.
Por eso es difícil saber si los síntomas de asma en la edad adulta corresponden a un asma de inicio reciente, o a un asma de la infancia agudizada, lo que hace difícil la interpretación de los estudios epidemiológicos. En ese sentido, y en contraposición con lo anterior, sí está claro que en ciertas formas de asma del adulto, el hábito de fumar es un factor de riesgo para su aparición.
Efectos del humo del tabaco sobre el asma ya establecida
En niños asmáticos, al igual que en los adultos, la exposición a aire contaminado con humo de tabaco, es un desencadenante inespecífico de crisis agudas de asma bronquial.
En los niños asmáticos el pronóstico es peor a largo plazo si los padres son fumadores. El asma es más grave en estos niños, con mayor necesidad de medicación, visitas a urgencias y hospitalizaciones, así como una menor respuesta al tratamiento habitual. Hay trabajos que demuestran que si los padres abandonan el hábito de fumar, o evitan que sus hijos respiren el aire contaminado con humo de tabaco, la gravedad de los síntomas disminuye.
De forma similar a lo que ocurre con los niños, en adultos asmáticos el tabaquismo activo o la exposición pasiva al aire contaminado con humo de tabaco tiene implicaciones en la evolución de su enfermedad. Hay una mayor gravedad de los síntomas, con un mayor número de agudizaciones de asma, mayor riesgo de hospitalizaciones y menor respuesta al tratamiento médico habitual.
Este riesgo es especialmente elevado cuando se produce exposición en los primeros años de vida y, sobre todo, en el feto debido al hábito de fumar de la madre.
Una vez desarrollado el asma bronquial, la exposición al aire contaminado con humo de tabaco puede desencadenar agudizaciones, aumentar la gravedad, aumentar el número de atenciones urgentes u hospitalizaciones, así como dar lugar a una peor respuesta al tratamiento habitual.
El aire contaminado con humo de tabaco es un factor de riesgo prevenible, que debe ser evitado en lugares públicos y en el trabajo. La elevada prevalencia de asma bronquial en la población general (alrededor del 10% de la población general en la infancia y 5% en la adultez) y la influencia del aire contaminado con humo de tabaco en la enfermedad, obligan a respetar los derechos de esta población, que en muchas ocasiones tienen que limitar sus actividades en espacios públicos por ese motivo.
Por último debe resaltarse la importantísima necesidad de evitar la exposición al aire contaminado por humo de tabaco en mujeres embarazadas y en niños, por su importante efecto nocivo en esta población.