Insólito: Cobran tanto que renuncian

Ofrecer sueldos por encima del mercado puede resultar un problema a la hora de retener talentos.

Si bien ofrecer un salario competitivo es el primer paso para adquirir y retener talento, Google podría haber llegado al otro extremo: sus empleados ganan tanto que se van de la empresa. 

El problema comenzó cuando el proyecto de autos autónomos de Google levantó vuelo. Los primeros empleados que se incorporaron al proyecto quedaron dentro de un sistema de compensaciones basadas en el valor del proyecto. Para el 2020, los números eran tan grandes que algunos de los miembros del equipo ya no necesitaban de la seguridad económica que les brindaba su puesto en Google, sino que ya estaban “hechos”.

El rango de salarios en Google en Estados Unidos para un no-ejecutivo es entre US$ 42 mil a US$ 300 mil anuales, según la encuesta Paysa. Google se posiciona como una de las empresas mejor pagas en Estados Unidos: un sueldo común de un empleado de la empresa puede ganar US$ 116 mil anuales. Según Glassdor, un analista ganaría $103 mil al mes.

En diciembre, la unidad se transformó en una empresa independiente llamada Waymo y el sistema se reemplazó por una estructura más uniforme. Aún así, el impacto de las compensaciones fue tan grande que Alphabet, la empresa madre de Google, que les significó un gran aumento en los gastos.

Los gordos cheques impulsaron un éxodo de ingenieros de la compañía, que en ese entonces daba sus primeros pasos para dejar de vivir de la publicidad digital y convertirse en una tecnológica con un portfolio diversificado. Otras de sus divisiones como Verily, enfocada en el sector Salud, usan sistemas de compensación pero ninguna tuvo las consecuencias que el proyecto de autos inteligentes.

Todavía no revelaron cuál fue el indicador que disparó las compensaciones de los trabajadores de Waymo, pero creció tan rápido que resultó incontrolable. En solo cinco años los vehículos de Google habían recorrido más de un millón y medio de kilómetros de forma autónoma y otras compañías como Toyota y Tesla anunciaron sus propios planes para desarrollar soluciones similares. Los analistas ya estaban diciendo que la tecnología iba a revolucionar la industria automotriz.

Chris Urmson, el líder del proyecto se fue para trabajar en su propia startup. A él lo siguieron otros miembros del equipo. Algunos se organizaron y crearon Otto, una compañía de camiones autónomos que terminó siendo comprada por Uber y otro ejecutivo del proyecto, Bryan Salesky, creó Argo AI, una empresa de inteligencia artificial que recibió más de US$ 1.000 millones de Ford y otras empresas.

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