Lo que hizo el hombre fue adjuntar una nota al lomo del perro y luego lo envió en dirección a la tienda.
Parece que el pequeño chihuahua conocía el camino, porque fue capaz de llegar a la tienda con la nota que llegó a manos del tendero.
La nota en cuestión decía:
“Hola, señor de la tienda, ¿Puede venderle a mi perrita unos cheetos naranjas?, rojos no porque pican en el collar. Trae $20.-
Ojo, si no atiende bien a mi perra, lo muerde…
Atte. el vecino de enfrente
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