La experiencia de los empresarios que se metieron en política en las Primarias (PASO) no es evaluada por sus protagonistas de acuerdo al resultado, solamente, sino en torno a las lecciones aprendidas. Querían ser parte del sector que toma las decisiones y no solo quienes desde afuera imploren soluciones. De allí que se metieron en el oficialismo mendocino de Cambia Mendoza con su marca Cambia Ya, en donde confluyeron con otras rebeldías: los que se fueron del PD, los que reniegan de la conducción del PRO, protopartidos vinculados a la producción y particulares que nunca se habían metido en la partidocracia, junto a otros que sí. Fueron coordinados por Sergio Miranda.
Este último y experimentado dirigente, el fin de semana inscribió una conducción para uno de los partidos que funcionaban como eje de la alianza, Republicanos Unidos, la consecuencia de Recrear de Ricardo López Murphy, y los empresarios no se vieron reflejados allí, por lo que decidieron “cortar por lo sano”. “Estamos armando una fuerza propia, que no signifique que está en contra de alguien, sino que apuesta por el sentido común; más esfuerzo en saber cómo resolver problemas que en en la rosca”, según admitió la principal cara de la última campaña, Rodolfo Vargas Arizu.
Por supuesto que ya pasaron el período de la inocencia. Algunos de sus referentes dejaron de renegar de la política, pero prometen que seguirán haciéndolo de sus prácticas antiguas y, sobre todo, de apostar por la inercia o el gatopardismo, esto es, cambiar alguna cosita para que al final nada cambie y todo siga por inercia, en la misma rueda.
Los empresarios no lo dicen y, si lo hiciera, los dirigentes partidocráticos lo desmentirían, pero hasta ahora eran a quienes les tiraban de la manga para financiar campañas. A cambio, pedían tener voz en cuestiones vinculadas -según ellos- a la transparencia del Estado y la racionalidad impositiva. Ahora han decido que los recursos son para su propio desempeño dentro de la política, para cambiarla.
No quieren agitar diferencias, aunque las hay. Solo mirar hacia adelante. Y según pudo conocer Memo, se organizan para 2023, por lo cual en 2022 esperan poder tener una estructura capaz de sostener una oferta de candidatos vinculados a la producción y la generación de empleo, la industria y el comercio, desde gobernador hasta concejales en los municipios.
Les ha quedado el entusiasmo y sostienen que verifican impulso para romper con la inercia, desde múltiples cámaras empresariales y protagonistas que desean darle otra energía a la gestión del Estado. Siguen siendo amigos de quienes lo eran antes, es decir, los aliados de Cambia Mendoza, pero creen que pueden generar otros, sobre todo, luego de dos fenómenos:
- La dispersión que generaron las Primarias (PASO) dentro del sistema de partidos y luego, los resultados de la generales, que han hecho implosionar a unas alianzas y a esperanzarse a otras.
- La cerrazón de los triunfadores, a quienes el éxito les provoca el problema de la hegemonía interna y que podría generar rebeliones hacia adentro.
De tal modo, no se terminó el año político con los últimos comicios. Tampoco podrá decirse que el año que viene no lo sea. Por el contrario, empezó una etapa que “los empresarios”, tal como se simplifica al colectivo para ubicarlos en el mapa, identifican con sucesos como los de Chile, en donde la política tradicional fue quedando atrás como en un cambio de piel, para evolucionar hacia nuevos nombres y propuestas.