Durante los años en que Diana Turner trabajó en una oficina, siempre tuvo el sueño de levantarse en medio de una reunión, gritar su fastidio y voltear la mesa de la sala de juntas. Este tipo de fantasías a la carta son parte del menú de los espacios de entretenimiento denominados ‘cuartos de la ira’, un negocio en el que Turner decidió incursionar.
La propuesta parte de cifras aplastantes: 43% padece estrés laboral, de acuerdo con un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Esto está relacionado con las prolongadas jornadas laborales en el país, donde 29% de los trabajadores tiene horarios muy largos, superando el promedio de 11% de los países de la OCDE.
Para Turner y su socia resultaba claro que, con las condiciones emocionales en las que se vive, hacía falta espacios de liberación y para hacer catarsis. Al inicio, ambas pensaron en recrear algo muy doméstico, donde se pudieran romper platos y vajillas, pero la idea se transformó pronto en un cuarto de ira, Break it, relata Turner.
“Nos pareció curioso poder plantear un cuarto de ira, cuando la tendencia tiene como siete u ocho años. Comenzamos a hacer pruebas, con el objetivo de desahogar el estrés, las frustraciones a través de romper cosas de forma amena, y luego terminar con un proceso de relajación”, comenta la emprendedora.
Los cuartos de la ira nacieron en Japón en 2008 como un esquema de entretenimiento enfocado a parejas que buscaban desahogo emocional. El concepto se hizo popular y comenzó a crecer geográficamente. Estos espacios forman parte de áreas de entretenimiento, pero no terapéuticos, explica Mariana Alfaro, directora del Departamento de Mercadotecnia de la región centro del Tecnológico de Monterrey.
“La crítica es muy fuerte, porque si bien puede ser entretenimiento, si no hay apoyo de un profesional para sacar la ira y la frustración, ni un cierre terapéutico o clínico que ayude a cuidar ese enojo con otra canalización, se puede ver como que está bien romper, destruir y abrir una caja de Pandora en que, para llegar a la tranquilidad hay que atravesar la violencia”, opina Alfaro.
La experiencia de Break It consiste, en una primera etapa, en romper objetos, primordialmente, de reciclaje, o golpear un costal de box, por un periodo de no más de 20 minutos. A diferencia de otros cuartos de la ira en el mundo, el concepto desarrollado por Turner contempla un cierre al momento del desahogo. Éste consiste en un cuarto de relajación donde se brinda aromaterapia, meditación y masajes para relajar los músculos. El personal que cuida a los visitantes va desde terapeutas a especialistas en psicoterapia emocional o hipnosis, entre otros.
El modelo de negocio está en proceso de prueba y error, dice Turner. Era difícil conocer cuáles serían los costos iniciales sin tener claro todo lo que era necesario para tener una experiencia adecuada. Así empezó la búsqueda de proveedores de material de desecho, como botellas, computadoras, televisores viejos, y luego, dónde desechar todo una vez roto, pues el servicio de recolección no admite vidrio roto, ejemplifica la emprendedora.
Después vino encontrar el local adecuado, entender que también era necesario personal de seguridad, y probar con distintos equipos de protección hasta encontrar el adecuado.
Para Alfaro, el éxito de este tipo de negocios consiste en tener una estrategia de mercadotecnia clara y transparente, tratarlo como un tema de entretenimiento más que terapéutico, y dejar muy claro para quién sí y para quién no está recomendado.
Nadia Paredes, psicoterapeuta y especializada en terapia de arte, señala que es necesario entender que este tipo de ejercicios son para un momento, pero no es una fórmula definitiva para acabar con el estrés. “Es una solución temporal. Hoy me siento mejor porque tuve una catarsis intensa que liberó mucha tensión, pero si el estrés sigue, ¿de qué sirve la catarsis de un día? Es como ponerle una curita a una herida que necesita 130 puntos para cerrar de manera saludable”, sostiene.
En el modelo inicial de Break It, las experiencias se personalizan con el tipo de material para romper y tiempos, pero ya comienzan a recrearse espacios en que las personas buscan liberar estrés. “La idea es hacer escenarios completos, como una oficina, con impresoras, escritorios y romper con todo eso que te molesta. También queremos recrear experiencias que incluyan actores, por ejemplo, siempre he querido tirarle una copa de vino en la cara a alguien”, dice Turner.
Por ahora, la recreación se hace en escenarios muy sencillos, pues el enfoque que se pretende fortalecer es el de la relajación, que, para la emprendedora, sería un diferenciador indispensable. En otros países, los cuartos de ira son sólo para la etapa de liberación y no de relajación, lo que considera una parte fundamental.
Fuente: CNN México