Según la doctora Carol Dweck, profesora de Psicología en la Universidad de Stanford, y una de las más reconocidas investigadoras del comportamiento humano, hay dos tipos de mentalidades: fija y de crecimiento.
¿Cómo se forja una mentalidad ganadora?
Es una pregunta que, al menos cada cuatro años, planea por nuestras cabezas cuando asistimos a las hazañas olímpicas: “¿Cómo se preparan los deportistas de élite para alcanzar su máximo rendimiento?”
- Estar nervioso es bueno.
- No hagas todo el trabajo tú solo.
- Entrena tu mente.
- Habla contigo mismo.
¿Qué distingue a las personas exitosas de las demás?
Más allá de lo que pueda presumirse, la inteligencia no lo es todo: se trata de ciertos hábitos que, sostenidos en el tiempo, producen un resultado diferente al de la mayoría.
La mentalidad fija está determinada por paradigmas estancos que no apoyan la evolución del individuo porque lo llevan a generar conflictos permanentemente ya que se basan en esquemas de pensamiento arcaicos y formas de ser que no se condicen con lo que la persona quiere conseguir. En consecuencia, obtiene resultados pobres y muy distantes de lo que anhela.
En cambio, la mentalidad de crecimiento está orientada a apoyar la evolución, a la curiosidad, a la búsqueda de soluciones y alternativas, a proyectar una sensación de futuro grandioso empezando por el hoy, a no dejarse cegar por los puntos de vista que obstruyen la capacidad de mirar más ampliamente el mundo y a abrirse a lo nuevo.
¿Cuál es tu mentalidad?
Para Dweck, es posible diferenciar una mentalidad fija de una de crecimiento según las concepciones que cada persona tiene del mundo, de su experiencia y, sobre todo, de cómo las ha resignificado. Por un lado, algunos creen que el éxito que tienen se basa en sus capacidades innatas (las que traen desde que nacieron). Pero para otros su personal éxito se basa en el trabajo, la formación y la fortaleza interna.
Quien tiene una mente fija, vive el fracaso de forma totalmente negativa: se desanima y pierde todo interés por volver a intentarlo. Ocurre exactamente lo opuesto en quien tiene mentalidad de crecimiento: se coloca en el lugar del aprendiz y sabe que esa experiencia es parte del camino que lo llevará al éxito en lo que se proponga.
Las excusas son un hábito: la mayoría de las personas viven poniéndolas para no tomar acción y obtener los resultados que dicen que quieren. Van desde justificar por qué no cuidan su salud hasta dejar de asumir las tareas en el trabajo; desde dejar de estudiar cuando tienen un examen inminente hasta ‘plantar’ a los amigos cancelando a último momento.
La doctora Dweck expresa que “con una mentalidad fija, las personas creen que sus habilidades básicas, su inteligencia y su talento, son sólo rasgos de su personalidad. Piensan que poseen una cierta capacidad y que eso es inamovible. Con una mentalidad de crecimiento, en cambio, entienden que sus talentos y habilidades se pueden desarrollar a través del esfuerzo, la enseñanza y la persistencia. No piensan que todo el mundo sea igual, ni que cualquier persona pueden ser Einstein, pero creen que cualquiera puede ser más inteligente si trabaja en ello”.
¿Cómo entrenar la mentalidad de crecimiento?
1 – Descubrí tu pasión y seguila
Muchas personas con mente fija hacen lo que dicta la mayoría; en cambio, para crecer, se necesita conectar con tu capacidad interna.
2 – Entrenate en los momentos difíciles
En vez de quedarte estancado y quejándote (propio de la mente fija), asumí las situaciones como un reto a superar. Esto es: te caés, te levantás, te sacudís los raspones y seguís adelante.
Posiblemente, las tres palabras más repetidas dentro de la cultura organizacional en cualquier empresa del mundo son: pasión, compromiso y responsabilidad. La cuarta es resultados. Esos tres grandes motores impulsan a las personas, tanto en forma individual como colectiva, a la posibilidad de lo imposible; a generar transformaciones que ni ellos mismos podían imaginar, y a conquistar resultados que, sin esos componentes, jamás llegarían.
3 – Mantené el pensamiento en tu meta más constructiva
Para generar la co-creación de los trazos relevantes, necesitás que tu mente sea optimista permanentemente; así generarás una energía que te ayudará a concretar los objetivos por difíciles que parezcan al principio.
4 – Practicá la disciplina
Empezando por lo cotidiano y más sencillo, avanzá en disciplinarte en todo momento y lugar. Con el tiempo habrás dejado de lado las postergaciones, la queja y cualquier otro comportamiento contrario a tu mentalidad de crecimiento.
Uno de los grandes desafíos del mundo actual es aprender a organizar el tiempo. El día pasa volando, y existe la sensación de que la vertiginosidad de hoy no nos permite disfrutar de la vida en sus aspectos esenciales. Una clave fundamental para gestionar mejor el uso del tiempo es aprender a organizar la jornada laboral.
5 – Enfocate en lo esencial a resolver
Cada problema es una oportunidad de aprender algo. Las personas de mente fija se obsesionan en la palabra “problema , por eso gastan una enorme cantidad de energía en cada situación conflictiva que se presenta. Las de mente de crecimiento observan, se distancian, sacan algunas conclusiones y eligen un camino superador que llevan a la práctica de inmediato. No agregan emoción más allá de lo necesario.