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La escapada perfecta para un almuerzo de negocios

Alejado del caos céntrico, pero cerca, a la vez, para volver a tiempo a la oficina. El ruido del tránsito se transforma en una música apacible, sin, ni siquiera, onomatopeyas de choques de vajilla y cubiertos. La parrilla, lista para sacar un pulposo entrecot; y en la mesa, un tímido rayo de sol de mediodía que se sienta sin permiso incitando, tras el almuerzo, a una tentadora siesta.

Éste es el escenario cálido y de sosiego que ofrece el emblemático restaurante de Pichincha, Chicharra (en la esquina de Pueyrredón y Brown), y que hace dos semanas retomó su propuesta de los mediodías, con un menú sugerido y un clima propicio para las reuniones ejecutivas, de negocios o, bien, de entre amigos.

Incluso, su dueño, Juan Pablo, que atiende personalmente con la misma paz que se respira en el local, señaló que uno de sus objetivos, en este nuevo horario es ser una especie de extensión para aquellos empresarios que, casi religiosamente, asisten a Chicharra a la hora de la cena.

Así, Pichincha –que conserva su tradicional calma- hoy adquiere un ambiente distendido para lograr una escapada perfecta en el horario del almuerzo, acompañando al mismo con una variada carta de vinos, cuya cava es la protagonista en la bienvenida al local, ingresando por Pueyrredón.

Para este tipo de encuentros, sin dudas, una de las mesas más codiciadas es la redonda, que se encuentra en la “articulación” del restaurante, es decir, donde el local hace la curva con la esquina para continuar hacia el ala de calle Brown, donde otra cava de menor tamaño saluda desde el fondo.

A su vez, un enorme mural del gran parrillero “Chicharra”, de 1930, resalta en la escenografía del restaurante y marca su tradición: la carne a las brasas. Aunque ofrece una variada gama de ensaladas, pastas, pescados y entradas, el local se destaca por su suculenta parrilla.

Cabe aclarar que aquel el nombre del restaurante recuerda el apodo de aquel parrillero que preparaba los soberbios asados que se degustaban en “La Carmelita”, aquella legendaria parrilla del entonces barrio prostibulario Pichincha, ubicada en Ovidio Lagos y Jujuy, entre los años 1918 y 1934. Allí, según “Prostitución y rufianismo”, de Rafael Ielpi y Héctor N. Zinni, se podía tomar un guindado uruguayo y escuchar clásicos del tango, además de olvidados cantores y payadores.

Es por ello, que Chicharra, fundado el 24 de agosto de 2006, ofrece, además, una cita con la historia de Rosario y el tango del Río de la Plata. Es que en sus paredes interiores de ladrillo visto, que le dan el marco acogedor a los almuerzos cargados de tranquilidad, se conforma una escenografía original que apunta tanto a la cultura rosarina y de la región como a la pasión que despierta el fútbol. Cuadros del “Negro” Fontanarrosa, Carlos Gardel, Astor Piazzolla, Pablo Neruda, Julio Cortázar; las camisetas de la selección de Lionel Messi y la de los últimos campeonatos de Newell`s (firmada por el “Tata” Martino) y de Central (firmada por Miguel Ángel Russo) y un cuadro inédito de Ángel Baratucci, además de reales instrumentos clásicos del tango, como el bandoneón y el violín, que sobresalen en la decoración, terminan de dibujar la escena perfecta para el almuerzo ejecutivo.

De esta manera, presentada la nueva propuesta de Pichincha, queda claro que una buena opción, entonces, a la hora del almuerzo -seguramente después de una mañana de estrés y cuando aún resta una tarde de trabajo- será dejar que la Chicharra entone su sereno canto para compartir una parrilla con una buena copa de vino.

REDACCIÓN ON24

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