Aunque la situación que atravesamos en todo el planeta sí que es única y nunca antes vivida, en el terreno del marketing deportivo las firmas pueden encontrar cierto paralelismo con situaciones que en su momento vivieron y que provocaron que el objetivo que ahora buscan, entonces también fuera el mismo.
El cómo trata Nike durante estos días de activar su marca con el fin único de que la misma no vaya desapareciendo o perdiendo fortaleza en el subsconsciente de los aficionados no es una estrategia ni mucho menos nueva. adidas llevó a cabo una estrategia similar cuando en el año 2012, y nada más hacer el mayor desembolso de su historia por un embajador de la compañía (el fichaje de Derrick Rose), la firma alemana no tuvo más remedio que argumentar una campaña de marketing que le dio buenísimos resultados durante la lesión que provocó que el jugador estuviera alejado de las pistas de juego durante meses nada más incorporarse a la marca de las tres bandas.
Ahora Nike, con su Living Room Cup, no hace sino más que imitar a la marca alemana en su momento aliándose con su máximo exponente dentro de su catálogo de embajadores, Cristiano Ronaldo, en una muestra más de cómo las grandes compañías siguen trabajando y articulando importantes estrategias aún cuando la situación es más que complicada para todo el mundo.
Frente a ello, en la FIA y en Liberty Media se afanan por intentar que el daño que el coronavirus está provocando en la Fórmula 1 sea el menor posible, un objetivo mucho más complicado que el de Nike y al que, ya reconocen internamente, provocará daños irreversibles en muchas escuderías. La cuestión en la FIA no es ya cómo solventar la situación sino cuánto va a afectar a la Fórmula 1 tal y como hoy la conocemos la crisis de emergencia sanitaria existente a nivel mundial.
Y en medio, noticias que aportan «cierta normalidad» a todo el sector, como el intento de Joma por vestir a Paraguay o la «extraña» situación que vive el Flamengo con adidas. Y es que, aunque el coronavirus quiera arrasar con todo, la industria del marketing deportivo resiste desplazándose de un extremo a otro, viviendo entre situaciones límites como la de las escuderías de la Fórmula 1 y las estrategias de las marcas como el reto de las abdominales de Cristiano.