El Samsung Odyssey G9 es, sobre el papel, el monitor gaming más completo jamás creado. Es también el más espectacular —haya papel o no— gracias a sus 49 pulgadas y sobre todo a una curvatura 1000R prodigiosa que te envuelve y hace que no quieras salir de ahí. Y es también, inevitablemente, caro.
Estamos ante el análisis de un producto aspiracional que probablemente cualquier usuario querría tener en su casa. Una de esas maravillas que demuestran hasta donde puede llegar la tecnología, y al que de hecho, sorprendentemente, puede costar un poco sacar partido.
La hoja de especificaciones del Samsung Odyssey G9 es realmente espectacular. Este modelo (LC49G93TSSUXEN) es un verdadero prodigio por su curva 1000R, pero también por lograr aunar prácticamente todo lo que cualquier gamer podría pedir en un monitor orientado a videojuegos.
Así, tenemos frecuencias de refresco de hasta 240 Hz, certificación HDR1000 y un tiempo de respuesta de 1 ms (Gray-to-Gray), a los que se unen el soporte tanto de Nvidia G-SYNC como de AMD FreeSync Premium Pro para esa frecuencia adaptativa que evita pequeñas aberraciones durante las sesiones de juego.