Martha Cura, la reconocida empresaria gastronómica de rosario, falleció a los 83 años. En ON24 nos enorgullecemos de homenajearla con la transcripción del capítulo exclusivo que tuvo en la edición del libro Pioneras Presentes, en el que se cuenta su biografía, desde sus inicios como ama de casa, hasta su consagración como empresaria.
La ama de casa que expandió su cocina para convertirse en la marca registrada del catering rosarino. Revolucionó el sector gastronómico con sus increíbles presentaciones de platos y ganó espacio en las fiestas más importantes de la ciudad.
De ama de casa a empresaria
Desde muy chica, Martha Carrillo vivió con sus abuelos. A su abuela le encantaba la cocina y recibir mucha gente, costumbre que heredó. Su abuela solía ir al campo, allí hacían dulces con frutos del lugar, también tenía una quinta y un gallinero que aseguraban que la comida fuese 100% casera. De sus abuelos recibió el amor por la cocina, el disfrute de recibir amigos y ser el centro de las reuniones familiares.
A principios de la década del 60 se casó con Jorge Enrique Cura, con quien tiene 5 hijos: Jorge, Juan José, Matías, Mario José y María Mercedes. A los 40 años, ya con su matrimonio consolidado y sus hijos en una edad no tan dependiente, Martha comienza a tomar clases de cocina con Alicia Berguer, Francis Mallman y Beatriz Chopnalez. Estudió en París, en Le Notre, durante un mes, donde tuvo la oportunidad de trabajar en el Ritz y acompañar a su marido, que también había decidido tomar clases de cocina.
Luego comenzó a dar clases en su casa y a expandir su arte culinario creando un pequeño emprendimiento en el que involucró a empleadas domésticas que trabajaban en su casa, y al marido de una de ellas (Ramón), como mozo. También colaboraron en aquella época Dorita Vila Ortiz (Tía de Gaby Villa Ortiz) y Pelusa Martínez. Jorge, su marido, la acompañó desde el primer momento, encargándose de organizar la logística.
La primera comida la hizo en la casa de su madre. Fue una lluviosa noche de fin de año, en la que los invitados eran personas de buen comer, y el menú constaba con una guarnición
de chauchas, -que Martha se encargó de emprolijar durante largas horas con una máquina especial que había traído de Europa-, que no alcanzaron y la obligaron a rearmar e improvisar el plato.
Además de su gran pasión, la cocina, Martha siempre sintió el compromiso de trabajar para los demás que le inculcaron sus padres. Así fue que dirigió un grupo de enseñanza en el Instituto para la Recuperación del Adolescente (IRAR) a sus 16 años; trabajó en la Asociación de Lucha Contra la Epilepsia (ALCE) y en tareas sociales junto al Padre Cantilo.
El arte en la presentación de los platos
Martha fue pionera a la hora de presentar sus platos, visualmente eran increíbles. Una gran forma de subir la vara y marcar tendencia. Logró aplicar todo lo aprendido en clases magistrales e incorporar las experiencias y cursos realizados en el exterior con la utilización de utensilios que traía de afuera. De París tomó los utensilios, allí los usan de cobre, por ejemplo, máquinas para cortes de distintos vegetales, y con esto logró diferenciarse.
Todos comenzaron a hablar de sus platos. Se convirtió en una especie de marca registrada que expresaba glamour y lujo. Fue transgresora a la hora de combinar ingredientes y proponer otros alimentos, siendo la primera en imponer los sabores agridulces. Sus primeros platos –recuerda-, fueron trucha ahumada decorada con una terrina tricolor, terrina de pescado, y asado (en un momento donde todos servían pollo). Ella buscaba diferenciarse y sorprender con propuestas diversas.
Siempre estuvo al frente del equipo de cocineros, los platos se armaban en varios pasos, trabajo en serie bien coordinado para mantener la temperatura necesaria de cada comida y conservar los alimentos. Se concentró tanto en poner su sello personal en cada plato, que jamás prestó atención a lo que hacía el resto del sector gastronómico. Sin embargo, todos empezaron a estar pendientes de ella y tuvieron que aggionarse para mejorar sus presentaciones. Martha Cura marcó un antes y después en el catering rosarino.
De unipersonal a gran empresa familiar
Gracias a la publicidad implacable del boca a boca, fue cada vez más solicitada. Cuando la cocina quedó chica, alquiló un quincho en barrio Los Gráficos, en Fisherton. Y tiempo después, gracias a un gran banquete, la dirigencia del Jockey Club Rosario le ofreció trabajar en el buffet de “Las cuatro hectáreas”, donde pasó varios años. Cuando inició con la empresa tenían 5 o 6 colaboradores, y hoy cuenta con 150 personas fijas más los empleados para eventos.
La empresa comenzó siendo unipersonal, con su impronta bien marcada. Con el crecimiento de la ciudad de Rosario los eventos empezaron a ser más masivos y la emprendimiento empezó a crecer paulatinamente. Hoy en día, se mantiene como una estructura familiar que se sigue tecnificando y profesionalizando para continuar creciendo con la participación de sus hijos.
Metropolitano, donde todo es posible
El proyecto de Metropolitano Centro de Eventos & Convenciones surge como respuesta a una creciente necesidad de contar con un espacio que pudiera albergar grandes eventos. Puntualmente, la idea despertó cuando, en 2006, la ciudad intenta postularse como sede del Congreso de Pediatría, pero no tenía lugar físico para su desarrollo.
La obra completa fue realizada en el transcurso del año 2007 por Jorge Cura -h- junto a sus hermanos. En un principio fueron 5 mil metros cuadrados, que duplicaron dos años después. Se trata de un multiespacios flexible (Metropolitano 1, Metropolitano 2, Contemporáneo, Independencia, Libertad y Panorámico), que consta de un auditorio mayor, único por sus dimensiones y características en el interior del país (1960 metros y 11 metros de altura libre), que puede configurarse de diversas maneras, siendo capaz de alojar hasta 2.500 localidades. Además, tiene un auditorio de 700 metros cuadrados y 7 metros de altura libre. Ambos espacios tienen acústica y pueden funcionar de manera unificada obteniendo una superficie utilizable de 2.600 metros cuadrados y una capacidad de 3.200 localidades. En la
planta baja posee una sala de 400 metros cuadrados que, a su vez, puede subdividirse en tres salas menores y un hall de ingreso de 600 metros cuadrados. En planta alta existe un cuarto salón auditorios de 400 metros cuadrados y una sala de videoconferencias de 50 metros cuadrados. El resto de la superficie del Centro de Convenciones está dedicada a las
áreas de administración, cocina, camarines, servicios técnicos, depósitos y generación de energía eléctrica.
En el afán de un constante crecimiento, duplicaron las dimensiones para realizar todo tipo de eventos y espectáculos: 2.473 metros cuadrados se incorporaron a lo inaugurado originalmente, alcanzando 5 mil metros más, y capacidad para albergar a 10 mil personas. La estructura y el equipamiento otorgan una versatilidad que convierte a Metropolitano en un lugar de innumerables posibilidades, en el que pueden realizarse cinco eventos al mismo tiempo, con la posibilidad de 6 mil personas cenando con la excelencia del catering de Martha Cura. De allí el eslogan “Donde todo es posible”.
La creación de Metropolitano convirtió a Rosario en una nueva plaza de eventos y congresos.
La expansión llega con sus hijos
A causa de la gran expansión del catering de Martha Cura, sus hijos vieron la necesidad de generar un espacio de concentración para la realización de la comida. La idea fue unificar el armado para lograr el seguimiento en la preparación, concentrar la producción, optimizar recursos y mantener la calidad como el sello indiscutible de la empresa. Para ello compraron una propiedad en Junín al 600, cerca de Metropolitano, que se equipó para convertirla en una cocina centralizada de avanzada, con última tecnología adaptada a las normas internacionales de higiene y seguridad. Cuentan con máquinas europeas que ayudan a mantener la cadena de frío y regular la temperatura de los alimentos, supervisados por cuatro especialistas en bromatología.
Aunque los eventos son muchos, jamás se pierde ese toque de vanguardia, de excelencia en el menú. Así como Martha solía viajar en sus comienzos para perfeccionarse y traer nuevas ideas, sus hijos mantienen esa línea. Matías es el encargado de viajar y captar las nuevas tendencias junto al jefe de cocina. Mientras que Mario José abarca la logística en general, y Jorge se encarga de las cuestiones “macro” de todos los emprendimientos. Por su parte, Juan y Mercedes se ocupan de MC Viandas Premium, un servicio gastronómico integral formulado a la medida de sectores corporativos, priorizando las necesidades nutricionales en variantes saludables y atractivas.
La frutilla del postre llegó en julio del 2017 cuando adquieren Posta 36, para darle un nuevo giro a las fiestas rosarinas. Se trata de un lugar tradicional ubicado estratégicamente en La Florida, al que le introdujeron numerosos cambios: el salón fue modificado y acustizado por completo, construyeron una cocina nueva, remodelaron los baños y cambiaron los pisos. La mayor intervención todavía está en obra, y consta de una adaptación del ingreso por la barranca, con un amplio estacionamiento y acceso al predio a través de un ascensor desde la parte baja. Fue inaugurado en noviembre del mismo año. Así recuperaron un eje fundamental de un negocio del que fueron pioneros con “Terrazas del Paraná”, ampliando su capacidad de cuatrocientas a seiscientas personas.
Los últimos emprendimientos abren espacio para la tercera generación. Hasta ahora, de los diez nietos de Martha sólo Sofía y Jorge Jr., hijos de Jorge, dieron sus primeros pasos en la empresa. En cuanto a Sol (también hija de Jorge), Esmeralda y Gregorio (hijos de Juan), India, Uma y Cloe (hijos de Matías), Victoria (hija de Mario), e Ignacio (hijo de Mercedes) aún no están en edad de trabajar, pero saben que tienen un lugar reservado.
Un nuevo espacio delicatessen
Inspirado en la gastronomía de alta gama, Jorge Cura emprendió, en 2017, su incursión en el mundo del vino. Allí surge la bodega Porco Diablo Wines, que es consecuencia del esfuerzo confiado al enólogo Lucas Nieven, un joven trasgresor que supo trabajar en destacadas
bodegas, como Catena Zapata, y se entusiasmó en el nuevo proyecto. Entre los vinos que se destacan se cuentan Porco Diablo, Luz Mala y Déspota (que también tiene su versión en champagne). En su primer año llegaron a producir 12 mil botellas, las cuales fueron parte de cenas destacadas de MC Catering, pero también tuvieron como destino Córdoba y Capital Federal. Para el 2018 proyectan alcanzar las 60 mil botellas e incursionar en aceite de oliva y aceto balsámico, buscando el tiempo y la dedicación para la variación del negocio.
El origen fue una profunda vocación
Martha asegura que, a pesar de los sacrificios, volvería a comenzar desde cero con su empresa. “El día que mi hijo Juan se recibió de veterinario no pude asistir porque esa noche tenía una cena importante (…) Uno se pierde muchas cosas”, confía.
Su valentía y osadía le permitieron hacer lo que sentía; y esa pasión es la que explica su impresionante expansión, que la ubica al frente de la compañía de catering más importante de la ciudad.