Luis Lacalle Pou en la cena de Fundación Libertad

Roberto Vázquez Ferreyra dio su parecer acerca del discurso del mandatario uruguayo

Por Prof Dr. Roberto A. Vázquez Ferreyra

La Fundación Libertad nació en Rosario en 1988 como una ONG que trabaja en la investigación y difusión de temas de políticas públicas promoviendo las ideas de la libertad, el republicanismo, la democracia y el Estado de Derecho.  Desde sus humildes orígenes en una pequeña oficina de calle Sarmiento -frente al diario La Capital,- en la ciudad de Rosario, hoy en día gracias al trabajo incansable de su presidente Gerardo Bongiovanni y un lujoso equipo de trabajo,  ha trascendido las fronteras de su ciudad de origen y de la propia República Argentina. 

La Fundación Libertad, semanas atrás celebró con una cena su aniversario; esta vez el 36º. Pocas entidades tienen la capacidad de convocatoria  de la Fundación Libertad, a punto que en esta oportunidad concurrieron a la cena los Presidentes de Uruguay Luis Lacalle Pou y de Argentina Javier Milei, los ex presidentes Mauricio Macri de Argentina y José María Aznar de España, y cientos de dirigentes políticos, empresarios, funcionarios y público en general. También personajes del espectáculo como la Sra. Mirtha Legrand.  Al igual que todos los años se escucharon varios discursos, destacándose el año pasado el de Cayetana Álvarez de Toledo.  En esta oportunidad fueron varios los oradores. Así por ejemplo Mauricio Macri hizo una semblanza de su par chileno Sebastián Piñera lamentablemente fallecido hace pocos meses, pero hubo un discurso que se destacó entre todos pues constituyó una verdadera clase de ciencia política, y fue el discurso del Presidente Luis Lacalle Pou, a quien le quedan menos de 300 días de gobierno.  En sus palabras recordó que entre Argentina y Uruguay hay intereses permanentes que sufren altos y bajos, recordando que en tres meses de Gobierno de Javier Milei ya se pudo lograr un acuerdo para el dragado a 14 metros  del canal de acceso al Puerto de Montevideo. Ello demuestra un cambio de mentalidad que permite grandes mutaciones en beneficio de ambos países, pudiendo pensar en un Mercosur en serio que permita a Uruguay y Argentina jugar en cancha grande, dejando de lado la inmovilidad. Tal vez lo que más impactó en el público de sus palabras fue la referencia a la necesidad de tener un Estado fuerte que no es lo mismo que un Estado grande, y la importancia de contar con instituciones fuertes e independientes. Destacó la importancia de los partidos políticos como base de una democracia fuerte. “Sin partidos políticos fuertes no hay democracia”, y ello por cuanto el partido limita, contiene y obliga al funcionario ayudando y condicionando al Presidente; sumado a la importancia del diálogo entre estas agrupaciones. Así se producen grandes discusiones, pero siempre se llega a acuerdos sin que nadie salga lastimado. Y el gran sostén de todo es el pueblo que no dejaría que la política funcione de manera distinta. Recordó que en Uruguay puede haber outsiders en la política, pero que pronto se incorporan a los partidos y pasan a ser insider. 

En cuanto a la libertad explicó que es muy fácil disfrutarla cuando no se carece de nada, pero no se la puede disfrutar cuando se carece de los bienes más esenciales y sobre todo cuando no se tiene un futuro. Y ahí debe estar el Estado para “hacer piecito” (en Argentina le decimos “haceme pie”). Y en cuanto a qué debe hacer un Presidente, señaló que debe ser fiel y sin concesiones a sus valores y principios, respetando el programa de gobierno comprometido en campaña, y gobernar para todos, para quienes te quieren y quienes te odian; todo ello buscando caminos de entendimiento, firme con las ideas y suave con las personas.  Finalmente Lacalle Pou remarcó la cohesión social  del pueblo uruguayo, sin la que no sería posible la libertad individual.  

  Desde Argentina miramos con cierta cuota de envidia sana a los uruguayos y su dirigencia política.  Vivimos en un país en el que algunos de sus últimos presidentes han tenido que desfilar por Tribunales y en que la crispación social llega a límites intolerables, frente a los vecinos orientales que desde hace décadas han tenido un presidente mejor que el otro.  Y los resultados son plenamente visibles; basta cruzar el puente que une Fray Bentos con Gualeguaychú para comprobar el estado de cada uno de los países. Como Argentino que tiene un cariño enorme por Uruguay solo me queda decirles e implorarles a los estimados orientales que – más allá de las diferencias lógicas y necesarias de pensamiento-  cuiden mucho lo que tienen. Son un Faro para Latinoamérica y el mundo.

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