Ochenta años del libro “Camino de servidumbre”

Hayek compara intervencionismo con dictadura.

Por CARLOS RODRIGUEZ BRAUN

En 1944, el economista austriaco Friedrich A. von Hayek publicó una obra de divulgación de las ideas de la libertad: Camino de servidumbre (Unión Editorial). El libro no tuvo buena acogida entre los intelectuales, pero el público lo apreció considerablemente, y ha sido reimpreso sin cesar.

La tesis del libro era que los valores liberales de la civilización estaban siendo socavados. Su dedicatoria –“a los socialistas de todos los partidos”- llamó la atención. Los aliados aún estaban en guerra contra Alemania, pero Hayek advertía de que Inglaterra y Estados Unidos habían recogido muchas ideas antiliberales de Hitler y sus secuaces. Al revés de lo que se decía entonces, y se ha seguido diciendo después, los nazis no eran defensores del capitalismo, sino del socialismo. Como recuerda Richard M. Reinsch II, “Hayek sostenía que el fascismo era el socialismo insertado en un marco nacionalista”.

Ese antiliberalismo es lo que explica la perdurabilidad de las ideas fascistas, llamativamente cercanas a las de izquierdas. Pensemos en algunas consignas caras a nuestros progresistas, desde la defensa de las empresas públicas hasta los controles de precios, el salario mínimo, y la vigilancia de las empresas, porque “el mercado no se regula solo”. Todo eso fue defendido por los fascistas con argumentos antiliberales muy parecidos a los de la izquierda. El abanico antiliberal, además, insistía en que los males económicos y sociales eran fruto de la libertad, y su arreglo reclamaba la expansión de “derechos” concedidos para “luchar contra la desigualdad” por medio de la coacción política y legislativa de unos Estados crecientes. Existía por tanto ese road to serfdom por doquier, según Hayek, aunque “son pocos los dispuestos a admitir que el surgimiento del fascismo y el nazismo no fue una reacción en contra de las tendencias socialistas precedentes, sino un efecto necesario de dichas tendencias”.

Camino de servidumbre ha resultado particularmente chocante por su identificación del intervencionismo con la dictadura. A menudo se le ha afeado a Hayek este diagnóstico, haciéndole ver que el camino de la sociedad no ha sido hacia la servidumbre fascista o comunista sino hacia el benévolo y nada dictatorial Estado de bienestar de las llamadas economías “mixtas” o “sociales de mercado”, que todas las fuerzas democráticas moderadas propician y propugnan.

En varios aspectos importantes, sin embargo, Hayek acertó: la idea de que las crisis económicas no son producto del mercado libre sino de la acción de las autoridades, en especial las monetarias; su crítica a la planificación comunista como un sistema que no funcionaría, y no funcionó; su aviso sobre las consecuencias lesivas del intervencionismo para la moral y la convivencia en la sociedad, y, por supuesto, su prevención contra los antiliberales de todos los partidos.

Cabría añadir, ¡él mismo incluido! Efectivamente, uno de los aspectos más llamativos y menos estudiados de Camino de servidumbre es que a Keynes, el amigo y rival de Hayek, le pareció “un gran libro”. Como apunté en el prólogo a la edición que publicó Unión Editorial, Hayek se equivocó al confiar en la democracia con freno a la expansión estatal y no supo prever “la enorme capacidad de la democracia para legitimar el poder de un Estado intervencionista y redistribuidor, un Estado que no seguiría los esquemas de Marx sino los de John Stuart Mill o Keynes”. Keynes fue el primero en darse cuenta de esta debilidad, detectando las concesiones del austriaco al intervencionismo.

Bruce Caldwell subraya que Hayek se tomó tan en serio este asunto que se pasó su vida intentando rellenar los huecos que dejó abiertos Camino de servidumbre.

 

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