La característica central del populismo de inicios del siglo XXI es la descapitalización de nuestras sociedades. Un sistema económico que perdura más que en el pasado a causa de los excepcionales términos de intercambio y las bajísimas tasas de interés en el mundo. El aprovechamiento de esa ‘’cuasi renta’’ espectacular permitió a estos regímenes de gobierno aprovecharse del stock de capital, generando un proceso gradual y creciente de destrucción del capital. El caso de Argentina y Venezuela sobresalen como iconos de lo descripto.
Es posible ejemplificar de que se trata la descapitalización y el no aprovechamiento del contexto internacional mediante un ejemplo histórico como el Plan Marshall. Este consistió en una ayuda económica en forma de préstamos y concesiones de Estados Unidos a 18 países de Europa. Exactamente entre 1947 y 1952 se canalizaron en ayuda unos 13.000 millones de dólares, siendo Gran Bretaña, Francia y Alemania Federal los más beneficiados.
Algunos datos del inventario con que se encontraban los gobernantes de posguerra eran realmente sombríos, por ejemplo, en Francia se destruyeron o dañaron severamente 2 millones de casas; en Holanda, el número alcanzó a 500.000; en Italia 2 millones, en Gran Bretaña 4 millones y en Alemania 10 millones. Por toda Europa el sistema ferroviario estaba en ruinas. En Francia, 4.000 km de vías estaban intransitables; en Alemania 12.000 km. El estado de situación del sistema eléctrico era calamitoso. La producción industrial en Alemania era solo el 5% del nivel de pre-guerra; en Italia, Bélgica, Francia, Holanda llegaba al 25%.
El cuarto de siglo posterior a la Segunda Guerra Mundial fue testigo del más largo período de crecimiento ininterrumpido en los países industriales del mundo y los índices de crecimiento fueron los más altos de la historia. Ello fu posible no solo por la ayuda del Plan Marshall, sino que incidieron fuertemente las reformas tendientes a aumentar los niveles de ahorro e inversión. Estas reformas consistieron en liberar al sector privado de las trabas y regulaciones que existían sobre aquel, políticas fiscales responsables orientadas a reducir el tamaño del Estado y los impuestos y políticas monetarias para eliminar la inflación.
Desde el 2002 Argentina recibió el equivalente a un Plan Marshall completo, pero en los últimos 50 años tuvo recursos equivalentes a seis Plan Marshall.
En Latinoamérica, desde la Alianza para el Progreso impulsada por el Presidente J.F Kennedy en 1961, que aspiro fallidamente a la transferencia para América latina de 20.000 millones de dólares (unos 172 mil millones de dólares a precio de hoy) la idea de un Plan Marshall vernáculo ha sido un reclamo constante. En la Cumbre de las Américas en Monterrey del 2004, el ex presidente Kirchner también aprovecho la ocasión para solicitar a los Estados Unidos de Norteamérica la elaboración ‘’una ayuda económica en términos similares’’. Lo irónico es que este reclamo, coincidió con la aparición del “superciclo de las commodities” que irrumpió entre el 2002 y 2013, el cual permitió que la Argentina y Venezuela detentaran más recursos que los que recibieron los países de Europa destinatarios del plan.
El Dr. Nicolás Cachanosky realizo un cálculo de actualización del Plan Marshall; a valores actuales equivaldría a entre USD 112 y USD 120 mil millones. El consultor Gustavo López, director de Agritrend, calcula que el aporte de las retenciones al fisco argentino, desde su instauración en el 2002 asciende a USD 105.150 millones. Agrega que, si se consideran los últimos cincuenta años en materia de “derechos de exportación”, se puede concluir que el período que va desde el año 1970 hasta el 2020 hubo ingresos netos en materia de divisas provenientes de la exportación de aproximadamente USD 550.000 millones. A esto, le deberíamos sumar los ingresos por privatizaciones durante la década del 90, unos USD 39.000 millones.
En conclusión, desde el 2002 Argentina recibió el equivalente a un Plan Marshall completo, pero en los últimos 50 años tuvo recursos equivalentes a seis Plan Marshall. Hoy somos un país sin infraestructura, endeudado y con una pobreza que desde hace décadas no baja del 30%.
En Venezuela el ex dictador Hugo Chávez durante el periodo 1999- 2006, recibió gracias al petróleo y el endeudamiento entre 175.000 y 225.000 millones de dólares. Tan solo los ingresos fiscales provenientes del crudo (1999-2006) superaron los recibidos por todos los gobiernos anteriores juntos. Chávez durante el periodo mencionado recibió USD 99.242 millones. Hoy en Venezuela el 79,3% de los venezolanos no tiene como cubrir la canasta básica de alimentos. La ONU estima en 6,5 millones el número de migrantes venezolanos, niveles similares a la guerra civil en Siria.
El empobrecimiento no es casualidad, sino generamos reformas copernicanas el destino no podrá ser más que sombrío.
*Mg. Economía Política
Pablo Benitez Jaccod/ Fundación Progreso y Libertad