Mientras en el Tribunal Electoral los apoderados y fiscales de los cinco Partidos políticos que participaron en la elección del domingo pasado que arrojó un “triple empate técnico”, se aprestan a controlar –como en las Paso – que todo se haya desarrollado con normalidad, en la previa asistimos a un verdadero festival de picardías criollas que comenzó el mismo domingo por la noche.
La primera picardía la cometió el socialismo cuando salió a festejar el triunfo de Miguel Lifschitz al momento de recibir el informe de sus mesas testigos de haber ganado por el 0,1%.
Si bien el Gobernador Bonfatti les dijo a los dirigentes que lo acompañaban en ese momento en el tradicional Patio de la Madera de Rosario que había que estar bien seguros del futuro triunfo antes de festejar, sin dudas el socialismo se arriesgó a que el escrutinio definitivo le diera perdedor y esté frente al papelón del siglo.
Aquella “primereada” del socialismo enardeció al Pro atrincherado en el coqueto centro de convenciones Los Maderos de esta capital, y generó que Miguel del Sel saliera disparado hacia el escenario junto a su candidato a Vicegobernador Jorge Boasso y el primer diputado Roy López Molina para también autoproclamarse ganadores. Minutos más tarde – y más sosegado – Mauricio Macri junto a Del Sel y un Carlos Reutemann con gesto adusto decía que sus mesas testigos también les daban ganador, en este caso por el 0,7%. Y curiosamente no habían salido a festejar antes que el socialismo.
Después sobreviene la segunda – y más ingeniosa – picardía por parte de Omar Perotti: autor de la frase “triple empate técnico”, que acuñará por los siglos de los siglos para evitar hablar del tercer puesto.
Nadie podrá discutirle al exitosísimo (y verdugo del Pro) candidato del peronismo que, sea quien fuere el ganador, el resultado habrá quedado dentro del “empate técnico”. Situación que le dio pie al diputado nacional socialista Juan C. Zabalza para proponer en una futura reforma constitucional la incorporación del ballotage.
La otra avivada ya contiene ribetes un poco más serios, y consiste en transformar un acto “legalmente ordinario” como es el escrutinio definitivo que consagra a los ganadores, en un hecho excepcional. De esta manera quedará en el subconsciente colectivo la idea de que por las irregularidades denunciadas hubo que hacer un escrutinio definitivo.
Esta jugada política, peligrosa para el sistema democrático, está atada al hecho (ilegal según el Director Nacional Electoral Alejandro Tullio) de pedir contar “voto por voto” contenidos en las 7600 urnas, cuando en verdad hubieron más de 300 telegramas desestimados que se cotejarán con el acta de escrutinio de mesa. Eso lo saben – o deberían saber- muy bien los representantes de los Partidos políticos.
Precisamente Alejandro Tullio señaló que “es una medida ilegal si el acta está bien, completa y consistente, el acta es el último documento”. Y agregó que “Ee una elección tan disputada hay fiscalización en la mesa; el fraude nunca ocurre donde las fuerzas son parejas”.
Explicación que el abogado constitucionalista Domingo Rondina respaldó indicando que “las denuncias de fraude, lastiman la credibilidad; lo que importa son las actas de las mesas y no los telegramas. El 95 por ciento de las actas están bien confeccionadas”.
El Pro mostró como prueba del perjuicio hacia su candidato un telegrama que le daba cero votos. Desde el gobierno aseguran que hubo 4 telegramas para el Pro, 11 para el FJPLV y 9 para el FPCyS que dieron “cero votos” que, al decir del Ministro de Justicia y Derechos Humanos Juan Lewis “son errores humanos que corregirá el escrutinio final”.
El presidente del radicalismo santafesino Mario Barletta, luego de recibir en el Comité Provincia a Miguel Lifschitz y Carlos Fascendini para hablar del proceso electoral, hizo notar que “están en todo su derecho los contendientes, a la luz del ajustado resultado, de no reconocer el triunfo de nadie; pero de ahí a salir a sembrar sospechas sobre el escrutinio no corresponde de ninguna manera”.
Miguel Lifschitz acompañó la reflexión de Barletta agregando que “nuestra fuerza festejó sobre la base de las propias mesas testigos, pero vamos a esperar el escrutinio definitivo que consagrará al nuevo Gobernador”.
Horas después Lifschitz twiteaba: “con boleta única hay una sola forma de ganar: sacando más votos! El PRO tiene los mismos datos que nosotros y saben que perdieron”. Y agregaba: “agradezco a los 7600 fiscales del FPCyS que de manera voluntaria controlaron el comicio. Sus planillas son la prueba de nuestro triunfo”.
Su principal rival con quien disputa el primer lugar, Miguel Torres del Sel insiste en contar “votos por voto y hay que esperar a fin de año esperaremos”, para “legitimar al futuro ganador”. Omar Perotti comparte el criterio de “abrir todas las urnas” (las 7600) para despejar sospechas.
De tal manera que si llegare a triunfar Miguel Lifschitz el Pro y el FJPLV jamás reconocerán políticamente la victoria (porque sus fiscales y apoderados deberán hacerlo firmando las actas en el Tribunal Electoral) y seguirán repitiendo hasta el final de los tiempos que hubo fraude en Santa Fe en las elecciones del 14 de junio del 2015.