Miguel Lifschitz se dedicó para sí mismo diez días de ostracismo vacacional para pensar relajadamente en los próximos cuatro años de gestión que, al decir de actuales funcionarios que también lo fueron con Binner, “tendrán su impronta”. Toda una definición política que desde el “binner-bonfattismo” dibuja al nuevo Gobernador como “igualmente distinto” a sus predecesores.
Antonio Bonfatti convocó hace una semana a una “choripaneada interministerial”, durante la cual junto a su lugarteniente Rubén Galassi les hizo notar a los colaboradores de líneas intermedias que salvo los cargos ministeriales, pensaba que Lifschitz debería continuar con los equipos que ya están consolidados. La idea era tranquilizar algunos espíritus inquietos ante incomprobables versiones de “borrón y cuenta nueva” por parte del nuevo Gobernador, asegurándoles que hay una Plan Estratégico que el futuro Gobernador deberá continuar, y que las líneas visectrices de políticas no se cambiarán.
No le fue sencillo al dos veces intendente de Rosario llegar adonde está. Desde su resistida pre candidatura en las propias filas del socialismo, pasando por los avatares de la campaña (con debate sobre su continuidad en enero de este año) la derrota individual contra Del Sel por 160 mil votos y el escándalo del escrutinio provisorio después de las primarias; hasta el ajustado triunfo del pasado 14 de junio. Casi se diría que Miguel Lifschitz deberá aplicar su capacidad de resiliencia para afrontar su gobierno.
Su asunción el 10 de Diciembre coincidirá con la del nuevo Presidente de la República que, más allá del nombre, habrá de inaugurar una nueva era política, económica y social en la Argentina.
Scioli o Macri (los dos candidatos con más chances de acceder a la Presidencia) deberán resignarse a recibir la banda y el bastón de mando junto a una quirúrgica intervención en la justicia y los organismos de control realizado por el Kirchner-cristinismo que se parecerá mucho a un campo minado, que no se podrá desactivar; al menos en el corto plazo.
El mayor problema a enfrentar por quien conduzca los destinos del país desde Diciembre será el económico. Invitado por la Unión Industrial de Santa Fe el economista Agustín D´Atellis, afín al gobierno central, deslizó algunas sinceridades preocupantes: “es verdad que existe una incertidumbre y un parate general; hace dos años que la industria no crece”, admitió. Hecho que fue confirmado al día siguiente por una inquietante tapa de nuestro Diario.
D´Atellis es consciente de que hay que estimular la inversión extranjera para reactivar el crédito sin necesidad de utilizar como herramienta el déficit fiscal, generando expectativas favorables (cosa que hoy no ocurre, todo lo contrario) para lo cual habría que generar reglas claras como un tipo de cambio único, permitir el giro de utilidades, acordar con los “holdouts”, sincerar las tarifas, “industrializar la ruralidad”, esto es, generar más valor agregado en origen, entre otras medidas. Igual que Salvador Distéfano a quien escuchamos hace una semana en esta capital, D´Atellis cree que hay que utilizar el gradualismo para la quita de subsidios innecesarios, actualización de tarifas; todo ello sin necesidad de ir a una devaluación que podría ser catastrófica.
Todo este panorama seguramente estará evaluando Miguel Lifschitz en su descanso serrano para la concepción de su futura gestión. No por nada quiere tener particular injerencia en el diseño de los Ministerios de la Producción, Obras y Servicios Públicos y naturalmente Economía. Ahí estará el punto central en la negociación con el radicalismo por los casilleros a cubrir.
Por lo pronto, la idea de municipalizar el servicio de ASSA y “meter mano” en la EPE azuzó a los gremios afines que nunca en estos ocho años de gestión socialista se habían pronunciado. Sospechamos que cuando le llegue el turno a Vialidad los muchachos sindicalistas también van a decir lo suyo.
En materia policial, el hasta ahora inadvertido Secretario de Análisis y Articulación de Procesos Interministeriales José Spadaro presentó – a pedido de Bonfatti, dijo – un proyecto de “reconfiguración” de la fuerza, propendiendo hacia una policía “altamente calificada, especializada en criminología, y sin el carácter represivo que se le ha dado”.
El actual encargado de la inteligencia criminal del Ministerio de Seguridad pisó el césped de la prudencia política al decir que “no se puede seguir conduciendo erráticamente a la Policía”, agregando que “hay que echar a los dos mil atorrantes que no ocupan su cargo desde hace más de tres años”, en alusión los que tienen carpeta médica o agentes que no tienen condenas firmes. No creemos que al Ministro Lamberto le hayan caído en gracia esas sorpresivas definiciones.
Naturalmente el abolicionista Defensor General Gabriel Ganón (que acaba de tildar de nazi al senador radical Lisandro Enrico) se opuso, partiendo de una particular, sesgada e ideológicamente orientada interpretación del proyecto descripto por Spadaro. Lo mismo que el ex funcionario de Binner, hoy acérrimo crítico del socialismo, Enrique Font.
Ganón ya venía de enfrentarse con el senador radical por General López en torno de los procedimientos por averiguación de antecedentes que, a pedido de Ganón obliga a la policía a cumplir con determinados procedimientos cuando demora a una persona por averiguación de antecedentes cuando está en una actitud sospechosa”, que al decir del legislador que el año pasado pidió la remoción del defensor general por incumplimiento de sus deberes, “busca quitarle a la policía esta herramienta, que le permite prevenir delitos”, y se quejó de que “a partir de esta medida, cada vez que la policía demore a alguien tiene que hacer una serie de planillas para informar a los defensores”.
Para Enrico, Ganón tiene una postura anti policía y frivoliza el reclamo de los vecinos por seguridad”, y que “están buscando que la policía baje los brazos”.
Lifschitz quiere darle mayor participación a la legislatura en el aval del Jefe de Policía, el diputado del Pro Germán Mastrocola comparte esa iniciativa que volcó en un proyecto de Ley para que, al igual que los jueces, la designación del Jefe de Policía tenga aprobación del Parlamento
En materia de seguridad es muy difícil congeniar los aspectos técnicos, operativos y estructurales con los políticos e ideológicos. La Población quiere sentirse segura con una policía en la que pueda confiar que le brindará ese derecho esencial; no busca ser su amiga. La prueba palpable es la irrupción de Gendarmería que con su estampa de “pocos amigos” le devolvió cierta tranquilidad a la ciudadanía que, no obstante deberá meditar introspectivamente, además de reclamarle a la clase política lo que tan sabiamente enunciara el Secretario de Seguridad Gerardo Chaumont: “acá el problema es la inclusión social; sin políticas sociales es muy difícil atacar la violencia. Cuando no hay un padre que contenga, un familiar que aconseje, un chico escolarizado, usted tiene garantizada una situación de inseguridad”.
Primarias a la vista
A todo esto, el engranaje electoral sigue su marcha rumbo a las Paso nacionales con reminiscencias en la aún tibia elección provincial, toda vez que el Pro de Mauricio Macri deberá demostrar en agosto y octubre que no es un Partido de circuito cerrado en Capital Federal para pasar a ser un canal de aire nacional.
En Santa Fe no le fue bien con su candidato Miguel Del Sel, mientras Alfredo De Angelis en Entre Ríos correría la misma suerte (en este caso dentro de la coalición Cambiemos) enfrentando al kirchnerista Gustavo Bordet, que llevará como candidato a primer diputado provincial al Gobernador Sergio Urribarri, imitando el dibujo santafesino de Antonio Bonfatti con Miguel Lifschitz.
Carlos Reutemann, adosado como candidato a Senador nacional a la boleta de Macri, es la gran incógnita. ¿saldrá a caminar la Provincia como en los viejos tiempos para no perder el invicto después de 20 años de exitosa trayectoria?. “A Binner le gané dos veces”, se ufanó hace poco, memorando el triunfo en el año 1995 con Jorge Obeid, Ley de Lemas mediante ((Binner le había ganado a Obeid en el mano a mano) y su última victoria ante Rubén Giustiniani. ¿Y si ahora sale tercero?, se preguntan en el mundo de la política.
Hoy Reutemann ya no corre como antaño con la poderosa estructura territorial de la escudería PJ, hoy revitalizada tras la candidatura a Presidente de Daniel Scioli y Omar Perotti como Senador nacional, quien ya mostró señales de indulgencia hacia quienes se habían cruzado de vereda rumbo al Pro: “bienvenidos aquellos que regresan para acompañarnos en este momento tan desafiante”, avisó el rafaelino.
El FPCyS encabezado por Hermes Binner como candidato a Senador nacional y el radical Hugo Marcucci encabezando la grilla de Diputados, aún con la restrictiva “boleta corta” (sin candidato a Presidente) arrastra las mieles del reciente triunfo, y junto a la expansiva distribución territorial del radicalismo que ayudara al triunfo de Miguel Lifschitz, competirá en un pie de igualdad con el entonado peronismo.
Compleja llave de eliminación directa el 25 de octubre. Uno de los tres grandes quedará afuera.