Por: Darío H. Schueri – Desde Santa Fe
Los demenciales acontecimientos que desdibujan el traspaso del mando presidencial, marcan a fuego el turbulento final de un período de gobierno nacional que con sus errores y aciertos, podría haber elegido otra manera de cerrar su etapa en la historia institucional.
Los berrinches adolescentes (si no estuviera involucrada nada menos que la República y sus formas) sobre los fastos de la sucesión presidencial, no hacen más que acrecentar en el inconsciente social la idea de bartolismo criollo que acompañaron las últimas medidas gubernamentales, con un aluvión de decretos que le insumirán al nuevo Presidente largas y preciosas horas anularlos con otros decretos.
Como por ejemplo la inconstitucional extensión a todas las Provincias mediante el decreto de necesidad y urgencia 2635 de los beneficios otorgados a las Provincias de Santa Fe, Córdoba y San Luis, por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, quién declaró que es inconstitucional que la Nación siga quedándose con el 15% de la coparticipación para financiar a la Anses, disponiendo que se suspenda esa deducción y se restituyan a esos tres estados los fondos ya apropiados. La Constitución prohíbe dictar decretos de necesidad y urgencia en materia impositiva. Además, tal como lo expresara el Gobernador Antonio Bonfatti no corresponde que la sentencia del máximo tribunal puede copiarse a otras provincias, porque se basa en pruebas específicas aportadas por Santa Fe, Córdoba y San Luis; las Provincias que no renunciaron a lo que les correspondería de ese 15% deberían iniciar su propio pleito.
Ministro a último momento
En Santa Fe, el Gobernador electo Miguel Lifschitz tuvo cinco meses para armar su gabinete ministerial, y a diez días de asumir no sabía si podía contar con el Ministro de Seguridad designado.
Dimos cuenta extensamente en esta columna sobre las tediosas conversaciones entre delegados radicales y socialistas que simulaban avanzar a paso vivo, pero en el mismo lugar. Hasta que un día el radicalismo se fastidió y pidió definiciones, precipitando acontecimientos que se creían superados. Miguel Lifschitz tuvo que resolver casi a las apuradas la readecuación de Secretarías de Estado a Ministerios para aplacar los ánimos de radicales ofendidos por lo que consideraban un desigual reparto de cargos entre sus sectores internos. Nada que en estas líneas no fuéramos anticipando.
El Caso Pullaro. La elección como Ministro de Seguridad del diputado radical reelecto Maximiliano Pullaro (junto a Balague y Garivay sigilosamente una de las primeras decisiones de Lifschitz) fue objeto de condicionamientos por parte del sector interno – NEO – al que pertenece Pullaro y del cual por unos días más es presidente.
NEO quería que la banca abandonada por Pullaro sea ocupada por otro diputado del sector, cuando por orden de prelación le correspondía al primer suplente Ariel Bermúdez de la Coalición Cívica. Para que se cumpla la voluntad radical y la banca de Pullaro pase al segundo suplente, no debía jurar un diputado electo socialista.
Cuentan que Miguel Lifschitz se habría comprometido en aquel momento a negociar esa cuestión con sus compañeros de Partido, que en todo momento negaron estar al tanto de aquel acuerdo al que consideraban por otra parte inaceptable. Conclusión: si el supuesto acuerdo no se cumplía (por parte de Lifschitz) Pullaro, ya presentado en sociedad junto al resto del gabinete, no sería Ministro de Seguridad y preservaba su banca.
Finalmente el martes pasado una cumbre llevada a cabo en Rosario entre los principales referentes de NEO junto al Gobernador electo evitó que la sangre llegara al río. Pullaro renunció a la banca, en su lugar juró Ariel Bermúdez de la Colación Cívica, y este viernes el joven Ministro de Seguridad será puesto en funciones; mientras que el diputado radical suplente que debería haber ocupado su lugar en la Legislatura, esperará su turno en el sillón de la vicepresidencia de la EPE.
Cambiar a Cambiemos: hete aquí la cuestión
El Gobernador Antonio Bonfatti cortó de cuajo cualquier pretensión de apresurados soñadores radicales de integrar el veinteañero FPCyS al novel experimento Cambiemos con el que Mauricio Macri conquistó la Presidencia de la Nación. Miguel Lifschitz adscribe, pero hace fintas ante quienes manejarán la chequera nacional durante los próximos cuatro años de convivencia.
El triunfo nacional de la alianza Cambiemos metió a radicales, socialistas y al Pro local en la encrucijada de alinear los colores en el cubo Rubik santafesino. La Dra Griselda Tessio, hasta este viernes diputada radical y ex Vicegobernadora se asombró cuando escuchó que el bloque de diputados provinciales del Pro pasará a llamarse “Unión Pro Federal Cambiemos”. “Pero si Cambiemos no está constituido formalmente en Santa Fe”, se azoró. Tampoco está institucionalizado el FPCyS; de allí que intencionalmente el Pro deja la puerta abierta para recibir huéspedes.
El radicalismo abrigó expectativas con el triunfo del aliado – nunca socio – Mauricio Macri. La primera víctima del desengaño fue el constructor de la coalición Ernesto Sanz. En la Provincia de Santa Fe, los radicales del Grupo Universidad encabezados por su líder José Corral tomaron de inmediato los esperanzados vuelos hacia la Meca volviendo con el caro de secretario de Políticas Universitarias para el actual Rector de la UNL Albor Angel Cantard de larga trayectoria en el ámbito universitario. La Secretaría de Políticas Universitarias es el enlace del ministerio de Educación con las universidades nacionales, desde donde se deriva el presupuesto hacia las universidades.
La tarea de Cantard será la de mejorar la calidad de la educación superior, la administración de los recursos asignados a las políticas universitarias y la articulación entre la universidad y el secundario.
Miguel Lifschitz resultó ser un involuntario beneficiario de los bruscos cambios de humor entre radicales y macristas. Sus socios locales habían sobre cotizado las acciones. Hoy volvieron al justo valor de mercado con promesas de estabilidad y espíritu colaborativo.
Quizás la presidencia del Comité nacional de la UCR de Corral – inoportuna decisión según algunos correligionarios – le permita al intendente santafesino conseguir obras públicas para esta capital y la Provincia, que bien sabrá vender en función de sus aspiraciones gubernamentales para el 2019.
Corral debiera darle las gracias al destino porque las irreconciliables diferencias en el peronismo local, que obtuvo en junio último la mayoría de bancas en el concejo municipal, no les permitió alzarse con la presidencia del Cuerpo que seguirá en manos del radical Leonardo Simoniello.
Egos, vanidades y recientes apuestas electorales desacertadas le impidieron a los nueves concejales peronistas consumar el hecho político institucional más relevante del año (justo el día en que Corral era ungido presidente del radicalismo nacional) desnudando por otra parte la horfandad de liderazgo partidario que deberá reconstituirse en marzo próximo cuando venzan los actuales mandatos, y el PJ elija nueva conducción.
Lifschitz busca un cambio de aire en una atmósfera enrarecida
El Gobernador electo se ocupó de transmitir a la sociedad santafesina una postal distinta a la que muestra la realidad política nacional, reuniéndose con quienes prácticamente compartió los tres tercios de las elecciones generales de junio último: Omar Perotti y Miguel del Sel, quienes actuaron con la madurez política que aconsejan los racionales manuales de estilo político, poniéndose a disposición del mandatario electo para colaborar en el éxito de su gestión. Quizás Perotti y Del Sel vuelvan a verse las caras en una contienda electoral en el 2019. A Lifschitz se lo impide – por ahora – la Constitución provincial.
En medio de una atmósfera política densa, enviciada por intrigas y pases de facturas, Antonio Bonfatti juró como diputado provincial y futuro presidente de la Cámara a la que regresa después de ocho años. Deberá ordenar un cuerpo con infinidad de bloques y sub bloques que no pararán de subdividirse y pergeñar teorías conspirativas.
En el ala opuesta las cosas no estarán mucho mejor; por ahora los 11 senadores peronistas quieren dar señales de raciocinio bajo un solo bloque “peronista”. Hasta la interna partidaria.
En cambio el FPCyS (conformado por 6 radicales, un socialista y un adherente al socialismo) ya evidenció los síntomas de la “comezón del séptimo año” de poder cuando el reelecto senador radical Hugo Rasetto (perteneciente al sector M.A.R.) pateó el tablero el mismo día de la jura, con un discurso tan insólito como desubicado, arrojando dardos envenenados contra sus correligionarios en un día de fiesta con familiares y amigos presentes.
Rasetto amagó con escindirse del bloque, enviando señales al peronismo de que podrían contar con un aliado más. La puja tardía por los cargos en el Poder Ejecutivo se trasladó al Parlamento.
Es así como los presidentes Carlos Fascendini y Antonio Bonfatti deberán hacer gala de una cintura política “maradoniana” para gambetear los complicados momentos políticos que se avecinan en un incierto 2016.
Asunción con impronta propia
El viernes 11 en tres actos sucesivos: Legislatura, Casa de Gobierno y Teatro Municipal, el Gobernador socialista electo Miguel Lifschitz inaugurará el tercer período gubernamental del FPCyS en la Provincia de Santa Fe.
A diferencia de sus antecesores Hermes Binner y Antonio Bonfatti, el ingeniero Lifschitz comenzará a desandar el camino de su gestión junto a un Presidente de la Nación que estrenará nuevo ciclo político después de 12 años de kirchnerismo. Mauricio Macri y Miguel Lifschitz compartirán los mismos desafíos, y ya se prometieron mutua colaboración.
Por ejemplo Santa Fe será una de las Provincias testigos en la lucha contra el narcotráfico que llevará adelante Mauricio Macri; y junto al Vicegobernador Fascendini ya le mandaron una carta al responsable del Plan Belgrano José Cano, solicitándole que el Norte santafesino sea incluido en tan ambicioso proyecto. Del Sel le había dicho a Lifschitz que pidió por lo mismo.
Nuevos aires en la Provincia y la Nación. La sociedad espera expectante.