Por: Darío H. Schueri – Desde Santa Fe
“Me da la impresión que Corral se retiró a meditar”, compartió la reflexión un amigo de la cultura, apasionado por la política local. “Todo el mundo se dedicará a reflexionar”, le respondimos. Y así surgió el título de nuestra primera columna del 2017.
En primer lugar, los 53 grados de sensación térmica del final de año, con su anunciado desenlace tormentoso, más allá que los climatólogos aseguren que no es extraordinario en el devenir de los tiempos meteorológicos, que no guardan estadísticas históricas (digamos un par de siglos atrás) no es menos real que quizás estemos asistiendo a un cambio de era geológica en el planeta, que nos tiene como ilustres invitados cósmicos.
Y los gobernantes deberán prepararse en consecuencia. Una preanunciada buena cosecha puede terminar en un estrepitoso fracaso climático. Por solo citar un ejemplo de riesgos a la intemperie. Tornados y semi huracanes inéditos, granizadas extraordinarias y frecuentes, lluvias torrenciales. No digan que algo raro no está ocurriendo. Puede ser visto desde la perspectiva religiosamente sobrenatural y salvacionista; pero quienes nos gobiernan y los que se preparan para hacerlo, deberán tomar nota.
El archivo no respalda contundentemente: hace años lo venimos advirtiendo en estas líneas.
¿Que no espera para el 2017?
En primer lugar, sería tranquilizador de espíritus que los oráculos de la economía expliquen cómo en un país tan propenso a las actitudes individualistas y ambiciosas de sus empresarios (con las honrosas excepciones de rigor), con aumentos programados a partir del primer día hábil de este año, el gobierno va a controlar su principal enemigo – que no es Cristina Fernández- sino la inflación.
¿De verdad Nicolás Dujovne (el nuevo y mediático petit ministro de economía) cree que los empresarios aplicarán una fórmula polinómica de incidencias en los costos de los futuros aumentos de combustibles, energía, agua, prepagas, colegios privados de sus hijos?. Definitivamente, no. Casi idéntico porcentaje de aumentos de sus costos lo trasladarán a precio. Y si el gobierno les rebaja algún gravamen para beneficiar a los consumidores, es probable que los empresarios lo vuelquen a ganancia en lugar de trasladarlo a los clientes.
El viscoso mundo de la política
En la nación, el Presidente Mauricio Macri aseguró que no trepidará en echar a todos los funcionarios que haga falta hasta conseguir que el equipo funciones como desea y se logren las primeras conquistas; ¿remember Boca?: no deja de ser esperanzador. Mal que nos pese a los simpatizantes de River, en Boca no le fue mal después de un arranque desastroso. Y en la Capital Federal (artificio Autónomo de Buenos Aires, diría el Turco Asís) tampoco.
Pero ahora Macri gobierna el país. Con el peronismo convencido que lo están dejando subrogar la Presidencia hasta que ellos se acomoden internamente (Cristina es estratégicamente funcional a Macri en ese sentido y la necesita escorada, pero libre).
Basta, sino, con revisar la historia democrática reciente: ningún Presidente no peronista (Alfonsín – De la Rúa) termino su mandato. Los días previos al trágico 20 de diciembre del 2001, supuestamente el “pueblo” saqueaba por hambre. Una semana más tarde, Eduardo Duhalde sumió a dos millones de argentinos en el abismo con una devaluación históricamente brutal (que además benefició a los más poderosos) y nadie salió a la calle. Duhalde es peronista.
Para empezar a ganar algunos partidos, Macri tiene que amansar la inflación y generar las condiciones para que los privados aumenten el empleo. Y convencer a los cientos de miles de ciudadanos que, por las circunstancias que sean, cobran planes sociales (el costo social se llevan el 60 % del presupuesto nacional) comiencen a ganarse el pan dignamente con el fruto del esfuerzo. Sin contar el 40 % de trabajo informal que no genera recursos para el Estado, más allá del 21 % de IVA cuando consumen.
Según dicta la historia política, en Octubre de este año Macri debería ganar la definitoria “elección de medio término”. Los politólogos señalan que en las provincias gobernadas por el peronismo, ganará el peronismo.
La Provincia de Buenos Aires es donde tendrá lugar la “madre de las batallas”; por su representación parlamentaria y política.
¿Y Santa Fe?.
El 22 de Octubre Cambiemos deberá renovar las 5 bancas de Diputados Nacionales ocupadas por el radical Mario Barletta, Ana Copes (Partido Demócrata Progresista, Gisela Scaglia (Unión PRO Federal), Ricardo Adrián Spinozzi (Unión PRO Federal) y Luciano Laspina (Unión PRO Federal).
¿Mauricio Macri bendecirá a una sola lista o dejará que las PASO del 13 de Agosto hagan el trabajo depuratorio?. El mismísimo Presidente le dijo al Diario La Capital hace unas semanas atrás que existen buenos candidatos, a los que mencionó, abriendo el registro de aspirantes sin padrinazgos.
Para ese torneo clasificatorio existen varios voluntariosos interesados en anotarse; con chances serias podemos mencionar dentro del PRO a Luciano Laspina. El otro debería ser el Intendente de Santa Fe, el radical José Corral, quien según especulan sus allegados orejeará las cartas hasta el filo legal de la presentación de listas (allá por junio).
Corral – igual que el socialismo en Rosario- tiene un desvelo existencial este año: ganar el Concejo Municipal de Santa Fe. La fortaleza para intimidar a los adversarios debe estar en el territorio propio.
La dificultad que se le presenta al lord mayor santafesina está en la unificación de las contiendas locales con las nacionales; salvo que Corral contrate una pitonisa que le anticipe el resultado del Concejo, deberá someterse a la angustiante posibilidad de que el mismo día sea ungido Diputado Nacional con el Concejo Municipal en contra, cuyo presidente peronista, como ahora, llevaría a cabo el proceso electoral que desembocaría en la elección de Intendente en los primeros meses del 2018.
El frente progresista tiene que renovar este año las bancas de los diputados nacionales Hermes Binner y Alicia Siciliani.
Binner llegó al Congreso compartiendo lista con Mario Barletta, que ahora reporta a Cambiemos.
Si el candidato inexcusable de los socios radicales NEO Antonio Bonfatti decidiese no aceptar la postulación a primer candidato a Diputado Nacional, ¿intentarán convencer a Hermes Binner para volver al ruedo proselitista?. En ese sentido, ¿qué harían los socios radicales NEO del FPCyS?. Los primeros sondeos señalan que no analizan otra alternativa que no sea Bonfatti.
¿De qué factores depende que Bonfatti acepte? (como Corral, allá por fines de Mayo). En primer lugar, que Miguel Lifschitz esté convencido que el frente gobernante no puede dejarle el campo orégano a Cambiemos en la elección nacional y se cargue la elección al hombro.
¿Pondría Lifschitz como condición su reelección?. Bonfatti ya le cerró definitivamente las puertas: “Lifschitz y yo juramos por una Constitución que no tiene reelección”, clausuró hace unos días.
El peronismo hoy tiene un solo candidato declarado: Agustín Rossi, quien desafió: “si me quieren ganar, que armen una lista”. El senador nacional Omar Perotti aspira a que uno de los once senadores provinciales se anime a postularse. Algunos siguen soñando con María Eugenia Bielsa. El Presidente del Partido Ricardo Olivera reza.
Por el lado del Frente Renovador (“Massismo sin Massa que tendrá que abocarse a la Provincia de Buenos Aires”, profetizó “Cachi” Martínez) más allá del candidato natural Eduardo Romagnoli, podrían estar avanzando en conversaciones con el radical Pro rosarino Jorge Boasso, de buen caudal de votos en su ciudad.
Rubén Giustiniani también se lanzaría al ruedo para intentar regresar al Congreso nacional que lo cobijó durante casi dos décadas. Junto al Partido Social y Popular del ascendente diputado provincial Carlos del Frade podrían tejer una alianza en tal sentido.
Primer día del año nuevo. Después del calor la lluvia. Después de las vacaciones, la política (que no se toma vacaciones).