*CAVALIERE EDUARDO ROMAGNOLI (Presidente ROSGAN)
Modelo productivo, sostenibilidad y progreso social
Cada vez se hace más necesario afrontar un cambio de modelo de producción, sostenible e inclusivo, e iniciar una transición energética hacia un nuevo modelo productivo. Cuya naturaleza, además, lleve intrínseco el método de reducción de la pobreza a través del desarrollo de las capacidades productivas, la producción de productos de valor agregado, la transición hacia un modelo de producción sostenible y con ello la generación de empleo nuevo y genuino.
Las sociedades han cambiado, han variado los focos de desarrollo económico y social. Estamos inmersos en un habitat productivo global. No obstante, los modelos en su cadena de mezquindades humanas, no se han agiornado a las nuevas y diversas problemáticas. Los focos de desarrollo económico y social difieren de los del pasado. E irrazonablemente, las políticas, los paradigmas han permanecido intactos. La realidad le ha ganado la batalla al modelo. El paradigma de producción vigente lleva cientos de años sin sufrir grandes cambios.
En Argentina, seguimos entusiasmados con lograr el objetivo de ser el primer granero del mundo, ó los primeros exportadores de carne vacuna, disfrutamos de la novedad de ser el primer exportador de maní. Objetivos basados en la dependencia, inicialmente climática, ó biológica, y en el camino de la puesta de productos en el mercado, nuestra posición lleva intrínseca la dependencia politica, económica y social.
Las acciones que propongo al productor analizar son las siguientes:
- La diversificación productiva a través del agregado de valor, que permita la creación de empleo genuino
- La transición energética que posibilite la independencia de diversos factores climáticos, y mejore la calidad de la producción y del empleo
Las perspectivas de la cosecha y la revolución del valor agregado
Los numeritos los tenemos todos, pero es temprano para hablar de la súper cosecha. Los problemas climáticos se están repitiendo, el efecto sorpresa hay que tenerlo presente, no obstante hay que ser positivos; si la cosecha es buena, el sector se convertirá en el motor de la economía y liderará una etapa de crecimiento.
La lechería, en graves problemas, seguirá así. La ganadería, estará expectante por un año más, y aunque este comentario se enfrenta con la idea de muchos, hay un ciclo biológico inevitable, expectante, va a tener por lo menos un año más, antes de arrancar como una industria en auge. Es una larga cadena que tiene un curso natural: el productor, el intermediario, el industrial, el exportador; es una cadena que se divide en dos, el consumo interno y la exportación; mientras mejor funcione esta última, mejor funcionará la actividad integralmente. Son, promedio, dos años y medio los que requiere el proceso – no lineales- son ciclos biológicos, y por otra parte, se agregan gradualmente los productores, y el resto de los actores, es una cadena natural, el mercado fluye naturalmente, en círculo, es un mercado de hombres, mujeres, familias y el movimiento es continuo.
En octubre hablaban de cosecha récord, es algo que puede darse pero también pueden influir muchas variables. Puede no haber precio, puede haber una gran oferta mundial, podemos no tener una cosecha récord por factores, hoy incontrolables, como el clima.
La inquietud que pretendo promover en este artículo es el cambio de modelo, afín a mejorar el control sobre las variables de las que depende el desarrollo productivo, las cosechas, la salud de nuestros animales, los empleos saludables, las ciudades saludables que puede generar una actividad mejorada, evolucionada.
Hoy, nuestros ideales de producción son primarios, no incluyen productos de valor agregado, y es vital para la proyección de la actividad, que el cambio contenga el valor añadido.
Es este un proceso que se reinicia, gracias al cambio de políticas al que asistimos. En este trayecto, invitaría a que el sector no se distraiga, y que piense seriamente en agregar valor en origen, invito al productor a que no nos quedemos atados a la idea de ser los primeros exportadores de carne, de grano, de maní, de limón, a que agreguemos valor, y revolucionemos la actividad y al sector. Nuestras ciudades se verán beneficiadas. Exportemos el bife con marca en origen, el trozo de carne debe ser industrializado en el lugar donde se cría el ganado.
El valor agregado abre la puerta de captación de mano de obra, por volumen, criterio de identidad, de un producto que se hace, se produce, se industrializa en su lugar de origen.
Asociar la identidad a la producción tiene que ver con hacer cultura, con innovar revolucionando. Viendo en prospectiva la actividad, hasta el artista, el artesano puede estar integrado al proceso industrial. Imaginemos, sin mezquindades, y podremos sumar a la sociedad, la de la propia ciudad, que es la más cercana y capaz de dar soluciones rápidas para mejorar poco a poco la vida de la gente como resultado por añadidura de la actividad productiva.
Hacia un modelo de producción sostenible
Así también, el mundo transita hacia un cambio energético, con el Acuerdo de París. En nuestro país, se han dado pequeños pasos en cuanto a producción de energías renovables. Pero aún Argentina no ha apostado por un cambio en el modelo, y nuestras actividades productivas son dependientes de las energías “sucias”.
La producción, el motor de nuestra economía, hoy depende de los combustibles fósiles. Un cambio en este aspecto, iniciado como una transición durante el proceso de producción, nos permitiría abordar las nuevas oportunidades que se abren en el camino hacia una economía de sostenibilidad integral, más inclusiva, y que generaría, además de ganancias para el productor y otros actores hoy esenciales, nuevos empleos sostenibles, más estables y de mayor calidad.
Las variables que se presentan en el desarrollo de la actividad productiva, controladas, conducirían hacia un modelo de sociedad con mayores oportunidades de trabajo y mayor estabilidad social. Un nuevo modelo para hacer viable una economía de la sostenibilidad que minimice los impactos ambientales y opere en niveles seguros que permitan predecir y prospectar.
Adoptar gradualmente normas ambientales internacionales, permitirá además, conseguir cuotas de competitividad internacional, y obtener ventajas competitivas, aprovechando el tirón de la demanda mundial de productos respaldados por una regulación ambiental en todo el proceso productivo.
Estamos ante una gran oportunidad, de encarar la transición productiva hacia la sostenibilidad integral, a largo plazo. Utilizando la innovación, el añadido de valor, y respetando los límites de nuestro planeta.
Hago el planteamiento de un modelo productivo circular, en sintonía con el medio ambiente, que implique el aprovechamiento de los recursos naturales y humanos y que lleve intrínseca su evolución y su resiliencia en el añadido de valor y en su sostenibilidad integral. Solo así estimo que estaremos en el camino de producir bien, lo que concluye, en este enfoque, en Vivir Bien y claramente estaremos haciendo nuestra contribución al Bien Común.