Venezuela: Un país en coma

Este artículo no pretende ser una simple nota informativa adicional sobre la situación en Venezuela. Carga en sí, además de datos específicos y coyunturales de la política económica del país, una cuota de sensaciones personales.

Muchos lectores estarán al tanto de que en Venezuela se intentan aplicar, por ejemplo, más sistemas de control, tales como el nuevo Sistema Biométrico de captahuellas para prohibir las supuestas “compras que ocasionan saqueos en los supermercados” según el gobierno, de modo que se “mantenga el orden de la salida de los alimentos”. Es así que el grupo que detenta el poder, al igual que todos los gobiernos rebozados en demagogia e inoperancia, intenta echar más leña al fuego. No, la solución no es más control. 

Venezuela es el ejemplo más claro de que la simple posesión de recursos naturales no hace mejor a un país o a su economía si los recursos no saben utilizarse de modo correcto y no demagógicamente. El petróleo en manos del gobierno ha servido para financiar a gusto los negocios corruptos y programas populistas del chavismo, haciendo uso de los barriles de petróleo como si fuesen golosinas para repartir de modo desmedido a un grupo de niños. En este país petrolero, lamentablemente, los ciudadanos tienen que hacer largas colas para conseguir comida.

El pueblo venezolano ha sido sometido a atroces castigos, atravesando la destrucción moral de la sociedad, y encontrándose bajo una manipulación mediática, consecuencia de la inexistencia de libertad de prensa y expresión.Venezuela se encuentra actualmente dominada por la violencia diaria de los miembros que conforman la cúpula dictatorial de Nicolás Maduro y, otro tipo de delincuentes –similares a los delincuentes del gobierno- que abundan en las calles de Caracas convocando a la inseguridad constante, resultado de la producción desmedida de pobres.En este sentido, la pobreza es una de las pocas cosas que el gobierno chavista ha logrado producir satisfactoriamente y de modo abundante en estos quince años de poder. Basta con observar Petare, uno de los barrios –o villas- más grandes, más poblados e inseguros de América Latina, transformándose en una de las vistas más impactantes y tristes de la ciudad: valle tras valle de chozas humildes con colores, una arriba de la otra.

Este proyecto de gobierno perverso y comunista intenta alcanzar el control absoluto de la vida humana de todo venezolano: busca una sociedad de súbditos.

El gobierno tiene el ferviente deseo de perpetuarse en el poder. Así como lo ha hecho la dictadura de los Castro en Cuba, donde ante el silencio internacional y la opresión de un pueblo, se ha mantenido en el poder por más de cinco décadas –situación únicamente posible si se masacran las libertades y la integridad de la sociedad, llevando al pueblo hacia una utopía socialista inexistente, cimentada en el engaño y el rencor.

Sin embargo, aunque a los venezolanos les hayan quitado sus libertades (al igual que a los cubanos) dentro de ellos perdura la sed de progreso, evolución y libertad –elementos inexistentes en la esencia y raíz del comunismo. Aquella sed de libertad nunca podrá ser expropiada, controlada, racionada, o eliminada por la arrogancia de la demagogia populista de turno; la libertad se lleva adentro.

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