Mientras se espera que haya un acuerdo con los holdouts a fines de esta semana –para eso está negociando el Ministro de Economía- la actividad económica local sigue en declive, la inflación no se detiene y las cuentas públicas profundizan su déficit. Sobre este último punto vale detenerse, por tratarse del origen de las inconsistencias macro que hoy padecemos.
La semana pasada se dio a conocer – con bastante retraso – el resultado fiscal para el mes de abril. El mismo arrojó un rojo de $4.276 millones, contra un excedente de 1.445 millones en igual período de 2013. Los gastos primarios crecieron un 45% anual destacándose las subas de transferencias al sector privado (+ 59% ia) y remuneraciones (+38% ia). Una idea de la mala gestión de los recursos públicos la da el guarismo del déficit operativo de las empresas públicas, que se duplicó entre abril de este año y el del año pasado.
Si se tiene en cuenta que para el mismo mes la recaudación tributaria –que está en un punto récord- creció un 37% interanual, este desbalance resulta insostenible. No es posible financiar -sin generar desequilibrios en la macroeconomía- un gasto que está lisa y llanamente descontrolado. Pero el gobierno insiste en su política fiscal expansiva y a esta altura, está más que claro que no la rectificará. El ajuste fiscal no está en la agenda de esta administración, por lo tanto, seguiremos en problemas.
La pregunta obligada es entonces ¿Cómo se financiará el gasto del segundo semestre que por estacionalidad es mayor? No hay margen para incrementar impuestos y dólares parece que no van a ingresar (o muy pocos si se llega a algún acuerdo en el litigio con los buitres) por lo que el Central y ANSES seguirán siendo los principales financiadores del despilfarro. Para tener una idea de la importancia de estos recursos, el rojo del primer cuatrimestre hubiese sido el doble de no haber mediado los aportes de estoS organismos. En el primer caso, la emisión monetaria seguirá alimentando la suba de precios y en el segundo, el organismo de la seguridad social seguirá dilapidando los ahorros previsionales, generando un gran problema a futuro. Nada que, lamentablemente, sorprenda.
Así, la economía seguirá en su círculo vicioso y los problemas lejos de solucionarse, se profundizarán. La estrategia del gobierno de volver a los mercados internacionales para llegar con “algo de aire” hasta 2015 quedó a mitad de camino luego del revés de la Corte de Estados Unidos. Y por más que haya un acuerdo no será lo mismo, demasiadas vueltas dio –y sigue dando- el gobierno sobre el caso como para inspirar confianza.
Comenzó la segunda parte del año y el panorama es sombrío. La economía real está en baja, las ventas disminuyen –según CAME las ventas minoristas disminuyeron un 7% anual en el primer semestre del año-, los márgenes de rentabilidad se achican, los asalariados pierden poder adquisitivo frente a una suba de precios que no cede y no hay marco apropiado para la inversión. Preparándose para un escenario complicado, la autoridad monetaria y la AFIP ya incrementan el cepo al dólar. Trabas a importaciones, más restricciones para la compra de dólares ahorro y pedido a los bancos que ingresen dos dólares por cada uno que giran al exterior, son las medidas que ya están en marcha. Como siempre, la política del parche y de la intervención a la orden del día.
Ante la escasez de dólares, inevitablemente volverán las presiones sobre el billete verde y reservas, más aún en el marco de emisión monetaria y creciente deterioro de las cuentas públicas. Probablemente volveremos a ver lo que sucedió en el primer mes del año pero con una economía mucho más dañada y menos margen de maniobra. Un deja vu en el segundo semestre.