“…generalmente las personas elegimos vivir en aquellos lugares donde nos ofrecen mayores oportunidades para progresar y allí donde nuestras capacidades sean aprovechadas al máximo y, por ello, la virtud de un gobernante es saber impulsar políticas para generar esos entornos…”
Recientemente se ha presentado el documento “The Global Talent Competitiveness Index 2014, Growing talent for today and tomorrow”, un informe que analiza y compara 93 países del mundo y su capacidad para atraer talento.
Este informe, que sirve de apoyo tanto a los países y a las empresas para comprender y gestionar las variables que estimulan la movilidad de talento, ofrece una serie de factores que explican que un país atraiga, retenga o fomente más o menos talento. Entre las variables estudiadas destacan un entorno político estable, las facilidades para emprender y generar negocios, la falta de obstáculos para la creación y cierre de empresas, la tolerancia, la flexibilización laboral, la inversión en capital humano, la calidad en el ámbito de la educación o la investigación. Asimismo, se subraya como un factor insoslayable la apertura al exterior.
A menudo algunos gobiernos se preocupan porque una parte de los recursos invertidos en talento puedan terminar siendo aprovechados fuera de su país, sin embrago, esto forma parte del proceso de inserción en el mundo actual. Este supuesto “coste” deben asumirlo sabiendo que se trata de un fenómeno de carácter bidireccional si se estimulan políticas destinadas a atraer talento. De hecho, si bien es cierto que los estados tienen que entender el hecho de que ineludiblemente “perderán” parte del talento por el que han apostado, no es menos cierto que si aplican las políticas idóneas, también se beneficiaran de la inversión en talento fomentada por otros agentes económicos y en otras naciones.
Además, en todo caso, la movilidad del talento beneficia tanto al país emisor como al país que recibe el talento. La economía receptora de la cualificación, además de la contribución a su crecimiento, gozará de unos activos intangibles beneficiosos para el conjunto de las fuerzas productivas de su sociedad: habilidades en materia de innovación, emprendimientos técnicos novedosos o nuevas y mejores prácticas laborales. Para el país emisor de talento, la movilidad reporta beneficios que van mucho más allá de las remesas, pues también puede aportar información sobre nichos de mercado, mejorar las posibilidades de la empleabillidad en un futuro retorno, fomentar la familiarización con culturas empresariales diferentes, o generar experiencias en la penetración en mercados no convencionales. En definitiva, la globalización fomenta una sana competencia entre estados, destinada a atraer a los mejores mientras se promueve una formación de excelencia.
En América Latina queda mucho trabajo por hacer en esta materia, pues todavía ningún país latinoamericano figura en los primeros lugares de atracción de talento. En este sentido, un reciente informe del BID titulado “¿Cómo repensar el desarrollo productivo?: políticas e instituciones sólidas para la transformación económica”, destaca que una tercera parte de las empresas de América Latina y el Caribe identifica la capacitación insuficiente como el obstáculo más serio para su funcionamiento y como una limitación importante para la innovación. Por otro lado, mientras que una empresa media en un país desarrollado destina el 4 por ciento de sus ventas a la innovación, la empresa media de América Latina gasta alrededor del 2,5 por ciento. Los países de la región deberían destinar más esfuerzos en generar un clima de negocios favorable, fomentar instituciones fiables o apostar por sociedades del conocimiento, en lugar de quejarse de la “fuga de cerebros”. Esta expresión es utilizada muchas veces para enfundar un concepto arcaico –y hasta aldeano– que solo sirve como excusa para no poner el acento en lo fundamental: generalmente las personas elegimos vivir en aquellos lugares donde nos ofrecen mayores oportunidades para progresar y allí donde nuestras capacidades sean aprovechadas al máximo y, por ello, la virtud de un gobernante es saber impulsar políticas para generar esos entornos.
Pese a todo, en el Ranking, cabe destacar que Chile, Costa Rica, Panamá, Uruguay y Colombia son los cinco primeros países latinoamericanos de la lista, y que Bolivia y Venezuela son los últimos.
Como subrayaba hace algún tiempo el periodista y analista internacional, autor del muy recomendable libro “Crear o Morir”, Andres Oppenheimer, “la emigración va a continuar, les guste o no a los países exportadores de cerebros. De manera que América Latina debería empezar a sacarle provecho. En la nueva economía global, la ‘circulación de talento’ puede ser una ganancia para todos.” Este enfoque moderno y abierto que apunta también a un desarrollo del talento que va mucho más allá de la educación formal porque incluye la capacitación a lo largo de toda la vida de la persona, es muy bienvenido. Sólo a través del estímulo de las capacidades individuales y con esta visión integral, podrán las naciones lograr un auténtico crecimiento y una mayor innovación tecnológica, con sostenibilidad y bienestar social.
*Análisis publicado en ABC Momento Americano, por Guillermo Hirschfeld: Atraer talento, el desafío