Con Cristina convaleciente, banqueros y analistas de la city sopesan por estas horas si el internismo que experimenta el Gobierno en materia de la gestión económica puede profundizarse o quedar en stand-by. A diferencia de Daniel Scioli en épocas de Kichner o Julio Cobos, en la era Cristina, la hipótesis que arrojan algunos ejecutivos es que, aislado y con poder real limitado, la buena, pragmática y sutil identificación que históricamente pareció unir al vicepresidente Amado Boudou con Cristina Kirchner no debería plantear interrogantes de posibles giros en las decisiones que hacen, por ejemplo, al mercado cambiario ni mucho menos al cambio en la forma de financiarse que ha adoptado el kirchnerismo y donde no figura el endeudamiento en los mercados del exterior.
A la hora de pasar revista a la economía, y bajo la inquietud que significa estar en campaña, el momento luce singular. Sabido es que no son tiempos para poner el piloto automático; hay definiciones que tomar, principalmente porque para los banqueros, es el oficialismo el que debe mejorar los números de las encuestas. En rigor, si se mira retrospectivamente, las últimas 4 semanas trajeron numerosos anuncios económicos, como la suba del mínimo no imponible de Ganancias, las modificaciones en el monotributo, el acuerdo de YPF con Dow (y la salida de la petrolera a los mercados), la prórroga del blanqueo de capitales, la nueva política de créditos hipotecarios, el rediseño del bono Baade para generar dólares declarados, o la reapertura del canje de deuda. A ello habrá que sumarle la gorda expectativa que han generado potenciales medidas para detener la salida de dólares por la ventanilla de turismo y que tendrían lugar en un futuro cercano, con la rúbrica de la presidenta. Incluso la mesa de diálogo con gremios y empresarios queda, por el momento, acéfala.
Un párrafo aparte (literal) merece lo ocurrido ayer, donde la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos decidió que no considerará el pedido de apelación formulado por Argentina contra el primer fallo de la Cámara de Apelaciones en el litigio contra los fondos buitre, que avaló el criterio del juez Thomas Griesa de que el país violó dar un tratamiento igualitario a los acreedores que no ingresaron a los canjes de 2005 y 2010. Más allá de la decisión de no tratar el caso (negativo), para la Argentina esta medida implica que sigue vigente la situación de no innovar (positivo). En la traducción, Argentina gana tiempo ya que este segundo fallo que reafirma que la Argentina deberá pagarle el 100% a los fondos buitre y con fondos de bonistas del canje, está siendo apelado por el Gobierno ante la misma Corte de Apelaciones que lo emitió. La reacción de los mercados fue pareja y avala lo antes expuesto: podría llegarse a 2014 sin entrar en default y pagando a los bonistas que ya entraron en los canjes previos.
No sos vos, soy yo
El ministro Hernán Lorenzino, el único que le debe a Boudou su paso por el Palacio de Hacienda, viaja hoy a Washington a participar de la Asamblea Anual del FMI y el Banco Mundial. La misión no parece menor para los días que corren: buscará proseguir con los contactos en el FMI ante quienes se gestiona el nuevo Índice de Precios (IPC) del Indec, pero también trabar una vez más contacto con aquellos que llevan adelante la causa de los holdouts contra el país.
Sin embargo, para los funcionarios que se quedan, la situación dista de ser relajada: en la city, parecen escépticos a imaginar cambios que mejoren la sintonía dentro del equipo económico, especialmente en lo que hace al enfrentamiento entre Marcó del Pont, Moreno y Echegaray. Por otro lado, y a pesar que el orden institucional así lo dispone, apuestan que habrá poca predisposición por parte de los integrantes del equipo económico a someter su imperio y decisiones al flamante presidente interino: Axel Kicillof, el hombre que parece haber ganado más poder en los últimos meses, seguirá tallando en el Banco Central controlando el nivel de tasas de interés de la economía visiblemente en alza mientras comparte con Mercedes Marcó del Pont, la titular del BCRA, las vicisitudes de frenar la sangría de las reservas de la entidad rectora.
Por otro lado, el secretario Guillermo Moreno, la figura clave del nuevo relanzamiento del bono Baade para generarle recursos en divisas a las reservas, aparece ahora en su versión 2.0, mucho más recargado por el aval que significó la prórroga del blanqueo, todo un extended play que se le dio al funcionario quien sigue frenando importaciones para controlar la salida de dólares y cada tanto realiza una ronda de llamados para controlar al billete blue. Este mercado se mantiene en niveles que el Gobierno considera aceptables, si bien cada semana la cotización de la divisa se acerca un poco más a los $ 10, un valor que hace unos meses disparó lo que fue luego el lanzamiento del régimen de exteriorización de capitales, que logró llevarlo de $ 10,50 a $ 7,40 en poco menos de 8 semanas a partir de una caída de las expectativas de devaluación.
Entre las consideraciones que merece el actual escenario, hay quienes destacan en Boudou un rasgo que no debe pasar inadvertido. Revestido como está en la institución que es la vicepresidencia, si se lo piensa, Boudou tiene algo que puede ostentar y que el resto del equipo económico no tiene: el voto popular. Quiérase o no, Boudou ha sido votado oportunamente por el 54% del electorado, tiene poder legítimo, a pesar de que es el funcionario con peor imagen de la actualidad, señala un tradicional banquero. Ni Echegaray, ni Moreno, ni Marco del Pont, Kicillof o Lorenzino pueden ofrendar la misma curcarda, agrega.