Las patas de la mentira

Por Ernesto Edwards

Filósofo y periodista

@FILOROCKER

Decían los antiguos que mentir es emitir una “Expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa”. Lo importante es desentrañar las razones que nos llevan a mentir. Generalmente lo hacemos para beneficiarnos. Como muchos de los políticos, gobernando o en campaña.

 

Casi treinta años atrás, en nuestro país un trabajo periodístico de archivo televisivo comenzó a difundir una compilación de contradicciones y actos fallidos que parecían evidenciar aviesas intenciones de candidatos y funcionarios de la esfera política. Algo para nada original, porque desde William Shakespeare hasta Sigmund Freud, la literatura y la psicología se han encargado, entre otras disciplinas, de dejar en evidencia a los interlocutores de los que se supone buscan engañar intencionalmente a la gente. Incluso para ellos tampoco fue algo nuevo, porque ya en la Grecia clásica los sofistas enseñaban a los políticos en ciernes la técnica del doble discurso.

Thomas Hobbes afirmaba que “el hombre es el lobo del hombre”, y en muchos casos, si no mentimos, no es por una convicción moral que nos impone que mentir es incorrecto. Generalmente, si no mentimos, es porque la consecuencia de mentir puede ser peor que si decimos la verdad, en el caso de ser descubiertos. Claro está que siempre buscaremos alguna justificación para tal acto. Mentir como mal menor. Mentir para defenderse. Mentira como “mentira piadosa”. Se miente en la política. Se miente en los medios. Se miente en los vínculos personales. Se miente. El semiótico Umberto Eco siempre invitaba a someter los discursos políticos a una sospecha generalizada. Y tenía razón. Y en la universidad enseñábamos a dudar, aún de lo que nosotros mismos enseñábamos. Y eran actos de honestidad docente.

Hace pocos años, Canal Fox emitió una serie policial, llamado “Lie to Me”, traducible como “Mentime”, estelarizada por Tim Roth en el papel de Cal Lightman, un antropólogo inglés, radicado en los Estados Unidos, que trabaja para el gobierno en su condición de máximo experto internacional en detectar cuando alguien miente, y todo giraba alrededor de las investigaciones de un grupo de especialistas cuyo líder tiene la capacidad y la experiencia para descubrir a los mentirosos observando tan sólo el lenguaje no verbal. La trama parte de los supuestos de que todos mentimos, y que decir la verdad y conocerla es mejor que mentir o no saber en qué creer. Unido a eso viene a comprobar que la catarsis es liberadora. Es necesario señalar que el personaje de Lightman está elaborado en base a alguien de la vida real, Paul Ekman, un psicólogo evolucionista convencido de que los gestos faciales que expresan nuestras emociones no están determinadas culturalmente, sino que tienen un origen biológico, y por tanto, son universales, como la ira, el desprecio, el miedo, la alegría, la sorpresa y la tristeza. Para lo cual, decidió vivir durante un tiempo en Nueva Guinea con tribus aisladas de la civilización. Y a partir de describir las microexpresiones, estableció que las mentiras pueden percibirse con bastante claridad, y no sólo mirando a los demás a la cara, sino observando todo su comportamiento corporal, y prestando especial atención a cómo construimos nuestras frases y de qué modo usamos cada palabra.

En “Lie to Me” se postula que quien dice la verdad y no oculta nada siempre va a tener una vida más saludable.Son interesantes los supuestos de Ekman: los gestos son universales, y no culturales, como sostenía la antropóloga Margareth Mead. De todos modos, saber qué puede significar cada gesto no asegura poder saber qué piensa realmente cada persona, sino que cada gesto forma parte de una frase gestual o corporal que configura un lenguaje completo, y debe decodificarse en cada situación y contexto.

Paul Watzlawic, psicólogo y filólogo austríaco, considerado uno de los iniciadores de la “Comunicación Humana”, elaboró cinco axiomas como pilares de su teoría: Es imposible no comunicarse, ya que todo comportamiento es una forma de comunicación. Toda comunicación tiene un nivel de contenido y un nivel de relación, de tal manera que el último clasifica al primero, y es, por tanto, una metacomunicación. La naturaleza de una relación depende de la gradación que los participantes hagan de las secuencias comunicacionales entre ellos. La comunicación humana implica dos modalidades: la verbal y la no verbal. Los intercambios comunicacionales pueden ser tanto simétricos como complementarios, es decir, entre iguales o diferentes. Si tenemos en cuenta todos estos detalles, tendremos la posibilidad de desentrañar, aunque sea básicamente, cómo nos comunicamos, qué nos pasa al momento de hacerlo, y, además, darnos cuenta cuando nos están mintiendo.

Proponía el filósofo moderno Inmanuel Kant: “Obra sólo según una máxima tal, que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal.” Y está claro que no es bueno ni querremos que nos mientan. Seguramente, muchos estarán llegando al límite del hartazgo por tanta mentira generalizada. Tanta mentira organizada, como cantaba Miguel Cantilo en “La marcha de la bronca”. Y “Lie to Me”, que ya dejó de emitirse, pero que no pierde actualidad, hoy día puede verse en plataformas virtuales online de pago, como Netflix. Tal vez viendo algunos de sus capítulos se pueda comprobar cómo nos mienten a diario. Especialmente en estos días, invadidos como estamos de tanta propaganda electoralista (y así será hasta octubre), con candidatos a los que no se les cae la cara haciendo tantas promesas que jamás cumplirían si los eligieran. Incluidos los que ya demostraron, habiendo participado de algún gobierno, que no son para nada confiables. Sobre todo hoy día, cuando ya nadie se esfuerza demasiado por ocultarlas. Será que se han perfeccionado y especializado inusitadamente a la hora de mentir. O, lo que es peor, ya nos tienen tomado tanto el tiempo que saben que el esfuerzo para seguir engañando puede ser cada vez menor. Total, está tan naturalizado que a casi nadie le importa. Aunque, siempre, quedará una luz de esperanza, ya que los resultados de las recientes PASO parecen demostrar que en provincia de Santa Fe y en ciudad de Rosario los electores dieron muestras de haberse cansado de tantas mentiras por parte del oficialismo.

Comentarios