27 de marzo de 2018 – Bienvenidos sean los debates, cuando son serios, argumentados y sensatos. La reforma constitucional en Santa Fe era el debate que se venía, siendo que su última modificación es de 1962. Con este argumento se plantea la necesidad de la reforma, pero no se están teniendo en cuenta las consecuencias que trae esta iniciativa: ¿cuánto nos va a costar a los santafesinos hacer una elección a convencionales constituyentes este año? ¿Vale la pena apurarse o podemos aprovechar las elecciones del año que viene? ¿Cuántas veces nos van a hacer votar?
Detengámonos, entonces, en el dinero que todos los santafesinos deberíamos aportar para llevar adelante una reforma constitucional en Santa Fe, a través de una convención constituyente. Partiendo de esa base, tendrían que elegirse convencionales constituyentes en igual número que de legisladores tiene la Legislatura provincial (siendo 19 senadores y 50 diputados, un total de 69 convencionales constituyentes).
Haciéndose por el sistema de boleta única, el costo sería el mismo que el de una elección provincial. Los rumores dicen que el oficialismo, para ahorrarse las tradicionales internas abiertas, busca una solución corporativista, sin internas democráticas.
Obviamente, también deberían asignarse espacios publicitarios y realizarse aportes a los partidos que postulen candidatos. ¿Cuánto costaría todo eso, si no hubiera PASO? Alrededor de unos 400 millones de pesos.
Sin embargo, allí no se agota el tema. Luego de ser elegidos, nuestros convencionales constituyentes tendrían que empezar a sesionar y discutir sobre la reforma. Al ser 69 miembros, las instalaciones actuales de la Legislatura provincial no les serían suficientes, sobre todo porque la Legislatura debería seguir funcionando normalmente. Surge la pregunta: ¿dónde sesionarían? ¿En Santa Fe? ¿En Rosario?
En Rosario, por la cantidad de convencionales que podrían elegirse, y por su infraestructura instalada, podría ser menos costoso. Pero pensemos que habría que alquilar y acondicionar un espacio físico razonable. El inmueble para sesionar no sería lo único en lo que habría que gastar. Deben preverse, asimismo, lugares para el trabajo de las diferentes comisiones, oficinas para los bloques para sus reuniones privadas, y también para los asesores legislativos. Habrá que dotarlos de computadoras, de mobiliario, de insumos de librería, de refrigerios. ¿Cuánto le sumamos ahora a esto? Unos 100 millones de pesos más.
Increíblemente, aún no hemos terminado los cálculos estimados.
A los convencionales constituyentes también hay que retribuirles por su tiempo. Lo mismo con sus asesores. Si sesionan por al menos tres meses, tendremos en total unos 80 millones de pesos por todo concepto. No parece que los gastos estén adelgazando mucho.
La transparencia y la publicidad de los actos de gobierno hará que se torne necesario transmitir las sesiones en vivo, y grabarlas para su resguardo futuro. Tendrán que imprimirse las transcripciones de los debates y las normas a medida que se vayan aprobando, así como la papelería y documentación propia del orden del día de sesiones. Habrá de asegurarse la cobertura de todos los medios, facilitando el acceso de periodistas y su estadía en el recinto. A eso tendremos que agregarle toda la logística de un evento de este calibre, similar a cualquier otro evento masivo. No menos de 130 millones de pesos más que se suman a la ingente lista.
A más de lo anterior, Santa Fe es una provincia extensa, y no todos viven en Rosario o en la capital provincial. Habría que estimar viáticos, insumos y alojamiento de convencionales, autoridades y asesores. Un estimado que no sería menor a 90 millones de pesos. Sumando todos los rubros anteriores, y dejando de lado la posibilidad cierta de que podría haber otros rubros no previstos, el monto total sería aproximadamente de 800 millones de pesos. Sí, a Santa Fe le costaría unos 800 millones de pesos la convención constituyente.
¿Pero qué nos costaría realmente la reforma constitucional? Nos costaría la potencial pérdida de la que es, probablemente, la mejor cualidad actual de nuestra Constitución provincial: no permite de forma absoluta y tajante la reelección inmediata del cargo de gobernador. Porque la reelección no es precisamente la más democrática de las medidas en un sistema republicano.
Al redactar la Constitución santafesina, con sus lados positivos y sus bemoles, nuestros convencionales constituyentes originales fueron sabios en su redacción histórica, y en sus posteriores modificaciones hasta la de 1962 vigente. Santa Fe no admite la reelección consecutiva de su gobernador. Un mandato y a casa. Se puede volver a participar, claro. La historia así lo ha demostrado. Pero, al menos, se debe descansar un mandato entre medio. Muestra inclaudicable del espíritu republicano, de la alternancia y la periodicidad en los cargos públicos como pilares primordiales del estado de derecho.
¿Para qué arreglar lo que no está roto? Santa Fe quiso evitar los personalismos y los caudillismos con esta medida. Desafortunadamente, el actual gobernador de la provincia de Santa Fe, Miguel Lifschitz, insiste con la reforma constitucional, con el único objetivo de lograr su propia reelección.
El sueño reeleccionario de Lifschitz nos puede costar a todos los santafesinos unos 800 millones de pesos.
Por eso decimos que hay otro costo que debemos tener en cuenta. Como dice la sabiduría popular, el precio de la libertad es su eterna vigilancia. Pues entonces vigilemos.
Por Roy López Molina
Abogado, escribano, Concejal de Rosario por Cambiemos