La primera mega Cena Anual de Fundación Libertad en suelo porteño fue en mayo de 2016 y contó con la presencia del entonces presidente argentino, Mauricio Macri, que iniciaba su primer año de mandato y nuevo proceso de expectativas positivas, tras 12 años de populismo K. Año a año, y más allá de las variables macroeconómicas, el evento se fue convirtiendo en uno de los más importantes del país, incluso durante el cuarto capítulo de la saga K, que retornó al poder en diciembre de 2019 con Alberto Fernández.
Ahora, a 8 años de aquel primer plato servido en el Complejo Goldencenter -tras cambiar a último momento la sede en Costa Salguero-, la Cena no solo fue un hito de los más importantes en los 36 años que Fundación Libertad conmemoró el 3 de marzo pasado, sino que además, cobró especial relevancia a partir del “momento histórico” que hoy vive el país con un presidente liberal.
Así lo sostuvo el presidente del think tank rosarino, Gerardo Bongiovanni, en diálogo con ON24, donde, a su vez, repasó parte de lo que destacaba en su discurso en la Cena: el crecimiento regional e internacional de la Fundación a base de la defensa y divulgación de ideas, aún en contextos desfavorables y de violentas agresiones a la institución.
¿Qué relevancia le asignás a la Cena Anual por el 36° de Fundación Libertad, que tuvo lugar el pasado 24 de abril en Buenos Aires?
Fue realmente muy importante. Fue la más grande cuantitativa y cualitativamente, con la presencia de dos Presidentes en ejercicio. Me parece que el momento histórico que vive Argentina, con un presidente que se declara liberal e intenta aplicar políticas liberales, puso todo nuestro esquema de trabajo por los 36 años de la Fundación en el tapete. Incluso, recién el miércoles anterior nos confirmaron asistencia Milei y Lacalle Pou, y sin embargo, la cena ya estaba muy concurrida. Fue un hito.
Es un evento que se ha institucionalizado ya, desde el 2016 que se lleva adelante…
Sí, la Cena Anual viene saliendo muy bien. Ha alcanzado una institucionalización y una presencia muy fuerte en Buenos Aires y Argentina. Recordemos que en aquella del 2018 no solo estuvieron los presidentes Macri y Piñera, sino que en la primera mesa también estaban Luis Lacalle Pou, Iván Duque y Guillermo Lasso, tres personalidades que a los pocos meses alcanzaron la Presidencia de sus países (Uruguay, Colombia y Ecuador).
¿Alguna vez pensaste que un evento de la Fundación puso la vara muy alta para poder sostenerlo?
Uno siempre trata de poner la vara alta y sostenerla es un desafío. Así nos pasó no solo en la Cena, sino en todas las actividades que hacemos y que la Fundación tiene como hito en estas más de tres décadas y media, con visitas de varios Premios Nobel, por ejemplo, o la mudanza del edificio, a una locación emblemática. Y la Cena de Buenos Aires se ha convertido también en un hito con una vara alta, que no nos preocupa, sino que nos agrada el desafío.
Pese a los contratiempos que, estimo, suceden en eventos de esta naturaleza…
Sí, el año pasado, teníamos confirmada a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que es una de las grandes estrellas políticas del mundo iberoamericano, y unas pocas semanas antes tuvo que cancelar su visita a Argentina, y decidimos reemplazarla por Cayetana Álvarez de Toledo, que también es una figura estelar e intelectual brillante, y la verdad es que estuvo muy a la altura. Por lo que esto de ir buscando distintas opciones para mantener la vara alta es un desafío que a todos nos gusta.
El expresidente de Chile, Sebastián Piñera, formó por largos años parte de la historia de Fundación Libertad. ¿Cómo se inició ese vínculo y cómo lo recordás?
Piñera vino por primera vez a la Fundación en el año 2008, cuando en el evento por los 20 años, el ómnibus en el que viajaba Vargas Llosa fue atacado por un grupo de forajidos. Y desde ahí, generamos una relación muy estrecha, que se acentuó cuando dejó la Presidencia. En el interín entre su primera y segunda presidencia, forjé, incluso, una relación personal.
¿Cómo fue esa relación?
Tuvimos muchas vivencias en común, recuerdo que salíamos a caminar por el Central Park. Me distinguió con una amistad que yo valoro mucho. Si bien tenía fama de ser una persona altanera y distante, mi experiencia con él fue totalmente distinta: era muy cercano, muy afectuoso y nada altanero. Por supuesto, era una personalidad extraordinaria, que se había destacado en el mundo académico, empresarial y político. Era miembro de la FIL (Fundación Internacional para la Libertad). Tengo un recuerdo muy entrañable de él. Sentí mucho, mucho su fallecimiento; no me termino de resignar. Ahora, el 18 de junio le vamos a hacer un homenaje en Santiago de Chile. Vamos a extrañarlo mucho a Sebastián.
Argentina tiene una larga historia de no integración al mundo. A contramano de eso, la Fundación lidera una red de think tanks iberoamericanos, que quizás locamente no se toma dimensión del peso de la entidad en el mundo.
Nosotros tuvimos la idea de integrarnos al mundo mientras Argentina se iba aislando. Nos integramos a redes como Atlas, Relial, Faes; participando en eventos y trayendo a muchos invitados internacionales de prestigio. Y en el 2002, con varios referentes de think tanks latinoamericanos convencimos a Vargas Llosa de crear la FIL, con sede legal en España y de la cual soy director general, algo que el propio Vargas Llosa pidió. Y lo hice con gusto.
¿Qué resultados ha tenido la FIL para ustedes?
Nos ha dado muchas satisfacciones porque la Fundación ha crecido mucho. A la red inicial de think tanks, luego se sumó una red de intelectuales, una red de políticos con presidentes y expresidentes. Y en el 2014, creamos con Álvaro Vargas Llosa un Consejo Empresario que ha funcionado muy bien. Hoy hay casi 70 empresarios de 20 países iberoamericanos, lo que le da a la FIL una cobertura, un networking y un relacionamiento con todo el mundo de las políticas públicas, la cultura y la economía muy grande. Creo que es el mejor link que hay hoy en Iberoamérica.
¿Cómo es vista internacionalmente la Fundación Libertad?
La Fundación siempre estuvo entre los 100/120 mejores think tanks del mundo, considerando que hay unos 7.000. En Argentina, han aparecido varias fundaciones en el interior, de las cuales varias de ellas fueron apadrinadas por Fundación Libertad y están haciendo un trabajo muy bueno. Y también hay muchos institutos unipersonales que, a veces, tienen un corto recorrido.
¿Cuál es la clave para perdurar, entonces?
Creo que lo importante es convertirlas en instituciones, armar equipos y que haya grupos, empresarios e intelectuales comprometidos. Libertad y Desarrollo, de Chile, creo que fue pionero en este tipo de institutos. También en Fundación Libertad hemos tenido un gran reclutamiento de jóvenes, de donde han salido muchos chicos destacados que hoy viven en otros países con muy tareas destacadas.