Por Ernesto Edwards-Filósofo y periodista / @FILOROCKER
Indiscutiblemente Omar Perotti se encuentra, por estos días, en una situación paradojal. Que haya ganado las elecciones en el pasado mes de junio y que recién vaya a asumir en el próximo diciembre, por un lado le da el tiempo más que necesario para delinear y definir lo que será su grupo de trabajo, conformando el gabinete que llevará adelante su propuesta de gobierno de cara a los cuatro años de mandato. Pero por otro, a la vez, concreta el despropósito de que quienes fueron desalojados en las urnas por el voto popular continúen medio año más persistiendo en los mismos graves errores que se hicieron más que evidentes en los últimos doce años, especialmente desde la gestión de Antonio Bonfatti, cuando la provincia de Santa Fe se convirtió en una especie de Gran Zona Liberada, y Rosario en particular devino en la Capital Nacional de la Inseguridad, con un inoperante Miguel Lifschitz que consagró como ministro de Seguridad al incompetente Maximiliano Pullaro, principal responsable del espantoso récord de asesinatos, que al día de hoy no ha cesado. Incomprensiblemente, ambos fueron premiados con sendas diputaciones provinciales.
No muy distinto es el caso del área de Educación, que al mando de la bioquímica Claudia Balagué, sin la más mínima experiencia a la hora de dar ni medio minuto de clase en el sistema educativo provincial, y con un supremo desconocimiento sobre el mismo, sólo se ocupó de maquillar durante ocho años las graves falencias que arrastra Santa Fe. Y por si ello fuera poco, también de perseguir solapadamente a cuanto docente opositor apareciera en el horizonte y en la mira de su ministerio. No han faltado denuncias formales al respecto, pero como fueron de escasa resonancia mediática, fueron rápidamente silenciadas. Pero los reprobables hechos ocurrieron.
Por todo ello sorprende la información acerca de la formación de “Bases”, una corriente interna del Partido Socialista, liderada por el diputado provincial Eduardo Di Pollina, quienes realizaron severos cuestionamientos a la estrategia electoral del socialismo pensando en las presidenciales de octubre. Con la pretensión de sacar chapa de “díscolos” y de supuestamente reivindicar ciertos valores, asomaron la cabeza personajes como Balagué, entre otros más que configuran un listado de referentes en retirada, aunque estén expectantes de asumir espacios legislativos.
El repudio a la pérdida de Santa Fe a manos del Justicialismo santafesino en la figura de Omar Perotti, más la explícita intención de Lifschitz de apoyar la fórmula Lavagna–Urtubey son las banderas que exponen para justificar el cisma, como si el socialismo hubiera sido siempre una fiesta de progresismo de izquierda.
Es cierto que la performance del período macrista no ayuda como para ser indiferente a lo que sucederá en las generales. Pero Omar Perotti no deberá ser ingenuo a la hora de mensurar movidas y operaciones de quienes hasta ayer estuvieron en la vereda de enfrente. Y recordar que muchos de quienes depositaron en él su voto y también su confianza fue para desembarazarse definitivamente de los culpables principales del actual desastre generalizado que padece Santa Fe en las áreas de Seguridad, Educación y Producción.
Perotti deberá iniciar su período como gobernador sin la mácula de la sospecha de haber negociado con los expulsados por el electorado santafesino ni medio centímetro de espacio político. Sea en Educación, en Cultura, o donde sea.
Asimismo, el gobernador electo se ha comprometido públicamente a poner de pie y en marcha a Santa Fe en las áreas de Producción y Trabajo, colocando el eje de recuperar calidad de vida para sus habitantes. Nada más justo y necesario. Pero lo que se les reprochaba a los socialistas igualmente vale para señalárselo a Perotti: sin seguridad ni educación no hay vida posible. Y sin vida, lo demás no importa. No es pensable. Es absurdo. El acento gubernamental deberá estar en proteger y educar a todos los vecinos de la provincia. Después viene todo lo demás. Ese debe ser el vértice de la pirámide de Omar Perotti. Fuera de ello, se trata de campaña política.
Seguramente ya debe estar pensando en quienes ocuparán dichos roles fundamentales. Perotti tiene la responsabilidad de elegir bien. De movida. Mujeres y hombres con probada y transparente experiencia, con formación técnica y política, y el suficiente coraje para llevar adelante las transformaciones que esperamos y necesitamos buena parte de los que vivimos en Santa Fe.
Se ha depositado la confianza en Omar Perotti. Ahora tiene que cumplir.