El presidente Nicolás Maduro, en el poder desde 2013, se ha declarado ganador de las elecciones y ha pedido “respeto a la voluntad popular” tras ser proclamado como mandatario reelecto en unos comicios en los que compitió contra nueve contendientes, entre ellos el abanderado de la oposición mayoritaria, Edmundo González Urrutia.
El Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela (CNE) indicó que Maduro ha sido reelegido para un tercer mandato consecutivo tras “obtener” un 51,20% de los votos (5.150.092 apoyos) con el 80% de las mesas escrutadas en el que ha sido su mayor desafío electoral desde su llegada al poder.
El presidente del ente electoral, Elvis Amoroso, quien anunció los datos más de seis horas después del cierre de los centros, también señaló que el abanderado de la oposición mayoritaria, Edmundo González Urrutia, obtuvo 4.445.978 votos, los que supone el 44,2% de los sufragios.
Escrutinio del escándalo
El dirigente opositor Juan Pablo Guanipa ha rechazado los resultados difundidos por el CNE, después de que los electores aguardadan varias horas los resultados.
La exlegisladora Delcy Solórzano, representante nacional de la coalición opositora ante la autoridad electoral, denunció que el CNE había “paralizado la transmisión de actas” y que en una “importante cantidad de centro de votación” se estaba retirando a sus testigos para el escrutinio.
González Urrutia asegura que que “los venezolanos y el mundo entero saben lo que ocurrió en la jornada electoral de hoy, aquí se han violado todas las normas, al punto de que aún no han sido entregadas la mayoría de las actas”, dijo el exembajador, quien se encontraba junto a su principal valedora, la líder antichavista María Corina Machado.
Omar Barboza, secretario ejecutivo de la principal coalición opositora, aseguró que la oposición había recopilado actas de votación oficiales del 30% de las mesas de votación. “No debería tener dudas si se quiere actuar con la verdad y reconociendo la voluntad popular”, dijo.
Reacciones en el mundo
Entre las primeras reacciones a los datos del CNE que dieron por ganador a Maduro, el mandatario chileno, Gabriel Boric, cuestionó que “el régimen de Maduro debe entender que los resultados que publica son difíciles de creer” y exigió “total transparencia de las actas y el proceso”, permitiendo que veedores internacionales “no comprometidos con el gobierno” den veracidad a los resultados. “Desde Chile no reconoceremos ningún resultado que no sea verificable”, anticipó Boric.
El secretario estadounidense de Estado, Antony Blinken, también reaccionó al anuncio de la autoridad electoral de declarar ganador a Maduro y puso en duda los resultados en Venezuela:
“Tenemos serias preocupaciones de que los resultados anunciados no reflejan la voluntad o los votos del pueblo venezolano”, declaró Blinken.
Antes, el presidente argentino Javier Milei dijo en su red social X que su país no reconocería un “fraude” y que el mundo aguardaba a que se reconociera “la derrota luego de años de socialismo, miseria, decadencia y muerte”.
Perú, por su parte, ha anunciado que llamará a consultas a su embajador en Caracas “ante los muy graves anuncios oficiales de las autoridades electorales venezolanas”, tuiteó el canciller peruano Javier González-Olaechea¡.
Popularidad desgastada
La popularidad de Maduro se ha desgastado tras una crisis social y económica que en la última década aumentó la pobreza, el hambre, el costo de vida y que empujó a más de 7,7 millones de venezolanos a migrar en busca de mejores condiciones. Aunque ha pasado lo peor de la crisis, que hace años provocó una importante escasez de alimentos, la gente aún enfrenta dificultades para cubrir sus necesidades.
Venezuela tiene las mayores reservas probadas de crudo del mundo, pero su producción fue en declive en los últimos años, en parte debido a la mala gestión del gobierno, la corrupción en la empresa petrolera estatal y las sanciones comerciales.
En 2018, tras una reelección de Maduro que Estados Unidos y otros países calificaron de ilegítima, el entonces gobierno de Donald Trump impuso sanciones al gobierno venezolano, lo cual sólo profundizó la crisis.
Las elecciones coincidieron con el que sería el cumpleaños 70 del expresidente Hugo Chávez, el histórico líder que falleció de cáncer en 2013 dejando en Maduro las riendas de la que llamó la revolución bolivariana.
Los más de 21,3 millones de venezolanos facultados para votar el domingo estaban llamados a elegir entre los rostros que aparecían en la boleta — el de Maduro se repitía 13 veces — con la idea de si quieren revalidar el cuarto de siglo de gobiernos autoproclamados socialistas que inició Chávez o tomar un nuevo rumbo ante las promesas de “libertad” y cambio de la coalición opositora.
A diferencia de las dos anteriores elecciones (2013 y 2018), Maduro enfrentaba el domingo el mayor desafío del partido de gobierno desde 1999.
El mandatario y sus aliados buscaban mantener el control de todas las ramas del poder por al menos seis años más, en momentos en que su base luce dividida, disminuida y decepcionada, según algunos analistas.
La oposición, que aspiraba a capitalizar el descontento de muchos venezolanos hastiados de la situación social y económica, enfrentó diversos obstáculos durante la campaña.
El principal fue la imposibilidad de que la exlegisladora María Corina Machado se registrara como la candidata de unidad, luego de que las autoridades judiciales la inhabilitaran por 15 años. Sin embargo, ella se volvió en la fuerza motriz detrás de González, quien finalmente fue escogido como el principal candidato del bloque opositor.
El opositor venezolano Leopoldo López, exiliado en España, denuncia un “fraude que no es sostenible” en las elecciones.
“El CNE (Consejo Nacional Electoral) anuncia un FRAUDE y toda Venezuela lo sabe. Ese fraude no es sostenible”, escribió López en alusión a los resultados electorales oficiales.
Antes, el también opositor Antonio Ledezma, exacalde de Caracas, había dicho en la misma red que “sería más que una barbaridad, algo absurdo y locura, pretender desconocer la decisión soberana de los venezolanos”, en alusión a un “triunfo inocultable”, aseguraba, del candidato presidencial antichavista Edmundo González Urrutia.
“La ventaja (…) es de millones de votos, ese triunfo es inocultable, y se demostrará con actas y resultados absolutamente fehacientes”, según Ledezma.
“Venezuela quiere paz, la Fuerza Armada tiene la responsabilidad histórica de no avalar semejante atrocidad”, apostillaba sobre un posible fraude Ledezma, representante en España de González Urrutia y la líder opositora Maria Corina Machado, que no pudo concurrir a las elecciones presidenciales por estar inhabilitada para ejercer cualquier cargo público de elección popular.