Rechazó un cheque de 10 millones de dólares

Muy probablemente a estas alturas todo el mundo conozca la increíble historia de uno de los mejores jugadores de baloncesto de todos los tiempos: LeBron James. Con apenas 17 años y sin pasar por la universidad, directamente desde su etapa del instituto, el que ahora es una referencia dentro del baloncesto mundial daba el salto a la NBA para sorpresa de todo el mundo. A nivel de marketing deportivo, ese salto tuvo tras de sí muchas historias paralelas de las que poco a poco se van conociendo detalles, detalles que pudieron haber conformado una realidad completamente diferente dentro del sector del marketing deportivo en la NBA.

Reebok quiso a LeBron

Cuando LeBron cumplió dieciocho años, tuvo que tomar una decisión financiera que bien pudo cambiar no solamente su futuro sino, además, el de la industria del marketing deportivo en la NBA.

Por aquel entonces, un chico en etapa preuniversitaria volaba desde AkronOhio, para mantener una reunión con Paul Fireman, ex presidente y CEO de Reebok. La reunión no pudo ser más directa: en un lado de la mesa, LeBron James, su padre y su representante. En el otro, Fireman y sus abogados. Y en medio, un cheque de 10 millones de dólares a nombre del prometedor jugador.

Una única condición

La única condición que exigía Fireman a LeBron era clara: jamás podría entablar conversación o escuchar oferta alguna que procediera de Nike, por entonces sin la relevancia que tiene ahora, ni mucho menos de adidas, en aquellos entonces con mayor peso que Nike y gran rival de Reebok.

La decisión no era fácil. LeBron venía de una vida donde su paga eran 17 dólares al mesy sobre la mesa tenía un cheque de diez millones de dólares. Sin embargo, el joven jugador llegó a una determinación: “Si Reebok está dispuesto ahora, al comienzo de mi carrera, a ofrecerme 10 millones de dólares, ¿quién dice que Nike o adidas no están dispuestos a pagar por mí 30 millones de dólares dentro de unos años?.

Sin estar muy convencido de lo que realmente hacía, LeBron rechazaba el cheque de Reebok con la sensación de no saber muy bien si estaba haciendo lo correcto. Apenas unos meses después, LeBron firmaba un contrato con Nike de 90 millones de dólares. Una década más tarde, hace tan sólo unos meses, la marca acaba de firmar un contrato vitalicio con el jugador de más de 1.000 millones de dólares.

Sin embargo, aún hoy cuando se le pregunta a LeBron James por aquél episodio de su vida que pudo haber cambiado no sólo su futuro sino el de la industria del marketing deportivo en la NBA, el jugador responde con seguridad: “Aún no me puedo creer que rechazara aquél cheque de 10 millones de dólares”.

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