Hace apenas siete días, Gianni Infantino, hasta ahora uno de los hombres fuertes de UEFA, era elegido como nuevo presidente de la FIFA en sustitución de Josep Blatter, el anterior máximo mandatario al que la crisis de corrupción y los escándalos se han acabado, finalmente, llevando por delante. Sin embargo, la tarea que le queda por delante al nuevo máximo dignatario de la organización no va a ser, ni mucho menos sencilla. Entre ellas, convencer a los patrocinadores oficiales de la entidad que su figura supone un verdadero cambio con la anterior estructura, algo que los grandes patrocinadores no llegan a ver tan claro como el postulante.
Nada más ser conocido el nombre del candidato que se encargará, a partir de ahora, de dirigir los designios de FIFA en el planeta fútbol, muchos de los grandes gurús dentro de la industria del marketing deportivo dieron la voz de alarma: “Le queda un enorme trabajo por delante. No es, ni mucho menos, la ruptura o cambio de tendencia con respecto al anterior régimen que esperaban los principales patrocinadores oficiales de la entidad”.
Y es que, recordémoslo, esta ha sido y es una de las grandes premisas impuestas por los sponsors para su continuidad: la llegada a la presidencia de una figura capaz de dar un cambio de timón en las arcaicas estructuras de la organización que alberguen a visualizar y transmitir una imagen de transparencia y buenas prácticas mucho más real y efectiva que las que hasta ahora se han puesto en marcha en la FIFA.
El lastre UEFA
Y no le faltan razones a estos patrocinadores oficiales para poner en duda ese verdadero cambio de tendencia que los sponsors, algunos más que otros, demandan con urgencia. Gianni Infantino es un hombre de fútbol metido en los despachos desde hace años. Pero arrastra como gran lastre su pasado inmediato, un pasado que le vincula, durante los últimos siete años, como Secretario General de la UEFA, y, por ende, mano derecha durante dicho periodo de Michel Platini, recordémoslo, sancionado por la propia FIFA con hasta seis años de inhabilitación total por el cobro indebido de casi 2 millones de euros que le reportó el propio Joseph Blatterdurante su presidencia.
Ese lastre supone el gran motivo de desconfianza de los patrocinadores, que no albergan a entender como una persona tan íntimamente vinculada a un presidente sancionado como Michel Platini por corrupción, puede estar al cargo de una institución que si algo demanda es, precisamente, transparencia.
Por de pronto, las grandes firmas comerciales ya han salido nuevamente a escena para exigirle a Infantino la puesta en marcha, de manera inmediata y sin más demora, de una política de transparencia en toda FIFA que pueda recomponer la maltrecha imagen de marca de la entidad y, por extensión, recompensar de alguna manera la imagen de esos patrocinadores principales. Estas firmas están encabezadas por Coca-Cola y representan a un nutrido grupo de sponsors oficiales que exigen esos cambios ya bajo la amenaza, esta vez definitiva, de romper relaciones.
La FIFA habló hace siete días eligiendo al que consideran será el hombre clave para defender una reestructuración total en la entidad y abrir una nueva etapa de transparencia en la misma. Los patrocinadores oficiales, sin embargo, no tienen tan claro que Infantino vaya a ser esa persona que tanto demandaban incluso ellos mismos.