Por Ernesto Edwards – Filósofo y periodista – @FILOROCKER
Probablemente por razones de edad y de actividad laboral, desde que se reinició la democracia en la Argentina, he tenido la oportunidad de conocer a todos los gobernadores de Santa Fe. Con algunos pocos, con una relativa proximidad personal -aún discrepando-, y con otros (la mayoría) con la inevitable y razonable distancia de cada caso. Cada gestión, cada período, tuvo la atención y la necesaria evaluación de sus resultados. No siempre vistos con beneplácito y aprobación.
Por una especialización profesional personal de quien escribe esta nota el foco siempre estuvo puesto en la Educación. Cada gobierno, según su posicionamiento ideológico y político, orientó sus acciones en torno a su propio proyecto educativo. Y aunque las consecuencias nunca fueron óptimas, tampoco podría afirmarse con propiedad que lo desarrollado terminó en un resultado oprobioso, siendo motivo de vergüenza. Hasta ahora, claro.
Sin filiación partidaria alguna, y desde la perspectiva de alguien con cuarenta años dedicados a la educación aquí y en el resto del mundo, y en el medio de una tradición familiar que en lo académico y aún sin necesitarlo para acreditar más nada seguimos perfeccionándonos y actualizándonos entre maestrías y doctorados varios, es que se fundamenta el siguiente análisis de la fallida gestión en curso del gobernador Omar Perotti, ya a prácticamente tres años de su asunción.
También es justo reconocer que la actual inseguridad descontrolada en la provincia no se originó con Perotti, pero además lo es afirmar que éste junto a su ineptitud e inacción llevó a que Santa Fe se convirtiera en una especie de gran Zona Liberada y que Rosario sea conocida como la Capital Nacional de la Inseguridad y el Narcotráfico. Así de mal estamos. Así de infravalorada está la vida por estos pagos.
Pero ello, que es un flagelo que amenaza y tiene en vilo a cualquier santafesino de bien, no es la única barbaridad, la única depredación llevada a cabo por el actual mandatario provincial. Que ya había dado una pista contundente a la hora inicial de conformar su gabinete ministerial, toda vez que su integración mostró la lamentable apariencia que recordó al filme italiano “La Armada Brancaleone”. Porque a nadie bien intencionado se le hubiera podido ocurrir nombrar, por ejemplo, a Marcelo Saín en Seguridad, al marido de la vicegobernadora Rodenas en Cultura, y a la inefable Adriana Cantero en Educación. Sobre todo porque esta última ya venía de un estrepitoso y escandaloso fracaso en una gestión anterior. No es difícil adivinar que Seguridad, Cultura y Educación, por los motivos que hayan sido, nunca le importaron gran cosa. Como tampoco ocultar su inclinación por el nepotismo y por la glorificación de una gerusía que notoriamente ya no entiende esta época.
Establecido lo dicho, no podemos dejar pasar por alto que en estos tres años de “gestión”, la Educación en Santa Fe se ha convertido en un bochornoso desastre. Con una Adriana Cantero sin Proyecto Educativo, sin transparencia en la información sobre el funcionamiento del sistema y su permanente desprecio por los aportes que los docentes pueden hacer para resolver las problemáticas educativas. Y con un llamativo silencio de cara a las denuncias del SADOP acerca de la persecución e intento de infiltración en su organización gremial. Recordemos los nombramientos en su gabinete de personas que procedían de patronales en las que Cantero era empleada. Y sin olvidarnos de su filiación religiosa de ribetes extremadamente dogmáticos frente a los necesarios cambios que reclama una Educación Sexual Integral (ESI).
Hasta que llegamos el presente y la ministra se despacha con lo que podríamos denominar como la Destrucción de la Escuela Secundaria en Santa Fe, con su intención de la promoción no graduada, la cual no pudo llevarla adelante oportunamente, y que como consecuencia la impulsó a implementar la medida “provisoria” de la Circular 4/2022, en la que da lo mismo que el estudiante haya aprobado o no, debiendo seguir concurriendo hasta el próximo 23 de diciembre, no se sabe muy bien para hacer qué.
Y nos surgen los siguientes interrogantes. ¿Por qué alguien que aprobó, que cumplió con los objetivos de aprendizaje, tendría que tener un refuerzo? Desde el punto de vista pedagógico, si algo está concluido, ¿por qué habría que agregarle un Bonus Track? Y con ese criterio, sí alguna vez se les ocurriera que el Bonus Track debiera ser en enero, terminadas las clases, ¿estarían docentes y alumnos obligados a seguir concurriendo a la escuela? Es una medida anti meritocrática, porque el que hizo todo a tiempo para así tener sus semanas libres, como indica el calendario, ahora se ve obligado a ir hasta Nochebuena. O sea, da lo mismo cumplir que no cumplir. Una educación santafesina propia de un Cambalache discepoliano. Y que además de una inconsistencia pedagógica plantea una violación a los derechos adquiridos. La evaluación como acreditación tiene un efecto jurídico, que es que nadie está obligado a volver a recorrer lo que ya tiene aprobado. Entonces, aprobaron, pero tienen que seguir concurriendo. ¿Qué los obliga a concurrir, y cuál va a ser la consecuencia de no hacerlo? A ver: legalmente no pueden obligar a nadie que tenga aprobado el espacio. Mayor payasada del gobierno, imposible.
Por otra parte, ¿qué van a hacer dentro de la escuela, si los objetivos de aprendizaje se cumplieron?
Una medida de flexibilización de un calendario en forma abrupta e inconsulta sólo podría tener sentido en el marco del inicio de la pandemia, donde todo era incierto. Ya se llevan tres años de pandemia y posterior regreso a la normalidad. Pero es un ministerio inexistente, o mejor, un ministerio que no sirve para nada. O, para ser más claro, un ministerio que destruye lo que funcionaba bien.
Pensemos en la inequidad para los que no aprobaron y necesitan un refuerzo. Van a estar todos mezclados. ¿Cómo se van a diferenciar las actividades? ¿Y por qué el docente deberá diversificarse de esa manera, cuando es mejor que se concentre en acompañar a quienes no alcanzaron los objetivos de aprendizaje?
Única solución razonable: considerando que dejan librado a que las instituciones resuelvan qué hacer (porque obviamente ellos no saben) se debería aplicar una planificación fundada en la prudencia aristotélica y en principios de equidad, y entonces trabajar sólo con los estudiantes que lo necesiten. Mientras los otros, el respeto y la libertad correspondiente hacia aquellos que ya cumplieron con todo, bien gracias. Porque está claro que no se les ocurre que los desobliguen del cumplimiento. Del Cumplo y Miento de este ministerio impresentable. Que no plantea que sigan dando clases y enseñando y recuperando contenidos, sino que se entretengan con talleres a la espera de la “promoción automática” que siempre impulsó Cantero. Quien además no está en condiciones emocionales de reconocer errores propios, y siempre en desmedro de los méritos de los más esforzados, de los que sí se ganaron reconocimiento y descanso. Se homogeiniza al alumnado, lo que es no respetar la diversidad de las situaciones de cada alumno y alumna.
Por si algo faltaba para este papelón sin fin, los últimos días se publicaron al unísono una serie de “publinotas” que con textos tipo gacetillas se desviven por elogiar las decisiones y el “rumbo” educativo del ministerio de Educación de Santa Fe. Y destacaban que “El gobierno de Santa Fe avanza en la consolidación de su modelo pedagógico…” Caramba, qué horror. La catástrofe parece que no tendrá fin. No al menos en lo inmediato. A tal extremo que las siguientes gestiones gubernamentales podrán alegar, ante el sostenimiento de una crisis educativa que se prolongará en el tiempo, “Ah, pero Cantero”. Tal la tierra arrasada que deja esta señora que debió haber seguido gozando de su jubilación en vez de suspenderla para ultimar la Educación.
Se cree, erróneamente, que una “Zona de Desastre” sólo es pensable como un área afectada por una calamidad de origen natural. Sin embargo, dicha superficie puede ser la consecuencia de decisiones que provocaron una vulnerabilidad expresada en daños, deterioros, fallas y disfunciones que pueden afectar extensiones diversas y poblaciones de número variable. En ese sentido, Adriana Cantero -con la responsabilidad absoluta del gobernador Omar Perotti- deja como legado de su pésima gestión ministerial haber convertido a Santa Fe en Zona de Desastre Educativo.