Todo parece indicar que el 8 de junio los locales gastronómicos de la ciudad levantarán las persianas, pero el panorama que enfrentarán es verdaderamente incierto. Luego de un largo parate en el que a fuerza de delivery intentaron cubrir los altos costos del negocio, bares y restaurantes rosarinos se verán obligados a atravesar una nueva etapa de emergencia marcada por un protocolo sanitario que seguirá poniendo en jaque la facturación, y sembrará aún más interrogantes sobre la continuidad de numerosos emprendimientos.
“Tenemos ya hace un tiempo el protocolo armado y consensuado con la Municipalidad, aunque hay mucha ida y vuelta porque la situación es muy dinámica”, contó a ON24 el presidente de la Asociación Hotelero Gastronómica de Rosario (AEHGAR), Carlos Mellano. Y enumeró algunos de los requisitos que incluye: 50% de ocupación de los locales, separación de dos metros entre mesas, barreras de acrílico o nylon, registro de las personas y sus contactos para garantizar la trazabilidad y contar con reserva previa; a los que se suman los que debe cumplir el propio personal.
No obstante la expectativa por volver al ruedo, los empresarios mantienen más dudas que certezas, e incluso, algunos descartan su reapertura en el corto plazo. “El sector está técnicamente quebrado, hace prácticamente 3 meses que no trabajamos y es entendible que algunos decidan no abrir porque los costos de estructura superan la facturación”, explicó Mellano.
“Nos vamos a adaptar a lo que exija la intendencia. Habrá que atravesar toda una zona gris donde la rentabilidad está totalmente descartada y deberemos esperar la normalidad”, indicó Martín Ridolfo, socio de Efes Management Group, que gerencia varias franquicias, entre las cuentan Peñón del Águila, Negroni, Johnny B. Good, entre otras. Según el empresario, en un contexto donde todos los negocios del grupo en el país están siendo analizados minuto a minuto, en Rosario “hacemos el esfuerzo para mantener todas las unidades funcionando pero sabemos que vamos a transitar un período largo de nula rentabilidad y pérdidas”.
Leandro Iriart, secretario de Mercado Pichincha, coincidió en la opinión de que el sector tendrá que esperar y ver el movimiento para tomar decisiones. “Se entiende que el protocolo tiene que ver más con cuestiones sanitarias que comerciales”, con lo cual, en el corto plazo “hay que pasar la emergencia, dar los primeros pasos e ir viendo cómo se comporta el público”, apuntó.
Mientras que Francesca Nasini, propietaria del tradicional restaurante El Viejo Balcón, apuntó que si bien tienen la decisión de abrir al público, todavía no fueron informados formalmente respecto a la fecha y el protocolo de reapertura; con lo cual, no han tomado medidas de adaptación todavía. “Llegado el momento, probablemente hagamos una prueba para ver cómo funciona el local clásico y de acuerdo cómo responda abriremos el de Puerto Norte”.
QUÉ SIGNIFICA LA “NUEVA NORMALIDAD”
De acuerdo con la opinión del titular de AEHGAR, el futuro del sector depende en gran medida de dos factores: la continuidad del ATP (programa de Asistencia al Trabajo y la Producción) y la duración del distanciamiento social. “Por el lado de la ayuda del Estado para pagar sueldos está conversado que continúen hasta septiembre; eso clave para que podamos salvar el alto costo de la masa salarial. Pero lo más importante para descifrar el futuro es saber si las medidas de distanciamiento -que son un gran limitante- serán parte de una nueva normalidad”, dijo Mellano.
En este punto todos los empresarios coincidieron en que de mantenerse las restricciones de ocupación de los locales, toda la cadena deberá encarar una readecuación hacia atrás. “Abrir es mejor que estar cerrados, y junto a lo que se factura con el delivery (alrededor de un 10%) suma; pero con todas estas limitantes no es sostenible ni siquiera al mediano plazo”, aseguró Nasini. A lo que Iriart sumó: “Estas medidas se entienden en el marco de la emergencia y no más allá de ella. No sería lógico continuar así indefinidamente”.
Por su parte, Martín Ridolfo fue un poco más allá y apuntó que “si hay una nueva normalidad con distanciamiento, habrá que hablar de un nuevo alquiler, nuevos impuestos y nómina de personal (…) Está claro que no podemos enfrentar el 100% de los costos con el 50% de la facturación”.
Según el gerente de Peñón del Águila, la decisión respecto a la continuidad de los emprendimientos dependerá de lo que hagan el Estado en sus tres niveles, los empresarios y los dueños de los locales; quienes deberán entender “que el COVID-19 está arrastrando a todos los negocios”.
Por Mariano Fortuna / m.fortuna@on24.com.ar
REDACCIÓN ON24