Con más 800 metros cuadrados por cada una de sus 5 plantas, una fachada que lo califica como patrimonio histórico, en Rioja al 1500, se levanta un gigante blanco, ex call center de Telecom.
Su propietario, Felipe Rozenmuter, es el presidente de Pro Música, el mayor distribuidor de instrumentos musicales de las últimas décadas.
El empresario, lejos de perfilar bajo, es la cara elegida de “paparazzis” porteños. Al millonario siempre se lo ve acompañado por figuras mediáticas. Desde los legendarios Mirtha Legrand y Carlitos Balá a Jorge Rial, Valeria Massa o su íntima amiga, Luciana Salazar, a quien aconsejó en su discontínua carrera discográfica.
La empresa que fue en sus comienzos un taller de reparación y venta de pianos, convirtiéndose en el principal importador de órganos musicales, genera los dividendos suficientes para despuntar el gusto de su titular, por los negocios inmobiliarios.
Rozenmuter fue uno los primeros en comprar los departamentos en el complejo porteño Building de Puerto Madero al empresario Alan Faena.
En Rosario optó por tener local propio en Santa Fe 1752 y hace poco menos de 10 años, dio con el edificio blanco, pegado al Sanatorio Americano.
¿Qué obstáculos enfrenta la operatividad del gigante blanco?
Oski Borga, cantante y gerente de la sucursal rosarina de Pro Música, hombre de confianza de Rozenmuter, es el responsable de exhibir la propiedad para compra o alquiler.
Hubo muy pocas ofertas concretas que el empresario desechó a las que seguramente hoy aceptaría, conociendo mejor las incompatibilidades de la construcción con la normativa municipal vigente.
¿La pareja natural no sería el lindante Sanatorio Americano?.
Las alturas de planta no coinciden y eso desalentó cualquier oferta.
Cocheras: la gran traba
El edificio necesitó de recalces estructurales. Hoy las nuevas columnas subterráneas, imposibilitan la construcción de cocheras, conditio sine qua non para obtener la habilitación municipal.
Cocheras compradas en sus alrededores, es la opción que da la nueva reglamentación municipal. Pero no el mercado, al menos actualmente, no hay oportunidad de compra a la vista.
Otros elementos de análisis son: una sub estación transformadora de la EPE, instalada en la propiedad, que limitan el margen de maniobras, convirtiéndose en una jurisdicción aparte dentro de mismo edificio. Y las salidas de emergencia, una construcción que aún no encuentra “escape” para salvar las restricciones edilicias.
La decisión de qué poder hacer ya no pasa por una iniciativa exclusiva de su propietario o potencial comprador. Esta será una compleja articulación público – privada, que necesariamente deberá timonear algún técnico de confianza del titular, junto a un concejo municipal que deberá poner mucha voluntad para no sentenciar al abandono a un edificio histórico que necesita imperiosamente refundarse.
Por Fabiana Suárez