Los ganadores en la era digital hacen mucho más que marcar las casillas de una check list de capacidades tecnológicas. Saben que su éxito depende de las personas. La habilidad de entender las cambiantes necesidades y conductas de los clientes es, por supuesto, vital. Sin embargo, según los especialistas el verdadero factor decisivo en la era de la inteligencia será la habilidad de una empresa para desarrollar su cultura corporativa con el fin no solo de aprovechar las tecnologías emergentes, sino también de abrazar las nuevas estrategias de negocio que impulsan esas tecnologías.
Las empresas deben centrarse en capacitar a las personas -consumidores, empleados y socios del ecosistema- para conseguir más con la tecnología. Tendrán que crear una nueva cultura corporativa que considere a la tecnología como la forma de capacitar a las personas para adaptarse y aprender constantemente, crear nuevas soluciones de forma continua, impulsar el cambio incesantemente y perturbar elstatu quo. En una época en la que el enfoque está fijo en la tecnología, los verdaderos líderes deberán, de hecho, poner a las personas primero.
Un estudio de Accenture destaca: “Estamos inmersos en una revolución tecnológica transcendental; en concreto, una revolución digital. Nuestro análisis y modelo de investigación muestra que actualmente lo digital está dominando todos los sectores económicos”.
Al introducirse en todos los ámbitos, lo digital está trayendo consigo cambios en todas partes y sin precedentes. Hay nuevas tecnologías y soluciones, más datos que nunca, sistemas nuevos y heredados entrelazados, un aumento de la colaboración (dentro y fuera de la empresa), nuevas alianzas, nuevas startups… Todo nuevo. Al mismo tiempo, en el mercado, los clientes digitales también están madurando. Sus expectativas de servicio, velocidad y personalización, que han cambiado drásticamente, son solo el principio.
El auge de la generación del milenio (millennials) trae consigo no solo un nuevo tipo de cliente, sino también una nueva clase de empleado, con unas perspectivas y aspiraciones muy diferentes. Esta generación, digital prácticamente desde su nacimiento, demanda un mundo ajustado a sus necesidades y a sus nuevas expectativas sobre cómo debería organizarse el trabajo. Las omnipresentes tecnologías de colaboración están reconfigurando las reglas tradicionales del trabajo. La apuesta por el trabajo freelance y por las carreras profesionales diversificadas está reconfigurando la fuerza de trabajo, así como las actitudes sobre cómo, cuándo y dónde se realiza el trabajo.
Estos cambios no son graduales. De hecho, el cambio se ha convertido en la nueva realidad. Según la encuesta global de tecnología de Accenture a más de 3100 directivos de IT y de negocio, el 86 % de los encuestados prevén que el ritmo del cambio tecnológico aumentará rápidamente o a una escala sin precedentes en el sector en los próximos tres años. Y muchas empresas, ya de por sí afectadas por el impacto de la tecnología y los cambios que deben efectuar como respuesta, se encuentran temporalmente desbordadas -algunas de ellas incluso paralizadas, ante la magnitud de las tareas que tienen por delante-. Eso es comprensible.
No obstante, una vez que hayan hecho una pausa para recobrar el aliento, deberán empezar a cambiar sus productos, sus modelos de negocio y todos los procesos que les dan soporte. Tendrán que desarrollar nuevas habilidades y deberán aprender formas diferentes y más ágiles de trabajar en ecosistemas caracterizados por una colaboración más flexible.