Airbnb es una plataforma de software que permite la oferta y alquiler de alojamientos. A la hora de ingresar a su sitio, se recibe a los interesados en ofertar con la promesa de seguridad y simpleza en el trámite de publicación de la propiedad. También se anuncia otorgar el control total de la disponibilidad, precios, reglas e interacción con los huéspedes. ¿Cómo es la experiencia para aquellos que apuestan por este sistema?
Contactamos con una propietaria de un departamento ubicado en la zona del Monumento a la Bandera publicado en Airbnb y Booking. Registrada en julio de este año, ya suma ocho calificaciones en la primera plataforma y ha recibido a otros tantos huéspedes desde la segunda. Para este artículo, le pedimos que relate su experiencia como anfitriona en el sistema de alojamientos temporales.
Lo primero que le consultamos fue si la plataforma realmente cumplió con las promesas de su página de inicio. “Fue relativamente fácil ingresar. Además, el servicio que tienen de atención al anfitrión es sumamente eficiente. Hasta te hacen un seguimiento para ver si resolviste tu problema”, relató. Publicar una propiedad es totalmente gratuito; Airbnb luego cobra una tarifa de servicio de un 3 a 5% por reserva.
El precio del alquiler puede ser colocado libremente por el propietario o puede recurrirse a un sistema de precios inteligente, el cual evalúa el costo que garantizaría la mayor ocupación posible. La simpleza del sistema hace que el mercado sea cada vez más competitivo, mientras que el sistema de calificaciones le otorga transparencia. “Es necesario evaluar nuestras ventajas competitivas para poder sacar mayor provecho. En mi caso, la extrema limpieza, la calidad del inmueble y la fidelidad de las fotos son mi diferencial”, explicó la anfitriona.
También es posible delimitar los períodos de disponibilidad del alojamiento y condiciones para el alquiler. En este sentido, nuestra entrevistada recomendó “conocer hasta dónde puede llegar cada uno”. Si se coloca como estadía mínima una noche, esto puede derivar en una mayor rotación de huéspedes y, por consiguiente, tener que prestar mayor atención a la propiedad.
Riesgos
Apostar por el alojamiento temporal implica asumir algunos riesgos. El principal es exponer el inmueble y su equipamiento a maltratos o robos por parte de los inquilinos. En este sentido, la compañía ha implementado un seguro por daños que cubre hasta un millón de dólares para sus anfitriones. El sistema de calificaciones es otra buena herramienta para que los propietarios puedan decidir si aceptar o no al huésped.
Nuestra anfitriona ya efectuó una decena de operaciones y ha notado que los jóvenes tienden a comportarse mejor dentro de los parámetros del sistema. “Me encontré con que los inquilinos de cincuenta años en adelante tienden a ser más desordenados y se manejan como si estuvieran en un hotel”, describió.
Otro punto a tener en cuenta es que publicar un hospedaje no implica comenzar a obtener ganancias instantáneamente. Acondicionar un espacio para recibir huéspedes temporales implica realizar una importante inversión en la compra de muebles y equipamiento para que el futuro inquilino vea todas sus necesidades cubiertas.
Rentabilidad
¿Airbnb o inmobiliaria? La respuesta a esta disyuntiva puede no ser tan tajante, pero ambas alternativas ofrecen sus pros y contras. Según nuestra entrevistada, basándose en la actividad que tuvo durante los últimos dos meses y considerando las buenas calificaciones que obtuvo, es posible que en un tiempo obtenga una rentabilidad considerablemente más alta que la que obtendría por un alquiler convencional.
Por otro lado, ser anfitrión en Airbnb puede ser un trabajo muy demandante. “Es un negocio exigente. Uno está permanentemente siendo calificado por el huésped y por el propio sistema que evalúa la velocidad de respuesta de consultas”, explicó. También implica hacerse cargo de los gastos del inmueble, como expensas, servicios e impuestos.
La alternativa de permitir pagos en pesos o en dólares también ayuda para adaptarse a la coyuntura actual. Por su parte, nuestra entrevistada analizó: “Contar con compromisos cortos puede ser una buena alternativa en un contexto de inestabilidad como el actual, en lugar de firmar vínculos de dos años. Sin embargo, administrar el lugar es mucho más desgastante y hay que estar pendientes”.