¿Cuál es la situación actual del sistema monetario?
En el sector monetario, muy sensible por cierto, nos enfrentamos a dos faces que convergen en el mismo problema.
Por el lado de la oferta de dinero, es probable que aumente -en términos nominales- ante la necesidad del sector público de cancelar deuda emitiendo pesos. Generalmente se da una concentración de obligaciones fiscales hacia fin de año, que en este ejercicio, es posible que se profundice.
Por el otro lado vemos que la demanda de dinero, hoy en un nivel muy bajo, es muy sensible a las expectativas. La demanda monetaria la podemos conceptualizar como la cantidad de dinero que los ciudadanos desean retener voluntariamente. Y se la cuantifica sumando el dinero en efectivo, más los depósitos bancarios, desde los saldos a la vista a los montos en plazo fijo, y se la compara con el PBI. Hoy este guaritmo se ubica entre un 15 y 16%.
¿En relación a otros países, esa monetización es alta o baja?
Muy baja. En América Latina este ratio en general supera el 50%, y en los países más desarrollados y estables se ubica en guarismos cercanos al 100%.
Para dimensionar más donde estamos parados: ¿en la hiperinflación a qué niveles se llegó?
Las experiencias hiperinflacionarias fueron relativamente pocas en la historia mundial. Es un fenómeno extremo que afecta severamente el funcionamiento de la economía y el orden social. Generalmente es destructivo en un plazo muy corto.
Se la conceptualiza como un proceso donde los individuos disminuyen fuertemente sus tenencias monetarias, incrementando paralelamente su demanda de activos reales. En general busca todo aquello que perciba que conserve valor, tratando de desprenderse del dinero que se deprecia y cuyas expectativas son incluso de una pérdida más rápida de su valor. Las mediciones, en estos procesos terminales, puede llegar a arrojar guarismos mínimos de monetización cercanos al 1%.
No estamos en esa situación, pero debemos tener cuidado en la dinámica que podría adquirir el proceso.
¿Cómo se perciben los procesos hiperinflacionarios?
Hay que estar atentos a la demanda de dinero. Y a la expectativa de los ciudadanos sobre la inflación esperada. Esto aún más, que la evolución de la propia oferta dineraria.
Nuestra historia de años de alta inflación no es un buen antecedente.
Guarismos inflacionarios mensuales superiores al 4% en un contexto de fuerte caída de la actividad económica, emiten una clara señal de alerta. Pero debemos considerar que ha sido un fenómeno crónico y nocivo, pero no disruptivo.
¿Cómo describiría la situación económico financiera?
Contracción económica, alta inflación, fuerte presión fiscal y tasas de interés nominales muy elevadas, que afectaron fuertemente la actividad empresarial.
¿Cuántas empresas no resistieron el proceso?
El Centro de Economía Política Argentina precisa en un informe reciente, que en los primeros 9 meses de este año, las empresas en crisis fueron 1203. Son aquellas que pidieron concurso preventivo de acreedores o directamente fueron a la quiebra.
¿Cómo están los niveles de morosidad?
Aumentó muchísimo. Argentina tenía muy baja morosidad y hoy nos pasamos de vuelta, principalmente en el sector consumo.
Actualmente se ubica a niveles de 4,5%, en el 2018 se ubicaba en 2,98%. Igual, a nivel mundial, el ratio anterior se puede calificar como razonable.
El sistema financiero argentino, al contar con una baja oferta crediticia y adoptar naturaleza prudencial, ha podido seleccionar razonablemente bien a sus prestatarios, distribuyendo y atomizando el riesgo crediticio.
¿Cuando se refiere al sector consumo, habla de las tarjetas de crédito?
Exacto. Ciertos productos bancarios con muy alto costo, como el financiamiento con tarjetas de crédito, ha verificado un nivel de deterioro superior al de las operaciones tradicionales, en general más conservadoras.
Se dice que el próximo gobierno dejaría el cepo, bajaría las tasas y desarmaría las Leliq. ¿Cómo ve ese combo para reactivar la producción con crédito barato?
Los controles de todo tipo, como el cepo, se instaruran fácilmente y luego es muy complicado eliminarlos.
Las Leliq constituyen un pasivo remunerado del BCRA, a una tasa monetaria de interés elevada y con un período de capitalización muy corto, que potencia la tasa de interés efectiva. Es un instrumento coyuntural que no ayuda a solucionar los graves problemas que afectan nuestra economía.
El objetivo era que los bancos percibiesen ese ingreso y lo trasladaran a los ahorristas a través de una tasa pasiva más elevada, cosa que efectivamente ocurrió.
Que las tasas activas sean razonablemente bajas y el crédito fluya a toda la economía es un objetivo loable, pero, no tenemos que olvidar que lo más nocivo es que los individuos disminuyan fuertemente sus tenencias de saldos monetarios y emprendan una huída rápida y desordenada a bienes, para protegerse de las consecuencias de un fuerte proceso inflacionario.
¿Al dólar blue no?
Al mantenerse el cepo el peligro ya no es la caída de las reservas, sino la huída hacia los bienes reales que podría provocar un aumento en la velocidad de circulación del dinero, que cada vez valdría menos, es decir, aumentaría la inflación. El dólar blue se comportaría como un bien más, independientemente de que se trata de un mercado relativamente chico y al que las empresas por definición no podrían ingresar.
Para mí este es el problema más serio en lo macro.
¿Entonces Ud no ve un proceso virtuoso con la baja de tasas, cree que la gente no va a sacar esa plata para invertir sino para refugiarse en un bien real?
Saber qué va a hacer la gente es un fenómeno muy complejo, es un fenómeno de masas. Hay que observar la evolución de los mercados, dar certezas y tratar de reducir la incertidumbre propia de la actividad económica. Máxime en un contexto inflacionario.
¿Entonces el combo que le mencionaba anteriormente de medidas monetarias debería estar acompañado de otras que estimulen la inversión?
Totalmente. Las autoridades deben transmitir rápidamente una serie de medidas, por ejemplo fiscales que incentiven la inversión y la producción. Tienen que ser medidas simples, que operen positivamente sobre las expectativas.
¿Cómo afectó a los bancos el retiro de los depósitos post PASO y cómo impactaría a futuro con una reducción sustancial de tasas?
El sistema financiero respondió hasta ahora bastante bien, porque las medidas prudenciales que tomó Argentina, muchas ya aconsejadas hace décadas por el Comité Cook de Basilea. No debe soslayarse también el hecho que el sistema financiero argentino, es comparativamente pequeño y partía de una situación saneada desde comienzos del Siglo XXI.
En general la gente se mueve en un marco de incertidumbre, con los miedos propios, y en su comportamiento muestra algún signo de desconfianza. Algunos incluso temen, creo que infundadamente, que se tomen medidas coercitivas sobre sus depósitos, que en muchos casos son su único activo de reserva.
Igual me da la sensación que la peor etapa ya pasó.
Todo esto tiene como consecuencia un ineficiente uso de los recursos, por ejemplo, esa es la razón última, de que más del 40% de los recursos no se presten y se mantengan liquidados. Esto se traduce en falta de financiamiento.
Los bancos, como intermediarios financieros, dependen de lo que haga la gente y la gente deja su dinero en los bancos sólo si disminuye la incertidumbre y si existen reglas claras y previsibles.
¿Los depósitos en dólares también se los llevaron?
Fue lo que más se llevaron. La gente reacciona rápido. Sólo un sistema muy líquido pudo dar respuesta a ese gran movimiento de retiro de fondos en un plazo tan corto.
Como contrapartida, este hecho afectó seriamente el financiamiento de las operaciones de comercio exterior.
Depósitos en dólares
9 de Agosto 32.499.000.000
31 de Octubre 109.000.000
Préstamos en dólares
9 de Agosto 16.249.000.000
31 de Octubre 11.850.000.000
Igualmente dicen que los bancos fueron un sector que ganó plata con este gobierno. ¿Es así?
Los resultados son muy heterogéneos. Pero en todos los casos las utilidades son nominales. Los resultados, ajustados por inflación no son tan buenos. El resultado teniendo en cuenta los activos que administra (ROA) son razonables a nivel global.
Pero es importante remarcar que los bancos deben crecer en beneficio de la comunidad, no con Leliq sino con depositantes y clientes prestatarios.
¿Por qué es tan caro el sistema financiero argentino?
Porque hay poco volumen en términos reales, a pesar de que en Argentina hay más de 80 millones de cuentas bancarias. Hay más cuentas que celulares, contando personas físicas y jurídicas.
Los depósitos del sistema argentino totalizan en pesos 3,3 billones, cifra pequeña si la comparamos con el PBI. Un banco grande argentino, en el mejor de los casos, es un banco mediano en Brasil. Los depósitos totales del sistema financiero argentino son menores al valor de capitalización de un banco internacional.
¿Esta realidad requeriría mayor concentración bancaria?
En nuestro país tuvimos más de 450 bancos, hoy hay 77, lo que me parece un número razonable.
¿O sea que la eficiencia no depende en forma determinante en la cantidad de bancos?
Exacto, Le doy dos ejemplos extremos. Por un lado está el sistema financiero inglés donde operan menos de 10 bancos y sucursales. Y por otro, en Estados Unidos son miles de entidades financieras. Ambos son eficientes.
¿Qué opina de las Fintech?
Representan una inversión tecnológica muy grande, pero no son competidoras directas de los bancos que trabajan con empresas, porque fundamentalmente atienden a personas físicas y público masivo.
En comercio exterior y cambio los bancos tienen mucho recurso humano porque es allí donde el cliente requiere atención personalizada, sobre todo teniendo en cuenta el cambio permanente de las regulaciones.
De todos modos, hay un tema donde los bancos tradicionales están en desventaja, porque las fintech no están reguladas como las entidades bancarias, por lo tanto, pueden tener mano de obra más barata. Hay varias cosas que no están bien desde el punto de vista de la competencia.
Ahora, si bien no son competencia directa, los bancos no se pueden dormir y no incorporar tecnología, que por cierto es muy cara. Las fintech llegaron para quedarse.
Por Fabiana Suárez