En el día de ayer, la plana mayor del BBVA Francés, encabezada por su Presidente Ejecutivo, Martín Zarich (53), puso pie en Rosario para tomar contacto directo con el personal de las sucursales de la región. No había anuncio especial que informar, la visita se trató de una práctica habitual de la entidad financiera a modo de no perder el “cable a tierra” de uno de los bancos con mayor presencia en Argentina.
Zarich, economista con un MBA en Chicago, lleva la camiseta del Francés desde hace tres décadas, ocupando la presidencia desde el 2015. En un sustancioso mano a mano con ON24, brindó definiciones categóricas acerca del proceso de transformación del sistema financiero argentino a partir de la normalización de la economía, y las estrategias de expansión del banco privado más antiguo en funcionamiento en el país.
Salieron al mercado a buscar fondos, ¿con qué objetivo? ¿La compra de otro banco tal vez?
Por suerte no somos los únicos en la Argentina que salimos a buscar fondos. Nuestra visión, que la hemos compartido con los bancos y también con el regulador, es que en un despegue económico de la Argentina, el sector financiero tiene que crecer proporcionalmente más, porque se trata de un sector muy pequeño, muy poco desarrollado, fundamentalmente porque en el pasado ha tenido muchos problemas: tasa alta de inflación y hechos de una historia reciente que aún están en la memoria de la gente. En la medida que los fondos vuelven al país con un sistema financiero que recién empieza a desarrollarse, lo más natural, lo que sucede en cualquier estado, es que los bancos chocan con sus límites de capacidad: ya no alcanzan las sucursales, los sistemas para abastecer a más clientes, y también es necesario más capital. El sistema financiero necesita más capital para seguir creciendo y esa es la apuesta fundamental.
Nosotros estamos muy bien capitalizados, en rigor, todo el sistema financiero está muy bien capitalizado, pero a menos que uno proyecte a tres/cinco años lo que pueden ser los niveles de crecimiento del sistema, está claro que va a ser falta más capital.
También pensamos que la rentabilidad del sistema va a estar más presionada en el futuro, básicamente por toda la dinámica del descenso de la tasa de inflación. Yo creo que eso va a reducir las tasas, los spreads de los bancos y entonces vamos a necesitar compensar con más volumen, con más prestamos, con más depósitos, con más clientes y eso requiere capital. Todos estamos en la búsqueda de capital para esta etapa de crecimiento.
¿Una búsqueda que puede comprender una compra? Ustedes están detrás del Patagonia.
En el medio se pueden dar operaciones “no orgánicas”, sí, desde ya. Esas ocurren cuando ocurren y son difíciles de programar. Pero teniendo o no teniendo en vista una operación “no orgánica”, nosotros salíamos igual.
¿Argentina va hacia un proceso de concentración?
Me parece natural que Argentina vaya hacia un proceso de concentración. Cuando uno la compara contra cualquier país de Latinoamérica, es el país con el sistema financiero menos concentrado. Es una tendencia progresiva pero no de la noche a la mañana, porque no hay una urgencia del sistema; el sistema está muy capitalizado, muy líquido, con una calidad de activos muy buena.
Hace falta escala de operación para poder ser rentables en el sistema financiero del futuro, entonces, creo que los bancos líderes del país van a buscar escala. Nosotros tenemos un sistema financiero argentino con capacidad de operar mayores volúmenes, en términos industriales, “con capacidad ociosa”. Lo natural es que en un proceso donde la rentabilidad vaya achicándose, esa capacidad ociosa va a doler más y la única forma de optimizarla es un proceso de concentración gradual.
Hablando de reacomodamiento, también existe otro proceso, el tecnológico, que facilita todas las operaciones bancarias desde un móvil…
La experiencia de interactuar con un banco en el futuro debe ser totalmente comparable con la que una persona tiene con Amazon o cualquier otro servicio parecido, que ha cambiado la experiencia del cliente.
Nosotros vemos a un cliente operando desde un dispositivo móvil, que va a tener contacto personal con su gestor, pero que va a decidir para qué tenerlo y para qué no. Cada vez habrá más el “doing yourself”: abrir una cuenta, sacar una tarjeta de crédito, un préstamo, desde la web sin interactuar con nadie. Vamos a matar el papel, pero para llegar allí hay una serie de barreras culturales; tomamos posturas muy decididamente de eliminación del papel, además de un compromiso ambiental, y los reclamos que hemos tenido de clientes de “volver hacia atrás” han sido escasos.
¿Todos los bancos tienen capacidad de reconvertirse?
Todos estamos en la misma lógica pero nosotros nos diferenciamos porque queremos liderarla. Tenemos muchas discusiones con el regulador en este sentido, creemos que el regulador está yendo en esta línea, pero por ejemplo, para nosotros, es fundamental la firma digital. Si quiero que el cliente concluya su proceso de compra de un producto, no tengo que mandar una moto a la casa para que firme los papeles, ni que tenga que pasar por la sucursal. Hay cambios regulatorios que nos permiten ir en esa dirección, y otros no.
Tenemos una visión muy clara y no queremos ser uno más, tiene que ver con una imagen que el cliente tiene que cambiar de nosotros, los bancos. Está totalmente incorporado en la cabeza de los clientes que entran a comprar en Amazon, que deben facilitar una dirección de correo electrónico, trámite que no se puede obviar para hacer una compra. Sin embargo, cuando un banco quiere tener esa dirección, todavía muchos se resisten a ponerla.
¿Por qué ocurre? ¿Cuál es la diferencia entre un banco y Amazon?
La confianza. Porque Amazon nació digital y el sistema financiero nació en un modelo donde vas a la oficina y no te piden esos datos, los bancos tienen el legado del pasado que hacen de barrera.
El gobierno salió con una política muy activa de estimular el crédito para la vivienda y la producción. ¿Cómo se posiciona un banco privado frente a tasas promocionadas?
Nuestro negocio es dar préstamos, estamos encantados de que la Argentina tenga un despegue y que ese desarrollo requiera financiación, es algo que esperamos desde hace muchos años. Nuestra actitud es ver dónde podemos estar y colaborar. El mundo hipotecario es crucial, mi generación -tengo 53 años-, se pasó toda la vida activa sin crédito hipotecario. Fue un proceso frustrante; cuando cruzando la cordillera hay un país donde el 40% del sistema financiero es el crédito hipotecario. El gran empuje que el gobierno puede dar a esto es bajando la inflación. Hoy los bancos estamos muy activamente lanzados al resurgimiento del mercado hipotecario con los créditos UVA en la vidriera. Como le digo siempre al regulador: de nuestro lado “cero restricción de oferta”.
Entiendo que la banca pública tiene que marcar el rumbo y estira plazos a 30 años. Si me preguntan por el nivel de tasas que se están operando en Argentina, si me piden asesoramiento sobre qué tipo de préstamo sacar, diría que saquen a 20 años y no a 30 porque básicamente la cuota no cambia. Creo que el gobierno quiere dar una señal, ahora cuando vamos al mundo privado, todos estamos operando en un entorno de más o menos ajuste por inflación más cinco puntos, que es donde está el mercado hoy, y lo que estamos viendo es una explosión de consultas. Cuatro meses atrás colocábamos virtualmente cero, hoy estamos colocando 120/130 millones de pesos mensuales, el sistema está arriba de los 1.000 millones de pesos mensuales y esto va a ser mucho mayor, vamos a ver una curva exponencial porque estamos partiendo de un producto básicamente inexistente.
Si hubiera 5 puntos menos de tasas de inflación sería una diferencia de velocidad en el proceso. Imagino que el mundo hipotecario está para quedarse y veremos volúmenes de crecimiento muy sustanciales.
¿Y en la línea de créditos para la producción?
Con el mundo pyme estamos extraordinariamente positivos, más cuando viajamos al interior del país y vemos cómo despegan determinadas industrias, especialmente las vinculadas al campo. Creemos que va a haber un “boom pyme” en un sector que no está suficientemente financiado todavía. El gobierno ha marcado rumbo con líneas de inversión productiva; nosotros pensamos que los instrumentos de subsidio son buenos disparadores, pero luego no son los mejores instrumentos consolidados a futuro y creo que el gobierno también lo entiende así.
Somos un montón de bancos intentando prestar a las mismas empresas, damos un servicio muy competitivo, no hay ninguna razón para no estar ahí. Hay una pequeña revolución del costo de financiación en la Argentina, que ya está ocurriendo, aunque en el mundo industrial me miran incrédulos.
El primer beneficiario de la gran transformación de financiación en Argentina ha sido el mismo gobierno, post holdout, cualquiera que mire las tasas de financiación se da cuenta que ahora se financia a tasas sustancialmente menores, además que hay financiación y antes no la había. También hay que decir que hay un margen de mejora enorme porque aún con tasas más bajas son mucho más altas que la de los países de la región.
Hay una bajada espectacular del costo de financiación en dólares en Argentina; hoy es moneda corriente. Yo creo que no es sostenible en el mediano plazo, pero hay un exceso de dólares muy significativo, y hay unas tasas de financiación donde las grandes corporaciones se están financiando entre el 1 y 1,5 por ciento en dólares, a períodos de 180 días a un año. Empresas medianas, entre el 2 y el 3 por ciento. Hay conversaciones de 4 y 5 años de plazo con grandes corporaciones en Argentina, en donde se habla de 4 a 5 por ciento.
Esto es un proceso que todavía no llegó a la pyme y esa es la etapa que viene. Hay una financiación en dólares internacional que va a empezar a venir.
Yo creo que hay un proceso de capacidad de financiación. Cuando uno piensa a tasas en pesos del veinti tanto, hay que pensar lo que son las tasas en términos reales, nosotros hoy tenemos un acumulado de inflación de los últimos 12 meses del orden del 24 por ciento, cuando uno mira las tasas de pyme en la que descuentan sus cheques, hoy en el mundo de pesos, yo no sé si las tasas son positivas. Un nominal de 25 o 28 nos asusta a veces, pero detrás hay un 24 de inflación y un depositante que no quiere perder.
El mundo está deseoso de entrar a financiar en Argentina, eso se ve. Esta es una muy buena etapa, en la que vamos a ver capacidad de financiación para la industria.
Pero llega lentamente, es el “gradualismo” que muchos critican al gobierno
Me parece bastante claro que un proceso de normalización de la economía, en un contexto de una sociedad con un 30% de pobreza, que parte de una situación social muy complicada, es muy difícil platear procesos abruptos de transformación, es el tipo de política económica que tenemos hoy. Yo estoy convencido de que la sociedad, desde un punto de vista de soporte político a la actual administración, tampoco tolera un proceso de “shock”. En la medida que esto es así, y que se trata de si se quiere una restricción social a la política económica, es necesario entender que si la política es gradual los resultados son graduales, no podemos pretender un resultado de “shock” a partir de políticas graduales.
Hay una gran ganancia en que la Argentina recorra un camino sin atajos y en forma muy consistente. Yo no digo que vamos a tener una transformación inmediata y vamos a estar creciendo al 6 por ciento en el 2017, creo que el gobierno tiene un discurso muy claro: “yo prefiero un país creciendo 10 años al 3 por ciento, y no 6. Esos procesos son los que ganan confianza desde adentro y desde afuera.
Argentina sale de la calificación de “país frontera” a “país emergente” ¿qué consecuencias ve y a qué plazos?
El mundo de los fondos trabaja con reglas muy estrictas, está muy pautado. Cuando un estado es un “país frontera” significa que un fondo no puede invertir, lo tiene prohibido, no se discute, es así. En este caso, pasar de “país frontera” a “país emergente” significa que se puede invertir en ese país. La dimensión del mercado de capitales es tal, que lo que representa Argentina en los fondos es cercana a cero. Por ende, cualquier cambio de categoría, por menor que sea, para el país es una transformación. Yo diría que debería ser una preocupación si empiezan a aparecer estas cosas, que el país no tenga productos que ofrecer, que no haya instrumentos privados que satisfagan esa demanda. Hay que empezar a reconstruir el mercado de capitales en el país; hay una Ley de Mercado de Capitales en proceso que creemos es muy importante, y el sector privado tiene que estar a la altura del desafío pensando en producir instrumentos. Por caso, Banco Francés va a producir acciones dentro de dos semanas, vamos a ofertar más acciones.
Es parte del proceso de volver a entrar al mundo.