Por TSA Bursátil
El acuerdo EFF (Facilidades Extendidas) firmado entre Argentina y el FMI gira en torno a la fijación de dos objetivos principales: acumulación de RRII netas y la reducción del déficit fiscal en relación al PBI.
En cuanto al primero de los objetivos, a partir de datos preliminares se estimó que el nivel de las RRII netas habría alcanzado los USD 7.750 M al cierre de 2022, acumulándose USD 5.473 M desde el punto de partida de USD 2.277 M de finales de 2021. De esta manera, se logró sobre-cumplir el objetivo de aumento de USD 5.000 M y, hacia 2023, la meta implica sumar USD 4.800 M para llegar a los USD 9.800 M desde el inicio del programa.
Es importante resaltar que, el cumplimiento del año pasado se logró de la mano de herramientas tales como la implantación de tipos de cambio diferenciales, por ejemplo el “dólar soja”. También, con otros artilugios: el aumento de la deuda comercial de importadores (diferencia entre importaciones devengadas y efectivamente pagadas) es un caso.
El impacto del “dólar soja” podría estimarse en torno a USD 6.509 M en base a un sencillo cálculo contrafáctico: si el cobro de exportaciones de parte del sector “oleaginosos y cerealeros” en septiembre y diciembre de 2022 hubiese sido aquel del año 2021, las mismas habrían totalizado en base caja en 2022 unos USD 84.024 M, en vez de USD 90.533 M. En consecuencia, la balanza comercial cambiaria del 2022 habría alcanzado USD 15.308 en lugar de USD 21.817 M. Además, es preciso destacar los efectos intertemporales de esta medida porque implicó un adelantamiento en la venta de inventarios que impactará en las exportaciones del 2023, que estará atravesado por el fenómeno de la sequía.
Por su parte, la diferencia entre balanza comercial calculada según el principio de lo “devengado” (INDEC) versus “base caja” (BCRA) ascendió a un negativo de USD 14.894 M en 2022, siendo USD 12.807 M explicados por la diferencia entre importaciones devengadas y efectivamente pagadas. A la hora de analizar este fenómeno, en el último informe “Indicadores de Coyuntura” de FIEL destacaron que lo observado se explica por la decisión de forzar al sector privado a financiar importaciones con deuda de proveedores o de la casa matriz, al mismo tiempo, advirtieron que en algún momento las empresas buscarán normalizar este pasivo.
Asimismo, resaltamos que en enero del presente esta dinámica se mantuvo, ya que la balanza comercial devengada arrojó un déficit de –USD 484 M frente a un superávit en base caja de USD 414 M, explicado en parte por USD 1.221 M de importaciones no pagadas.
En consecuencia, podemos afirmar que es muy probable que el BCRA continúe solicitando a los importadores que aumenten su deuda comercial. De este modo, cuando comiencen a suceder los primeros pagos de lo postergado el 2022, se podría intentar hacer frente a los mismos con el cobro de las diezmadas exportaciones del presente, difiriéndose el pago de las importaciones actuales hacia más adelante.
Haciendo foco en lo fiscal, se consolidó una reducción desde -3,4% del PBI estimado para el 2021 (excluyendo ingresos extraordinarios) a -2,4% en 2022, aunque observamos algunas similitudes con lo que sucede en la balanza comercial. El incentivo del dólar soja permitió adelantar la recaudación fiscal que de otra manera se hubiese distribuido de modo distinto inter temporalmente. A su vez, gran parte de la caída real del gasto se explicó por las prestaciones sociales, que al ajustar los datos de inflación pasados, pierden en términos reales cuando la inflación se acelera como en 2022.
Finalmente, se utilizaron dos artilugios. Por un lado, se contabilizaron como ingresos un 0,3% del PBI correspondientes a “Rentas de la Propiedad”. Éstas están asociadas a que el gobierno registra como ganancia la diferencia entre el valor nominal de los títulos públicos emitidos en licitaciones y el valor efectivo colocado, lo que sucede porque muchos bonos y letras se colocan “sobre la par” por tratarse reaperturas. Sin estos ingresos, se habrían incumplido las metas del año 2022.
A su vez, según estimaciones del expresidente del BCRA Sandleris, la diferencia entre lo devengado y la caja habría estado presente, en aproximadamente 0,2% del PBI de la mano de diferimiento de pagos de subsidios a CAMMESA e IEASA. Luego, en enero de 2023, parte de ello buscó normalizarse, lo que redundó en un déficit de base caja superior a lo esperado (subsidios devengados ARS 16.407 M versus ARS 199.192 efectivamente pagados).