El rol social de las empresas en momentos de pandemia

“... todavía es temprano para poder dimensionar a gran escala las consecuencias de la pandemia, pero sin dudas implicará, por lo menos, una revisión profunda y amplia del propósito, la misión, valores y la propuesta de valor de las empresas como actores relevantes para el desarrollo sostenible de las comunidades”

La pandemia por el COVID-19 ha cuestionado y obligado a repensar muchas estructuras y planes de acción desarrollados para lo que era la antigua normalidad. Casi ningún aspecto escapa a ello. La manera de consumir, de vincularnos, de circular, son aristas del impacto en las personas y estos ángulos tienen su correspondencia en el sector productivo privado.

El impacto en las empresas también es múltiple y diverso. Algunas, las que peor registro tienen de esta situación, tuvieron que suspender su actividad y ven amenazado su futuro. Otras, sufrieron un impacto menos traumático por el tipo de industria o por que pudieron reinventarse y adaptar su producción o servicios a necesidades que genera la pandemia.

Ahora bien, uno de los roles sometidos a una nueva evaluación por el impacto del COVID-19 en las comunidades es el de las compañías como agentes sociales en momentos donde las crisis y necesidades de sus grupos de interés se vieron muy afectados. “Sin dudas lo que sucedió y sigue sucediendo nos obligó a repensar en las necesidades emergentes y a reorientar nuestros esquemas de responsabilidad social a un programa de inversión social que articule con iniciativas más amplias y estructurales para ser protagonistas activos en las comunidades en las que operamos”, explicó Exequiel Arangio, Jefe de Comunicaciones y Sustentabilidad del Grupo San Cristóbal, uno de los conglomerados aseguradores de mayor solvencia y magnitud del país.

A la hora de analizar este rol social de las empresas no pasa solo por evaluar los montos de las donaciones efectuadas a programas solidarios, si bien es uno de los aspectos más urgentes por la profundización de las necesidades de los sectores más vulnerables y postergados, sino que hay que hacer un análisis más profundo que considere a todos los integrantes de las cadenas de valor de las compañías. Sobre esto, Arangio explicó que desde el Grupo San Cristóbal se trazó inmediatamente un plan de acción que comenzó desde el corazón de la organización y se fue extendiendo, rápidamente, hacia todos sus stakeholders. “Lo primero que hicimos fue definir cuál era la prioridad y sin vacilaciones, lo prioritario es cuidar la salud de todas las personas y en base a eso se tomaron el resto de las definiciones. Se empezó por un plan que en menos de una semana nos permitió garantizar que todos los trabajadores pudieran realizar sus funciones desde sus domicilios, incluso antes de que se dicte el aislamiento obligatorio gran parte de los colaboradores del Grupo San Cristóbal ya estaban desarrollando sus tareas desde sus hogares. De la misma manera, se aceleraron desarrollos para que los Productores Asesores de Seguros, nuestro canal comercial, tuvieran todas las soluciones necesarias para su gestión de manera digital y desde sus hogares u oficinas, esto fue de fácil implementación ya que estamos en un proceso de transformación digital continuo desde hace tres años”, detalló. 

A la hora de evaluar el impacto de la pandemia en el negocio, el representante del Grupo San Cristóbal fue contundente: “claro que esta situación impactó y sigue impactando en nuestro negocio. Hay necesidades y realidades diferentes de nuestros clientes y asegurados, se ve afectada la cadena de pagos, miembros de la cadena de valor que lo sufren de distintas maneras y van surgiendo nuevas demandas que debemos atender”. Para poder tener una estimación de los posibles impactos en el negocio, se proyectaron diferentes escenarios y para cada uno de ellos se anticiparon planes de acción. Para acompañar a nuestros clientes se dispuso de un servicio de telemedicina gratuito para todos los asegurados en las distintas Unidades de Negocio del Grupo, tanto en Argentina como en Uruguay, pero también se brindaron herramientas comerciales y financieras para acompañar a nuestros clientes de acuerdo a sus realidades distintas. Se suspendieron aumentos previstos en las alícuotas de Asociart ART, se dispusieron un menú de opciones para los asegurados de San Cristóbal Seguros que era analizada por cada Productor Asesor que es el que mejor conoce al asegurado y se extendió la cobertura financiera de acuerdo a los plazos del aislamiento obligatorio. Siempre se garantizó la cobertura a todos nuestros clientes”, amplió Arangio.

Este tipo de acciones para acompañar a los integrantes de la cadena de valor vinculados con la operatividad de las empresas su complementan con programas de responsabilidad social que impacten en las comunidades donde estas empresas operan. “Desde San Cristóbal reorientamos nuestros programas a planes de inversión social que atendieran las demandas emergentes de la pandemia. Acá el eje rector de nuestras definiciones fue nuestro origen mutual y solidario. Nos sumamos a la campaña Contagiemos Solidaridad que encabezó el Banco de Alimentos de Rosario para atender la demanda creciente de los comedores barriales de la ciudad, apoyamos al Municipio en el armado de los centros de aislamientos de emergencia, participamos de la campaña Codo a Codo que organizó el Gobierno de la provincia de Salta junto a organizaciones sociales locales, nos sumamos a la campaña Argentina Nos Necesita de la Cruz Roja que busca dotar de elementos a hospitales públicos y privados de todo el país, y a través de una colecta de la que participaron nuestros colaboradores y productores asesores adherimos a la iniciativa Una sola hinchada, coordinada por el grupo de Fundaciones y Empresas que canalizaba ayuda en alimentos y artículos de limpieza en todo el país a través de Cáritas y la Red Nacional de Bancos de Alimentos. Por último, y continuando con nuestro programa de apoyo a emprendimientos de base científico tecnológico con impacto social y ambiental, auspiciamos en I+D el proyecto Un respiro que lleva adelante la empresa rosarina Inventu junto a la UNR”, precisó Arangio. 

A pesar de todos estos esfuerzos y este repensado rol de las empresas, no se vislumbra un final para el COVID-19 por lo que los esfuerzos no deberán relajarse y parece que hay consecuencias que impactarán en las organizaciones también a largo plazo, cuando llegue la “nueva” normalidad. Sobre esto, Arangio anticipa que “seguramente esto lleve a redefinir la materialidad de las estrategias de sostenibilidad de las empresas, hay efectos que impactarán tanto en las necesidades sociales pero también en la generación de productos y servicios, con una mirada inclusiva a sectores excluidos, actores de la cadena de suministros que deberán reinventarse, cambios en roles y perfiles laborales, tendencias que ya no serán la excepción sino la regla a la hora de, por ejemplo, educarnos, formarnos o capacitarnos”. “Si bien hay cosas que ya pueden anticiparse o intuirse, a mí manera de ver todavía es temprano para poder dimensionar a gran escala las consecuencias de la pandemia, pero sin dudas implicará, por lo menos, una revisión profunda y amplia del propósito, la misión, valores y la propuesta de valor de las empresas como actores relevantes para el desarrollo sostenible de las comunidades”, sentenció Arangio. 

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