Tras el boom por la pileta propia que se evidenció este año en el que la demanda se disparó en valores históricos, muchísimas personas se encontraron en la situación de no poder concretar ni disfrutar de la nueva inversión en su hogar. Las obras a medio camino se cuentan de a decenas en las localidades del gran Rosario: enormes pozos de ladrillos enmarcados por jardines que esperaban contar con su pileta propia.
Varios factores se combinaron para atentar contra lo que hasta hace poco prometían ser la mejor temporada para el sector, y pasó a convertirse de golpe en un dolor de cabeza para quienes ofrecen el servicio de construcción de piletas. A la par de que las únicas dos fábricas a nivel nacional de bombas y filtros paraban su producción, el dólar se disparaba y duplicaba los valores de los insumos, que se vendieron a precio congelado a principio de año.
“Sin contar el material de construcción y mano de obra, contar con los elementos para construir una pileta de 8 por 4 costaba hace unos meses unos $80.000, hoy se necesitan al menos $150.000”, explicaron desde Cuellar Perforaciones, uno de los puntos de venta de bombas, filtros, skimmers y plásticos para piscinas de la región.
El argumento que les dan desde Vulcano y Tigre, las únicas dos fábricas de bombas y filtros en el país es que la situación sanitaria afectó la producción de las plantas. “El Vulcano nos dicen que de 360 empleados que tienen solo trabajan 50”, explicó Carina, al frente de Cuellar desde hace 30 años.
Lo poco que se vende de bombas y filtros se consigue a través de reventas, nada directo de fábrica, y a precios que son hasta el triple. “Aun así llega muy poco material, si nos llega un filtro por semana, tenemos 100 personas en lista de espera. Es terrible”, explicó. Desde el comercio creen que las bombas que se consiguen son las que Vulcano fabrica en sus otras plantas de Chile y Brasil. “Se ve que no les conviene fabricar en Argentina, y lo poco que se consigue es de afuera, a precio internacional”.
“En todos estos años es la primera vez que vemos este faltante, se vende lo que se puede, de a muy poquito. Si una pileta requiere 20 codos, vamos vendiendo fraccionado de a 5 o 10 para que avancen las obras de a poco. Hasta los adhesivos tuvimos que vender fraccionado por primera vez”, graficó sin salir de su asombro y lamentando que lo que prometía ser una excelente temporada se haya diluído en tan poco tiempo por cuestiones que exceden a los trabajadores del rubro: “Es trabajar así, como se puede, poniendo la cara ante las quejas que tenemos en el mostrador, o directamente cerrar el negocio. No tenemos productos para vender”, lamentó.