Cambio de catering en Aerolíneas

Arcor le ganó la pulseada a los alfajores Balcarce

La pulseada que Arcor le ganó a los alfajores Balcarce para el “catering” de los vuelos de Aerolíneas Argentinas es probablemente el único cambio que los pasajeros pueden ver y tocar, pero es apenas uno entre miles: en los últimos 18 meses, la empresa renegoció 7.000 compras anuales que le generaron un ahorro de 81 millones de dólares, según dijo su presidente, Mario Dell’Acqua.

“Antes hacíamos 7.000 compras de 11.000 ítem, entre 254 proveedores. Ahora concentramos las compras en seis proveedores grandes, con quienes firmamos contratos a largo plazo”, agregó el funcionario.

En medio de las renegociaciones se mezcló también la política, ya que los alfajores Balcarce serían propiedad (según una denuncia de la Procuraduría de Lavado de Activos) del empresario de medios K Sergio Szpolski. “Balcarce siempre ganaba la licitación para catering de a bordo, mientras que Arcor quedaba descalificada, pese a lo cual en cada licitación le volvían a pedir precio”, dijo Dell’Acqua. “A fines de 2016 nosotros llamamos a un concurso. Balcarce se presentó con una oferta 15% más barata que lo que nos venía cobrando. Y aun así, terminó tercera, detrás de Pepsico y de Arcor, que fue la ganadora. En ese concurso puntual conseguimos un ahorro del 20%”, agregó. Arcor proveerá de alfajores, barritas de cereal y bocaditos a la aerolínea.

Bruno Finiello es un ex directivo de Exiros, la empresa del grupo Techint dedicada a las compras de insumos. Dell’Acqua, ex Techint, lo reclutó para que se encargue de las compras como director de compras de Aerolíneas. “Lo que pasaba era que Aerolíneas compraba 11.000 productos y servicios distintos, cada vez que se necesitaba cada uno, en vez de planificar su compra. Por ese motivo se hacían 7.000 licitaciones por año”.

Los números del grupo Aerolíneas, que además incluyen a Austral y otras empresas controladas, son a una escala que pocas empresas tienen dentro del país: sólo en compras, el año pasado gastó 513 millones de dólares (contra US$ 596 millones de dos años atrás). La compra de combustible, en 2017, le demandó otros 521 millones de dólares. Y el pago de salarios demandó el equivalente a US$ 700 millones.

Algunos ahorros, que Finiello muestra en una planilla, revelan un detallismo de dudoso impacto en los balances, como el ítem “revolvedores de café”, con el cual asegura haber ahorrado US$ 36.000 al año. “Se logró bajando un gramo de peso en el producto”, señala la planilla. Pero la misma vara negociadora fue aplicada para los talleres de reparación de motores, una tarea que todas las aerolíneas se ven obligadas a hacer para el mantenimiento de los aviones y que cuestan millones de dólares. “Los service o “recorridos” a los motores son prestados exclusivamente por talleres en el exterior.

Lo que hacía Aerolíneas era enviar el avión y luego lo volvía a recibir, sin revisar nada. Nosotros comenzamos a enviar con el avión a un mecánico de la empresa, un tipo honesto, que se encarga de mirar todo lo que se hace allí”, dijo Dell’Acqua. “Sólo con eso, conseguimos bajar el gasto anual en casi dos millones de dólares”, agregó.

La planilla de gastos va desde hoteles y diarios de a bordo hasta “tankering”, que se refiere a la carga de combustible del avión. En la compra de repuestos, un ítem más que sensible, el ahorro fue de US$ 19 millones. “No vimos delitos puntuales, pero lo cierto es que en 7.000 compras al año nadie puede tampoco controlar nada”, señaló Dell’Acqua.

Según el Presupuesto que aprobó el Congreso, Aerolíneas tiene asignados subsidios por el equivalente a 90 millones de dólares para este año. Dell’Aqua aseguró que en poco tiempo la empresa va a poder revertir ese déficit crónico, que desde su estatización le demandó al Fisco una erogación de 5.000 millones de dólares sólo en el período 2008-2015.

“Aerolíneas tiene todo lo necesario para equilibrar sus cuentas y también para ganar dinero”, dijo Dell’Aqua. “Lo que se está está haciendo es cuidar los gastos, y sin sacar gente de la empresa”.

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