Toyota Mirai, el auto del futuro

Toyota Mirai (“futuro” en japonés), nombre que le calza como anillo al dedo. Se trata de un vehículo que funciona con hidrógeno y que ya se puede adquirir en algunos pocos mercados privilegiados, evidentemente preparados para adoptar las tecnologías del mañana gracias a una combinación de infraestructura disponible, apoyo gubernamental y demanda de los consumidores. Elementos muy necesarios, pero muy lejos de ser una realidad en Latinoamérica, por lo cual no existe posibilidad cercana de ver al Mirai en nuestro mercado.

¿Qué hace tan especial al Toyota Mirai?

En estricto sentido, un auto de hidrógeno es un auto eléctrico, solamente que en lugar de alimentarse de una gigantesca y pesada batería, incorpora un moderno dispositivo conocido como celda (o pila) de combustible.

Es cierto que el Mirai no es el primer vehículo de hidrógeno en llegar a las calles. Ya hemos visto numerosos ejercicios de distintos fabricantes como el Honda FCX Clarity (que tuvimos oportunidad de conducir hace años) o bien el Tucson Fuel Cell y Equinox FCV, desarrollados por Hyundai y Chevrolet, respectivamente. Sin embargo el modelo de Toyota es el primero que se fabrica en masa y que el consumidor general puede adquirir. Esto quiere decir que no se trata de una tecnología experimental, propiedad exclusiva del fabricante, que en el mejor de los casos hasta ahora solo se podía alquilar.

El Toyota Mirai representa la masificación del auto de hidrógeno, un logro que no es menor y que sienta un precedente fuertemente significativo sobre la viabilidad de esta tecnología para el futuro. Para poner en perspectiva, el FCX Clarity superaba el millón de dólares, mientras que el Mirai tiene un costo de USD 57.500. Toyota ha logrado reducir los costos en un 95% de una generación a otra, sin considerar el bono de USD 5.000 que fuera otorgado por el estado de California a quien lo compre.

¿Cómo funciona un auto de hidrógeno?

La pila de combustible es en sí misma un generador de energía eléctrica que requiere de la entrada de dos elementos para funcionar. Por un lado tenemos el hidrógeno, almacenado a muy alta presión en unos tanques fabricados con fibra de carbono reforzada de gran resistencia. Por el otro lado está el oxígeno, tomado de la atmósfera, por eso las gigantescas tomas de aire en el frente que son capaces de captar hasta 22 m³ de aire cada 100 km.

Cuando estos dos elementos pasan a través de la membrana hecha de titanio y otros costosos materiales, los electrones que se encuentran en el hidrógeno son capturados y enviados en forma de corriente al motor eléctrico o a la batería, mientras que la molécula de hidrógeno des-ionizada se junta con el oxígeno, que además cumple la función de enfriar la celda de combustible, lo que genera vapor de agua (7 litros cada 100 km). Dicho sea de paso, el vapor se almacena en un pequeño tanque que se libera al presionar un botón ubicado en el tablero.

Pero más impresionante aún resulta el tamaño de esta nueva generación de celdas. Cada una de ellas pesa apenas 56 kilos y cuenta con una potencia de 114 kW, así como una densidad energética de 3.1 kW/l, erigiéndose como la más eficiente del mundo.

De forma muy simple, la celda de combustible recibe hidrógeno y oxígeno por un lado, entregando electricidad y agua por el otro…¿no es fantástico?

El Toyota Mirai emplea una versión alargada de la plataforma del Prius (mide 4.890 mm, aunque no parece tan grande a simple vista) y cuenta con un motor eléctrico de 151CV y 332 Nm, como el que podemos encontrar en el Lexus RX450h. La batería de 1.7 kW de hidruro metal, es la misma que incorpora el Camry Híbrido. Es decir que otros vehículos donaron componentes en nombre de la ciencia en busca de lograr las escalas necesarias que permitieron abaratar esta tecnología.

En el Mirai, la citada batería va montada en el área de carga y se alimenta directamente de la celda de combustible, o bien de la recuperación de la energía generada en la frenada. Su función es auxiliar al vehículo en labores de aceleración o bien proveer de energía a sistemas como la dirección asistida o el climatizador.

Tan práctico y funcional como cualquier auto familiar.

El habitáculo del Mirai guarda cierta reminiscencia con el del Prius, pero luce más moderno y sofisticado. Hay alguna que otra adición en el tablero, destacándose los controles del climatizador que se operan mediante un panel táctil que funciona al deslizar el dedo. La calidad de materiales y ensamble sí se percibe superior ya que es fabricado a mano en la planta de Motomochi en Japón, la misma instalación en donde se fabricó el fenomenal Lexus LFA.

Pese a sus generosas dimensiones, el Mirai ofrece una habitabilidad suficiente para las plazas posteriores debido al túnel central en donde se ubican la celda de combustible y uno de los tanques, lo que quita espacio para las piernas. Asimismo, el espacio para el baúl es 80 litros menor que el que hay en el Prius, dando un total de 361 litros, aun cuando es 340 mm más largo, por la previamente mecionada presencia del otro tanque y la batería. En resumen, Toyota se las arregló para alojar eficientemente todos los componentes del vehículo y aun así ofrecer niveles de espacio y carga competentes para cuatro adultos.

¿Cómo se maneja?

Con un peso de 1.850 kilos y una potencia de 151CV, el Mirai daría la impresión de un auto dolorosamente lento, pero gracias a sus 332 Nm de torque, disponibles de forma instantánea, las aceleraciones y reacciones son bastante decorosas. De hecho, Toyota anuncia un 0 a 100 en 9.6”, y aunque no se trata de números propios de auto deportivo pura sangre, es obvio que ese nunca fue el objetivo.

Por su parte, la calidad de marcha es muy buena, sorprendentemente silenciosa y refinada, generando apenas un leve zumbido que lo separa de los eléctricos convencionales. Por lo demás, incluso en las recuperaciones se siente hasta potente. Eso sí, su dirección y las suspensiones son poco y nada comunicativas, demostrando un foco en el confort.

Pero… ¿en verdad el futuro está en el hidrógeno?

Queda claro que el Toyota Mirai es un vehículo perfectamente funcional. Si bien costoso, se puede considerar asequible para una cantidad bastante respetable de personas. Presenta además marcadas ventajas con respecto de los eléctricos que emplean paquetes de baterías por la rapidez con la que se puede recargar en solo 5 minutos y entregar un rango de 500 km en comparación con los 30 minutos necesarios en el mejor de los casos suponiendo que se tenga un cargador ultra rápido.

El problema con los autos de hidrógeno radica en fundamentalmente en dos temas: por un lado, la infraestructura necesaria es muy pequeña, por lo que se planean 100 estaciones de recarga de hidrógeno para el 2020 en California. El otro reto, y quizá el más grande es que la cantidad de energía para separar el hidrógeno, que no es un elemento que podamos encontrar en forma pura en la naturaleza, así como los costos para almacenarlo y transportarlo, que son muy elevados. Pero si lo ponemos en perspectiva, el costo de perforar la tierra, extraer el petróleo, refinarlo en combustible, así como transportarlo y almacenarlo, resulta claro que de no tener esa inmensa escala de millones de barriles diarios, el litro de nafta también sería incosteable. Eso indica que este obstáculo podría ser solo cuestión de alcanzar las escalas necesarias.

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