La industria turística ha crecido considerablemente con el correr de los últimos años, con esta expansión también llegaron nuevas formas de viajar y obtener rentabilidad. Según el consultor Gastón Subirá, “a la gente ya no solo le interesa hacer un tour, sino dejar de ser el típico turista enlatado y empezar a tener la visión de un país viviéndolo como local”. Al mismo tiempo, las nuevas tendencias laborales, como el home office y los nómades digitales combinan sus carreras profesionales con estas tendencias, abriendo un interesante mercado para los propietarios de viviendas que pueden colocarlas en alquiler temporal.
La oferta de propiedades para alquiler temporal siempre estuvo latente, lo nuevo es el nuevo nivel de exposición masiva que llegó con aplicaciones como Booking o Airbnb. “La tecnología y el sistema de doble calificación entre propietarios e inquilinos bajó la desigualdad de información y los riesgos de ingresar al mercado”, explicó Subirá.
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Según un sondeo llevado adelante por este medio, un departamento de alquiler temporal en la zona del Monumento a la Bandera puede llegar a alquilarse por hasta 62 dólares la noche, en temporada de verano. Sin embargo, el rango de precios es tan variado como el catálogo. En Pichincha pueden conseguirse alquileres de 14 a 27 dólares por noche, mientras que en barrio Martin los precios escalan hasta los 40 dólares.
No obstante, para comprender el potencial de la ciudad a la hora de captar un nuevo público debe considerarse las vertiginosas variaciones de la oferta y la demanda que presenta el mercado. “Mientras que la oferta hotelera puede llegar a demorar entre cinco y diez años para cubrir un crecimiento de la demanda en una zona determinada, es muy probable que en ese mismo tiempo aparezcan muchas más ofertas de propiedades en alquiler temporal”, comentó Subirá.
Los propietarios ingresan y retiran sus propiedades del catálogo de alquileres temporales según el nivel de la demanda. En Buenos Aires, por ejemplo, muchos departamentos que se encontraban en el microcentro se volcaron al mercado tradicional de alquileres, ya que los turistas y residentes ocasionales preferían instalarse en otras zonas.
La pandemia y la explosión de los empleos vinculados a las tecnologías de información no pasaron desapercibidas para los propietarios. El desaliento que produjo la nueva ley de alquileres entre los potenciales inquilinos también es otro factor que estimula la demanda de alternativas con menos requisitos para los demandantes y mayor rentabilidad para los oferentes.
Según Subirá, se espera que para 2035 haya unos mil millones de personas nómades digitales, es decir, que trabajarán para empresas radicadas en países diferentes de aquellos en los que residen. “Muchos de estos nómadas están en los departamentos temporales y la estadía promedio subió muchísimo. Durante la pandemia hubo un récord de compra en supermercados en ciudades chicas y medianas”, comentó el consultor.
La nueva ley de alquileres exige a los inquilinos firmar contratos de tres años de duración. Este tipo de compromisos resulta incompatible con el estilo de vida de los nuevos trabajadores digitales que, probablemente, piensan sus estadías en intervalos de tiempo mucho menores. Para el especialista, “nadie sabe dónde va a estar en tres años y se requiere un esquema de mucha mayor flexibilidad. Los ganadores serán quienes se adapten más rápido a la tecnología y a tener buenas conexiones de internet”.
“Los países y ciudades compiten por atraer a estos nómades digitales. Sobre todo, a aquellos que tienen trabajos vinculados al sector tecnológico que son los mejores pagos”, explicó Subirá. Las conexiones a internet son un factor fundamental para captar la atención de este público. Por otro lado, debe tenerse en cuenta la ventaja local, al tener pocas horas de diferencia con los principales centros económicos del mundo, como Estados Unidos, Europa y Canadá.
Otro punto importante a tener en cuenta es la cantidad de trabajo e inversión que un propietario debe realizar para competir en las plataformas digitales de alquiler temporal. El sistema de doble calificación, en el que tanto huéspedes como anfitriones pueden compartir sus experiencias y asignar puntajes, hace que tener y mantener un Airbnb competitivo sea un trabajo de tiempo completo.
“Es una tarea muy intensa, de detalles y requiere de gente que esté dispuesta a trabajar todos los días, hasta los domingos”, subrayó Subirá. Los nómades digitales y quienes optan por este tipo de estadías transitorias suelen demandar cierta atención y asesoramiento que dista mucho de los chek-in casi sin contacto de los grandes hoteles. “Buscan un acompañamiento, que alguien los reciba, que les den tips o sugerencias de cada lugar al que ir. En función de eso se puede ir a un departamento o a un supermercado actuando como local, conociendo la cultura de forma más general”, dijo el consultor.
Rosario todavía tiene camino para recorrer en esta materia. “La oferta de departamentos era poca y de baja calidad. La oferta de alquileres temporarios crece en lugares donde haya mucho contacto con la naturaleza y baja oferta hotelera. En Rosario hay oportunidades de hacer cosas de calidad. Prácticamente no hay oferta de departamentos buenos con vista al río”, apuntó Subirá. También destacó que la reciente explosión residencial de Funes puede atraer visitantes que necesiten lugares en los que alojarse mientras visitan a sus familiares recientemente mudados a la ciudad vecina.
“Cada localidad tiene su momento. Una propiedad que antes de la pandemia se alquilaba en 100 dólares, puede haberse alquilado en 10 y luego llegar a 110. Es un mercado muy cambiante, pero que permite ciertas flexibilidades como mantener un departamento cerrado por un tiempo o adaptar las tarifas a la temporada. Es puramente oferta y demanda”, concluyó.