Luego de estudiar ingeniería electrónica en la UBA, Guido Buscetti Castro (30) obtuvo una beca para estudiar en Francia. A su vuelta, decidió con unos compañeros de facultad (Matías Prieto, Joaquín Muguerza y Martín Ríos) retomar un proyecto que iniciaron en la universidad: “Hacer algo para evitar el robo del ganado”, dice. Por esto, decidieron aplicar para el subsidio Fonsoft del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación, que les fue otorgado en 2016. Mientras completaban los requisitos burocráticos, notaron que, en realidad, lo que era necesario saber era “qué le pasaba al animal cuando se está por enfermar o cuando está entrando en celo, todos datos de mucha importancia para el productor”, cuenta Buscetti Castro. Para recolectarlos es que desarrollaron un sistema de monitoreo que permite saber cómo se comporta el animal durante las 24 horas.
El proceso continuó, a fines del año pasado, cuando diseñaron un prototipo funcional de un collar que recopila datos y que comenzaron a probar asociándose con la Facultad de Veterinaria de la Universidad Nacional de La Plata.
El modelo de negocio de la empresa —a la que llamaron CTM Data, por Cattle Tracking Monitor— cambió en el proceso de su desarrollo. “La idea que tuvimos desde el primer día era que el producto tenía que ser accesible para los productores. Sabíamos que la tecnología ya existía pero llegaba de afuera y muy cara”, desarrolla el CEO de CTM. Por esto es que no venderán los collares (que lanzarán a principios de 2018) sino que cobrarán US$ 5 mensual por animal. Así es que ofrecen un servicio de DaaS (Data as a Service), recolectando datos mediante un hardware dedicado para cada animal (un collar) que se procesarán en servidores en la nube. “El hardware se conecta a internet y envía la información a una plataforma capaz de alertar al productor cuando algo le pasa al animal que requiere una acción de su parte”, detalla.
El desarrollo es importante porque permite, mediante la detección temprana, ayudar al productor a ahorrar mucho dinero en fármacos o, incluso, evitar el sacrificio del animal. Además, mediante la detección del celo —cuya alerta se envía via SMS— el trabajo de la persona de campo se simplifica y permite optimizar la ventana corta de tiempo para inseminar a los animales.
Para bajar los costos y hacer más fácil la instalación del sistema utilizan LoRa, una tecnología relativamente nueva de radiofrecuencia de largo alcance y bajo consumo que permite tener un dispositivo que puede comunicarse con la base central estando hasta a tres kilómetros de distancia. Y en los casos más extremos, donde se requiere de una mayor cobertura, realizaron una alianza con SIGFOX, una empresa francesa que brinda conectividad para dispositivos de internet de las Cosas. Además, trabajaron mucho en la programación del hardware para reducir el consumo de batería de cada collar y evitar, así, los reemplazos.
La otra pata del negocio es la venta de los datos que la empresa va recolectando. En el CREAtech, el evento organizado por Aacrea, los cofundadores de CTM-Data estuvieron charlando con gente de Biogénesis Bagó y otras farmacéuticas, quienes se mostraron interesados en obtener este tipo de información para hacer más eficientes sus productos e incluso optimizar la comercialización de insumos como el semen para inseminar a los animales. Pero ¿qué pasa con la confidencialidad de los datos? “Hacemos un contrato con los productores donde informamos que se mantendrán confidenciales, sin especificar ningún tipo de dato personal, pero que los mismos serán utilizados de forma anónima con el fin de obtener parámetros estadísticos que permitan la mejora de nuestro sistema o el de empresas interesadas.”
Buscetti Castro espera que CTM-Data despegue el año que viene, luego de pasar 2017 trabajando en I+D. “Los planes son instalar los dispositivos en la mayor cantidad de tambos de la región pampeana de la mano de canales de distribución que están interesados en comercializar el producto, como Weizur, un laboratorio de insumos ganaderos presente en toda América latina. Por el momento, CTM-Data está compuesta por seis personas, tres ingenieros, dos diseñadoras industriales y un veterinario. Aspiran a facturar el año que viene $ 1 millón.