Un inicio con buena nutrición, para un final con óptimos rendimientos

Incorporar fósforo y microelementos en la semilla y al momento de la siembra ayuda a que el trigo potencie su desarrollo.

El objetivo que persigue todo productor en cada campaña es que esas semillas que coloca bajo la tierra, germinen en las mejores condiciones, se desarrollen y formen la mayor cantidad de granos y con la mejor calidad posible.

Pero para que ese camino llegue a final feliz, las labores deben empezar incluso antes de la implantación, con el tratamiento de las semillas.

“Nutriseed Zn Flo es un producto de primera necesidad, sobre todo en el sur de Buenos Aires donde hay marcadas deficiencias de zinc. Una dosis de 300 centímetros cúbicos cada 100 kilos de semilla es la receta general para mejorar el desarrollo y rendimiento del trigo”, remarca Enrique Cirolini, asesor técnico comercial de Compo Expert en el sudoeste y sudeste de Buenos Aires.

A este tratamiento, que lo ideal es realizarlo días antes de la siembra, le sigue la aplicación del arrancador Easy Start, con un volumen de entre 20 y 30 kilos por hectárea sobre la línea de

implantación, para incorporar fundamentalmente fósforo, pero también otros microelementos, como el propio zinc y el azufre. “Lo que buscamos con este manejo es contar con un efecto nutricional y también bioestimulante, porque se estimulan funciones fisiológicas de las plantas, al movilizarse las auxinas que son las que generan enraizamiento, y la actividad radicular es la clave para absorber agua y nutrientes”, explica Cirolini.

Desde su punto de vista, es clave aportar este reflejo nutricional sobre todo en lotes de siembra temprana, que probablemente sufrirán condiciones de mucho frío en su momento crítico. “Al darles fósforo de inmediata disponibilidad, las plantas van a poder arrancar rápido y sobreponerse al frío”, resume el ejecutivo de Compo Expert.

Costo-beneficio

Para Cirolini, el alto precio internacional del trigo es un factor que debería impulsar mayores inversiones en fertilización.

Antes que nada, recomienda hacer análisis de suelo para conocer cuál es la oferta de nutrientes que tienen los lotes de cara a la campaña. Esto, más aún en un ciclo que comenzó con buenas lluvias en marzo y abril, que recargaron los perfiles, y garantizan un comienzo favorable para los cultivos.

“Es el año ideal para hacer una radiografía a fondo del suelo y preparar el cultivo con todos los nutrientes que necesita, no solo hacer nitrógeno y fósforo, sino también incluir zinc, azufre, manganeso, para poder fortalecerlo y que pueda acercarse a su potencial máximo de rendimiento”, destaca Cirolini.

E insiste en que el costo no es tan alto, para el beneficio de sumar nutrientes que las plantas van a poder incorporar de manera óptima si continúan las buenas condiciones climáticas, y transformarlos en toneladas.

“Es un excelente momento para invertir y meterle kilos al cultivo. Con lo que cuestan 20 a 40 kilos de trigo, podés obtener un plus de rendimiento de entre 200 y 250 kilos. Se paga solo y deja ganancia”, subraya Cirolini.

Y completa: “Además, la agricultura hoy nos pide ampliar el abanico de nutrientes; incorporar azufre, zinc, boro. Los niveles de materia orgánica están bajos y por eso es necesario sumar otros nutrientes a la paleta, para respetar el balance que necesita la planta desarrollarse de la mejor manera”.

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